Decenas de camiones de ‘turismo’ estacionados entre el Palacio de Bellas Artes, las instalaciones del SAT y calles aledañas al Zócalo capitalino, llegaron ayer a la ciudad para traer a cientos de ‘invitados especiales’ del Estado de México, que despidieron con vítores y aplausos al presidente Peña Nieto en su último Grito de Independencia.
En una escena que se convirtió habitual en cada 15 de septiembre durante el presente sexenio, los camiones, que traían visible un sello conmemorativo del Grito, llegaron procedentes de múltiples puntos del vecino Estado de México, como Ecatepec, Cuatitlán Izcalli, La Paz, Amecameca o Tultitlán.
Las personas que descendieron de los vehículos traían en sus ropas un distintivo que los identificaba como ‘invitados especiales’ al evento, además de una pulsera en la muñeca, muy similar a las que utilizan los hoteles que ofrecen a los turistas servicios de ‘todo incluido’.
Al bajar de los camiones, los ‘invitados especiales’ mexiquenses recibieron una torta, un plátano y un refresco, y desde las primeras horas de la tarde se dirigieron de manera organizada rumbo a la plancha capitalina, donde aguardaron durante horas la salida al balcón de Peña Nieto y su familia.
Cosme, un señor de unos 60 años de edad, es uno de los ‘invitados’. Viene con familiares y amigos desde Amecameca, una localidad muy próxima al volcán Popocátepetl, ubicada a unos 60 kilómetros de la capital.
Al momento de la entrevista, ya está colocado estratégicamente, junto a muchas otras personas que portaban el mismo distintivo y las pulseras, en la primera fila del Zócalo, a escasos metros del balcón del ‘Grito’.
-No somos acarreados, venimos por voluntad propia –, se apresura a comentar Don Cosme.
-¿Pero quién los invitó a venir y qué les ofrecieron? –cuestiona el reportero a colación, mientras le hace ver a don Cosme que, a su alrededor, hay otros ‘invitados’ que portan gorras y playeras del PRI, y mochilas rojas con el emblema del gobierno del Estado de México.
-Sí, hay quienes vinieron por invitación del PRI. Pero, en mi caso, vengo porque nos hicieron la invitación en el pueblo y aquí estoy –responde sin querer entrar en más detalles.
-Entonces, ¿viene a apoyar al presidente?
Don Cosme sonríe y se lleva al reportero a unos pasos de distancia de su grupo para confesar que él no votó hace seis años por Peña Nieto.
-Venimos voluntariamente a ver el ‘Grito’. Pero mira, no te miento: muchos venimos porque el viaje es gratis, hay música, y además nos dan un refrigerio. Y todo lo que sea gratis, pues está bien, ¿no? –pregunta el mexiquense encogiendo los hombros sin perder la sonrisa.
Cuestionado sobre el número de autobuses en los que se desplazaron desde múltiples puntos del Estado de México, el hombre, que porta en la solapa de su chamarra el número 37 de su camión, dice que, más que decenas, llegaron cientos de camiones que no solo se estacionaron en las cercanías de Bellas Artes. También lo hicieron entre Insurgentes y la calle Maestro Antonio Caso, donde había otro “aparcadero” de camiones a ambos lados de la banqueta, tal y como corroboró posteriormente el reportero.
A unos pocos metros de distancia de don Cosme, cerca de otro grupo de personas con el distintivo de ‘invitados especiales’ que forman un círculo, en cuyo centro hay una caja repleta con charolas de plástico y tamales, el señor Juan escucha con los brazos cruzados el concierto de Emmanuel y Mijares, aunque por su semblante serio no parece disfrutarlo. De hecho, admite mientras se mesa el mostacho frondoso que no conoce quiénes son los cantantes que amenizan las horas previas al ‘Grito’.
A la pregunta de quién lo invitó a venir al evento, el hombre mira de reojo a otro compañero, y con una mueca parecida a una sonrisa responde que él y su grupo vienen de Los Reyes “por invitación del presidente municipal”.
