Los jugadores de la selección de Colombia se abrazaban casi sin creérselo, mientras la afición argentina reclamaba indignada el retorno al equipo de Diego Maradona, el ídolo ausente.
El partido había terminado nada menos que 5-0 a favor de los colombianos en el estadio Monumental de Buenos Aires.
La cachetada, una de las más grandes que sufrió la Albiceleste en su historia, cumple 25 años este miércoles 5 de septiembre.
El equipo de Carlos Valderrama clasificaba de esta manera al Mundial de Estados Unidos, mientras Argentina, bicampeona de América y con más de 30 partidos sin perder, se hundía en la incertidumbre de un repechaje contra Australia.
Fue el momento de mayor gloria del fútbol colombiano hasta ese momento. Muchos aseguran que lo sigue siendo.
En cualquier caso, es una de las alegrías más desbordadas de las que se tiene recuerdo, por insospechada, por la estremecedora diferencia en el marcador, los ricos antecedentes del rival y otros ingredientes que convirtieron a esta fecha en un día que desde entonces se conmemora en este país.
Sin embargo, aquellas brillantes horas de la Selección Colombia fueron a la vez la antesala de un fracaso igual de inesperado.
Un choque de bruces con la dura realidad para un país después de sentirse en la cima del mundo.
Dos goles de Freddy Rincón, otro par de Faustino Asprilla y el último de Adolfo "El Tren" Valencia.
Así pulverizó Colombia a Argentina hace cuarto de siglo.
No importaba que al frente estuvieran Sergio Goycochea, Oscar Ruggeri, Fernando Redondo, Diego Simeone o Gabriel Batistuta.
"Fue fundamental que el Pibe Valderrama empezó a pedir el balón con mucha virtud y se dedicó a repartir el juego de una manera muy interesante", recuerda para BBC Mundo el periodista deportivo Mauricio Silva.
El autor del libro "El 5-0" añade que Colombia liquidó a la Albiceleste con contragolpes con balones largos para desatar esa "increíble locura".
"Al principio los jugadores no entendieron la dimensión de lo que acaban de hacer. Recién en el camerino empiezan a mostrar mayor júbilo", cuenta.
Sin embargo, el periodista añade que "en ese mismo momento empezó la debacle de ese equipo".
En ese 1993, Valderrama fue coronado como "Rey de América", la tradicional distinción hecha por los periodistas de todo el continente.
El siempre controversial Asprilla llegó a decir que sería goleador de la Copa del Mundo y Óscar Córdoba le confesó a la prensa de su país que creía que podía ser el mejor arquero del campeonato.
De la noche a la mañana, Colombia se convirtió en uno de los grandes candidatos a ganar el Mundial de Estados Unidos del siguiente año.
Ya en 1994, el triunfalismo colombiano rompió todos los límites después de que nada menos que Johan Cruyff, Franz Beckenbauer y Pelé dijeran que la selección de Valderrama se encaminaba a ganar el torneo.
"Colombia campeón" se leía en las calles y no eran pocos en este país los que creían de verdad que había llegado el momento de la hazaña mayor en la Copa del Mundo.
"Todos, jugadores y resto del país, perdimos la chaveta y empezamos a celebrar el título que no nos habíamos ganado", explicó a BBC Mundo el periodista Alberto Salcedo, a propósito de aquellos meses de optimismo desorbitado.
El cronista añade que cuando Colombia consigue un triunfo importante como aquel 5-0 "reacciona mal, con soberbia o con triunfalismo".
"Eso le pasó a aquella maravillosa selección de 1994", concluye.
Los disparos que se escucharon en muchas ciudades colombianas después del quinto gol colombiano en Buenos Aires fueron una suerte de premonición del desastre que asomaba.
El festejo con tragedia después de ese partido inolvidable ratificó aquel mal presagio.
Esa noche fallecieron entre 70 y 85 personas en Colombia y hubo alrededor de 900 heridos por la celebración.
La enorme goleada elevó la autoestima del país a niveles insospechados, pero fue incapaz de neutralizar la violencia generalizada con la que se vivía en ese entonces.
Cuando se produjo aquel 5-0, el país llevaba ya cuatro décadas de conflicto armado y casi veinte años de narcotráfico.
Entre aquella goleada sobre Argentina y el inicio del Mundial de EE.UU., Pablo Escobar fue ultimado a balazos y el Cartel de Cali se montó en la ola del negocio de la cocaína.
Su poder era tal que los capos de esa organización lograron tener frente a frente a parte del equipo para ofrecerles cifras descabelladas de dinero si llegaban a ganar la copa.
Mientras tanto, la selección colombiana, envuelta en ese ambiente desaforado y frenético, parecía que realizaba partidos de exhibición y no de preparación.
"Partidos en Arabia Saudita y en Miami, patrocinadores, turistas, billete. Todos se creyeron el cuento", recuerda Silva.
Luego llegó el desastre de Estados Unidos, la Colombia que fue para salir campeón fue la primera eliminada del torneo.
Y la violencia volvió todavía más dolorosa la frustración deportiva.
Andrés Escobar, el notable defensor que sufrió la desgracia de anotar un gol en contra ante el país anfitrión durante el Mundial, fue asesinado a balazos a la salida de una discoteca pocos días después.
Su muerte cerró aquello que empezó como el episodio más glorioso de la historia del fútbol colombiano.
"Todo por cuenta de un puto partido de fútbol", concluye Silva.
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