“Las aves marinas y los peces no son estúpidos”, asegura el científico estadounidense Matthew Savoca.
“Y suelen ser muy eficientes a la hora de identificar fuentes de comida”, destaca.
La gran pregunta entonces es ¿por qué al menos 180 especies de animales marinos han sido observadas consumiendo plástico?
Savoca se propuso averiguarlo junto a sus colegas del Centro de Investigaciones Pesqueras de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, NOAA.
Y los resultados de su trabajo fueron sorprendentes.
Uno de los principales motivos por el que tantas especies consumen plástico es que para esas especies el plástico huele exactamente igual que muchos de sus alimentos.
“Muchos de esos animales eligen comer plástico. Y si entendemos mejor por qué hacen esa elección tendremos más oportunidades de mitigar el problema”, le dijo Savoca a BBC Mundo.
Pero los animales tienen habilidades sensoriales diferentes a los seres humanos. Y para comprender por qué consumen plástico es necesario entender primero cómo perciben el mundo que los rodea, explica el científico.
Y una de las claves es que el plástico que flota en el océano “se va recubriendo de una capa de algas y otros organismos que emiten un olor atractivo para ciertas especies marinas”, dice.
Según Savoca, “cuando las algas son comidas por un tipo de crustáceo llamado kril, liberan dimetil sulfato”, un compuesto químico que da a las algas un olor característico.
Las aves se guían por ese olor para encontrar fuentes de kril.
El problema, sin embargo, es que “las algas también producen dimetil sulfato cuando se concentran y mueren sobre fragmentos de plástico”, le dijo Savoca a BBC Mundo.
Y ese olor sulfuroso confunde a las aves marinas que se alimentan de kril, según un estudio publicado el año pasado por Savoca en la revista Proceedings of the Royal Society B, de la Academia de Ciencias británica.
Otros investigadores coinciden.
“La próxima vez que te encuentres en la playa toma un trozo de plástico del agua y huélelo”, sugiere Erik Zettler, microbiólogo del Instituto Real Holandés de Investigaciones Marinas.
“Sentirás un inconfundible olor a pescado“.
No solamente el olor explica por qué las especies marinas consumen plástico. En algunos casos acaban ingiriéndolo simplemente porque es tan abundante.
En el caso del zoopláncton, por ejemplo, los apéndices con los que se alimentan están diseñados para atrapar trozos de determinado tamaño.
“Y si una partícula de plástico tiene el tamaño adecuado cae para estos organismos en la categoría de ‘comida’“, señaló a la BBC Moira Galbraith, ecóloga especializada en pláncton del Instituto de Ciencias Oceánicas de Canadá.
Lo mismo sucede con las criaturas cilíndricas conocidas como pepinos marinos, que se arrastran por el fondo del mar usando sus tentáculos para llevar sedimentos a su boca con el fin de extraer comida.
La visión es crucial en el caso de las tortugas marinas, que dependen fundamentalmente de ese sentido para identificar alimentos.
Qamar Schuyler, de la Universidad de Queensland en Australia, modeló la visión de las tortugas para comprender cómo ven el plástico y también examinó el contenido del estómagos de tortugas muertas.
Su conclusión es que mientras las tortugas jóvenes no parecen discriminar demasiado, las de más edad prefieren el plástico suave y transparente.
Schuyler cree que esto confirma lo que muchos investigadores ya suponían: que las tortugas ingieren bolsas de plástico creyendo que se trata de deliciosas medusas.
Y el color también parece ser importante, aunque la preferencia varía entre especies.
Las tortugas más jóvenes prefieren el plástico blanco, mientras que las aves marinas llamadas pardelas optan por el plástico rojo, según Schuyler.
Un estudio publicado este mes en la revista Scientific Reports afirma que ingerir un solo fragmento de plástico puede ser mortal para las tortugas marinas.
Las probabilidades de muerte por el consumo de un solo trozo de plástico es una en cinco o 20%, y es de 50% si las tortugas ingieren 14 fragmentos.
Las tortugas más jóvenes son las más vulnerables y se estima que el 90% de las tortugas marinas verdes juveniles en la costa de Brasil consumieron plástico, según el estudio liderado por Britta Denise Hardesty, de la Organización de Investigaciones Científicas e Industriales, CSIRO, en Australia.
Para muchos investigadores es trágico que especies que han refinado sus extraordinarias habilidades para encontrar alimentos a lo largo de miles de años de evolución son ahora víctimas de la abundancia de fragmentos plásticos.
Seres marinos de todos los tamaños, desde pláncton a peces y ballenas, están comiendo plástico con consecuencias letales. Y en muchos casos los microplásticos acaban en los cuerpos de los consumidores que ingieren esos peces contaminados.
Se estima que al menos 8 millones de toneladas métricas de plástico acaban en el océano cada año, según un estudio de la ingeniera ambiental Jenna Jambeck, de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, publicado en 2015 en la revista Science.
¿Cuál es la solución?
Como en todos los problemas complejos, la solución también debe ser múltiple, de acuerdo a Savoca.
La mejor respuesta para el investigador “es una multitud de enfoques, incluyendo producir y usar menos plástico, mejorar el reciclaje, limpiar los océanos cuando es posible y no desistir en estos esfuerzos”.
“Yo soy optimista a largo plazo”, señaló Savoca a BBC Mundo.
“Y creo que se podrá combatir la contaminación del plástico en los océanos, de la misma forma que fue posible eliminar el DDT, y también los clorofluorocarbonos que causaron la crisis del agujero en la capa de ozono”.
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