-¿Les ofrecieron algún apoyo para venir? –insiste el periodista, que le comenta que, en años anteriores, otros ‘invitados especiales’ del Edomex admitieron que viajaron a la ciudad el 15 de septiembre a cambio de recibir compensaciones laborales de los jefes que los invitaron al evento, como un par de días de salario extra.
El hombre niega hosco con la cabeza y dice que no recibió nada a cambio. Solo “un refrigerio” y la “paseada” por la capital del país.
Poco después, cuando aún falta una hora para las once de la noche, momento en el que saldrá Peña Nieto al balcón del Palacio Nacional, un hombre que viste un abrigo amarrillo chirriante y una gorra de camuflaje estilo militar, levanta ambos brazos y de inmediato varios grupos de ‘invitados’ se levantan de las banquetas y salen disparados hacia él, para tomar sitio en las vallas metálicas más cercanas al Palacio.
Otros, en cambio, hacen caso omiso a la indicación del hombre, que no para de consultar dos teléfonos celulares que sostiene con dificultades ente las manos, y permanecen amodorrados en la banqueta, donde se apoyan unos con otros para dormitar después de más de siete horas de larga espera. Incluso, hay quienes tiran lonas de plástico sobre el suelo del Zócalo para dormir envueltos en mantas, a la espera de que termine el acto y marcharse de regreso a los camiones.
En los minutos previos a las once, la parte más próxima al balcón del ‘Grito’ se llena de ‘invitados especiales’, y también de ciudadanos que no portan el distintivo ni la pulsera, como Francisco Cruz, un exingeniero civil, quien explica que muchos como él vienen cada año al ‘Grito’ a festejar la independencia de México, al margen de ideologías políticas, o de quién sea el presidente en turno.
-Yo vengo siempre con mi hija a festejar que soy mexicano. El presidente y la política me dan igual –comenta.
Desde la zona próxima al balcón, los asistentes escuchan al presidente vitorear a los héroes de la nación, y luego observan durante más de diez minutos los impresionantes fuegos de artificio que inundan de colores estridentes el cielo gris encapotado de la Ciudad de México.
Al terminar la pirotécnica, Peña Nieto permanece durante unos segundos en el balcón del Palacio Nacional. Escoltado por su esposa Angélica Rivera, que luce un llamativo vestido de color rojo, se despide de los mexicanos tras seis años de gobierno tratando de trazar con los dedos un ‘corazón’, y saludando a izquierda y derecha con ambas manos.
Entre los asistentes, la reacción a la despedida es variada.
Los ‘invitados especiales’ lo apoyan con matracas y regresándole el saludo agitando las manos al aire. Otros ciudadanos lo aplauden y le dan las gracias por seis años de servicio. Y otros más, le rechiflan y lo despiden con alivio. “Adiós Peña, hasta nunca”, le gritan.
A unos 10 minutos caminando por las calles del Centro Histórico, en el Hemiciclo a Juárez, se llevó a cabo la ‘ceremonia del anti-grito’. Un acto cultural y de protesta, donde padres y madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa exigieron, a unos días de que el próximo 26 de septiembre se cumplan cuatro años, que las autoridades del gobierno federal den respuesta “con pruebas sólidas” de qué sucedió con los jóvenes desaparecidos.
“Nos faltan 43 y miles más”, gritaban los tres raperos de Guerrilla Bang Bang, uno de los grupos de Hip Hop que participaron en el evento, donde se pudieron apreciar múltiples pancartas con los rostros de los jóvenes desaparecidos, y emblemas como “ni una masacre de estudiantes más”.
“El anti-grito es un llamado a la sociedad mexicana y al gobierno para romper la normalidad sobre las desapariciones forzadas en México”, dijo en entrevista Arcelia Guerrero, activista que participó en el evento.
“Entendemos que esta fecha para el país es una fiesta, pero nos parece importante que se recuerde que estamos por cumplir cuatro años de no conocer el paradero de 43 estudiantes, y de no tener verdad ni justicia -añadió-. Y no podemos hablar de un país verdaderamente democrático, libre e independiente, donde hay jóvenes que no llegan a sus casas”.