Nota del editor: Desde el 23 de julio, Animal Político presenta materiales periodísticos para conocer los hechos, nombres y momentos clave del movimiento estudiantil del 68 que se vivió en México.
Ciudad de México, 15 de septiembre de 1968.- Pese a los rumores de una inminente ocupación militar, miles de estudiantes, acompañados de familiares y amigos, decidieron hacer su propio Grito de Independencia, seguido de una “noche mexicana” tanto en Ciudad Universitaria como en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en Zacatenco, el Casco de Santo Tomás y la vocacional 7, ubicada en la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco.[1]
A dos días de la multitudinaria Marcha del Silencio, realizada el pasado viernes del Museo Nacional de Antropología al Zócalo entre miles de ciudadanos que se volcaron a las calles para vitorear y abrazar a los estudiantes, el optimismo llevó a los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) a considerar que había condiciones para que el movimiento tuviera su propia celebración de la Independencia.
La ceremonia en CU destacó de las que tuvieron lugar en el IPN porque tuvo como invitado principal a Heberto Castillo, profesor universitario y politécnico, y dirigente de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas.
El ingeniero Castillo –que aún cojeaba visiblemente por la golpiza que le propinaron agentes de seguridad tras la marcha del 27 de agosto– arengó a los miles de estudiantes reunidos en la explanada de la Rectoría: “La celebración de esta fecha afirma el carácter mexicano del movimiento estudiantil, que ha devuelto su verdadero carácter a los conceptos de patria, pueblo, libertad, y hombre.
“Ahora en 1968, obreros, campesinos y estudiantes lanzamos un nuevo grito por la libertad y la democracia. ¡Vivan las luchas estudiantiles, obreras y campesinas por la libertad y la democracia! ¡Vivan los pueblos libres de la tierra! ¡Viva nuestro movimiento estudiantil! ¡Viva México, viva México, viva México!”.[2]
A los vítores a los héroes patrios se sumó el aplauso “a la lucha que por su liberación dan los pueblos oprimidos del mundo”.
En CU y en las tres sedes del Politécnico elegidas se realizaron festivales populares por la tarde, en la noche las verbenas populares. Hubo música en vivo, antojitos tradicionales, ponche y la convivencia entre miles de personas, entre académicos, trabajadores, estudiantes y padres de familia.
“El presidentito”
El acto, que fue tomado en círculos políticos oficialistas como una “herejía cívica”, a los estudiantes les pareció genial porque expropiaba “la fiesta de fiestas del calendario patrio”. La hicieron suya.
Al respecto, Enrique Krauze, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, destacó que su profesor Heberto Castillo desde un principio había intentado tender puentes entre el gobierno y los estudiantes; “esta vez subió al podio improvisado y coreó vivas al movimiento estudiantil, a los héroes y a México”, pero el gobierno lo interpretó como una profanación.[3]
Como un efecto inesperado, el Grito en CU provocó molestia en el presidente Gustavo Díaz Ordaz, en particular el papel de Heberto Castillo. Tanto, que ha empezado a llamarlo con desprecio “el presidentito”.[4]
Abucheos en el Zócalo
En tanto, las festividades en el Zócalo organizadas por el gobierno federal y encabezadas por Díaz Ordaz por cuarta ocasión, siguieron su curso normal, aunque con algunas diferencias en comparación con años pasados.
Primero, la presencia de uniformados recordaba la tensión latente. Además, esta vez las fuerzas del orden se encargaron de hacer una revisión meticulosa casi exclusivamente a los hombres antes de permitirles ingresar a la plancha, solos o con sus familias.
Segundo, durante la breve salida del presidente al balcón principal de Palacio Nacional para dar el Grito, parte de la gente que escuchaba bajo una lluvia finita pero constante lo abucheó, le silbó, le dedicó numerosas mentadas de madre.[5]
Y tercero, se registró una asistencia mucho menor. Incluso se llegó a decir en la propia Plaza de la Constitución que en el Grito de Ciudad Universitaria había más gente.
Clases, cuando se cumpla el pliego petitorio
En la víspera, 60 representantes de la UNAM, el Consejo Universitario, Escuelas, Facultades e Institutos nombraron una comisión presidida por el rector, Javier Barros Sierra, para redactar un comunicado en respaldo a las demandas de los Comités de Lucha, con la precisión de que el Consejo Universitario –el que firma el documento– no está suplantando a ninguno de ellos ni es su pretensión servir de intermediario ante el régimen.[6]
Por otra parte, el CNH dio a conocer su resolución de no regresar a clases el próximo martes 17, como habían propuesto los Consejos Técnicos.
“No cederemos ante la presión de las autoridades y continuaremos el movimiento hasta la resolución total de los seis puntos del pliego petitorio”, fue la postura de la representación estudiantil, de acuerdo con el Novedades en su edición vespertina.
En una reunión del CNH realizada ayer sábado en Ciudad Universitaria, en la que también se analizó el desarrollo y resultado de la Marcha del Silencio, los estudiantes “dijeron que estaban dispuestos a escuchar las propuestas del gobierno para la solución de los seis puntos del pliego petitorio” y volvieron sobre el asunto de los Juegos Olímpicos, reportó por su parte el Excélsior.
Tras más de 50 días fuera de las aulas, dijeron que volverán “siempre y cuando el gobierno tenga una propuesta firme para dialogar o para la resolución de los seis puntos del pliego petitorio”.
Y, según el diario, reconocieron que Díaz Ordaz “había dado el primer paso para la resolución de uno de los seis puntos del pliego, que tenía que ver con la derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal”.
Otro brutal ataque de desconocidos
En el análisis sobre la Marcha del Silencio que hizo el CNH, se mencionó el brutal ataque a los vehículos que los participantes dejaron estacionados en las inmediaciones del Museo Nacional de Antropología.
Testigos indicaron que “desconocidos uniformados de negro y blanco, y armados con metralletas, cobraron venganza de lejos contra el éxito de la manifestación”.[7]
En el informe que rindió sobre ese día, un agente de la policía política apunta: “Se hace notar que al regresar muchos manifestantes al lugar donde habían dejado sus vehículos frente al Museo de Antropología, se encontraron con que muchos tenían los vidrios rotos, llantas ponchadas y otras averías, por lo que se reunieron en número de 300 para protestar señalando lo negativo de dicha acción por el gobierno, diciendo que las llantas habían sido ponchadas con bayonetas’”.[8]
Al menos 123 autos fueron dañados a tiros y culatazos. En la asamblea se acordó que se presentarían las denuncias correspondiente ante la Procuraduría capitalina.
Este mismo sábado, el oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, José Heredia Fernández, envió una carta al CNH, en la que propuso un intercambio de cartas en lugar de una discusión abierta con los estudiantes: “el diálogo público puede legalmente realizarse, en términos del propio mandato constitucional, si a las peticiones escritas y a los acuerdos, también escritos, que dicten las autoridades, se les da difusión pública”.
Los confunden con comunistas y los linchan
En la comunidad de San Miguel Canoa, en Puebla, cinco trabajadores y estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla que pretendían escalar el volcán La Malinche fueron linchados por más de 2 mil habitantes, armados con machetes, palos, pistolas e incitados por el párroco del pueblo, Enrique Meza Pérez.
Mataron a cuatro personas y una más sobrevivió, aunque por la gravedad de sus lesiones podría quedar paralítica. La llegada del Ejército y la policía evitó más desgracias.
“Quedaron destrozados y no era posible identificarlos”, describió el Excélsior.
“Los confundieron con comunistas y los mataron a machetazos”, encabezó El Heraldo de México su nota. Luego detalló lo ocurrido antes de la matanza: las campanas de la capilla repicaban y por el micrófono del zócalo se informó –falsamente– “que un grupo de comunistas amenazaba con alterar el orden y ya se disponía a izar la bandera rojinegra”.[9]
Raúl Álvarez Garín, uno de los líderes del CNH, responsabilizó de “los vergonzosos crímenes” de Canoa al “clima de satanización y condena de los estudiantes en general, y de la manipulación de los sentimientos patrióticos y religiosos del pueblo por supuestos actos de agravio y profanación de símbolos e imágenes”.[10]
[1] Diego Ortega, Roberto, “1968: El ambiente y los hechos. Una cronología”, Nexos, 1 septiembre 1978. En https://www.nexos.com.mx/?p=3199
[2] “Heberto Castillo. Grito de Independencia en CU”. Grabación disponible en https://soundcloud.com/ccu-tlatelolco/heberto-castillo-grito-de-independencia-en-cu
[3] Krauze, Enrique, “Los puentes de Heberto Castillo”, 13 de abril de 1997. En www.enriquekrauze.com.mx/joomla/index.php/biogr-retrato/99-biogra-de-la-sociedad-civil-y-la-ciudadania/255-puentes-heberto-castillo.html
[4] Castillo Juárez, Itzel, “Si te agarran, te van a matar”, El Universal, 26 de septiembre de 2012. En http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2012/09/97974.php
[5] Jardón, Raúl, 1968: El fuego de la esperanza, Siglo XXI Editores, México, 1998, p. 75.
[6] Gómez Nashiki, Antonio, “1968. Cronología del movimiento estudiantil mexicano”, Nexos, 1 de enero de 1988. En https://www.nexos.com.mx/?p=4996
[7] Jardón, Raúl, op. cit. p.75.
[8] Mejía Madrid, Fabrizio, “El 68 desde el poder: Tres expedientes”, Proceso, 2 de octubre de 2016. En https://www.proceso.com.mx/457075/68-poder-tres-expedientes
[9] Jardón, Raúl, op. cit. p.75.
[10] Álvarez Garín, Raúl, La estela de Tlatelolco, Ed. Ítaca, 2002, México, p. 72.