Todos los días, Caitlin White llega a vomitar hasta 30 veces.
Esta joven de 19 años de Perth, Australia, sufre una forma severa de un trastorno estomacal llamado gastroparesia.
Se trata de un trastorno que afecta al movimiento normal de los músculos del estómago, que son los encargados de propulsar los alimentos por el tubo digestivo.
En las personas que lo sufren, la movilidad de su estómago es lenta o nula y por ello el estómago no se les vacía como corresponde.
Esto provoca náuseas y vómitos, y problemas con los niveles de azúcar y nutrición, entre otros.
Las causas de la gastroparesia no están claras. Pero en muchos casos, se cree que la gastroparesia es causada por daños en el nervio que controla los músculos del estómago (nervio vago), según explica en su página web la clínica Mayo estadounidense.
En conversación con la BBC, White explicó lo complicado que es su día a día.
"Mi vida está dominada por las visitas al hospital", dice White.
"Voy al hospital todos los días para hacerme exámenes de sangre y para recibir infusiones que pueden durar entre cuatro y ocho horas".
"No puedo manejar por esta condición. También tengo Síndrome de Taquicardia Postural Ortostática (un síndrome en el que un cambio desde la posición supina a una posición vertical provoca un aumento en la frecuencia cardíaca), con lo cual mi ritmo cardíaco tiende a acelerarse", explica la joven.
White manifestó por primera vez los síntomas de su enfermedad cuando tenía 14 años y pesaba casi 70 kg.
Hoy día, apenas pesa 38 kg.
En los últimos cinco años, los síntomas se han intensificado y el tratamiento que recibe está teniendo un gran impacto en su vida.
"Los médicos tienen que intentar ponerme un goteo en el brazo hasta en 18 ocasiones, porque mis venas son muy difíciles".
White cuenta además que este año sufrió siete veces septicemia por lo debilitado que está su sistema inmunológico.
El trastorno que sufre, dice, hizo que cambiará radicalmente la relación con sus amigos.
"Dejé de ir a comer o tomar un café con mis amigos porque me siento avergonzada".
"Cuando salgo me llevo tazas o envases… Ya no soy como mis compañeros. Ellos están ahora en la universidad y haciendo cosas".
"Todavía sigo en contacto a través de Snapchat y Facebook pero ya no los veo tanto".
Cuando se le pregunta cómo su enfermedad cambió sus planes de vida, White recuerda que, cuando era más joven, quería ser maestra o abogada.
"Pero ahora, cuando me sienta mejor, quiero hacer algo que tenga que ver con medicina o viajar", cuenta.
Tras recibir tratamientos en diversos centros, un especialista de Glasgow, en Escocia, recomendó a Caitlin lo que se denomina nutrición parenteral total (TPN, por sus siglas en inglés), una forma de alimentación intravenosa que aporta todos los nutrientes necesarios directamente al hígado, saltándose el sistema digestivo.
Pero se topa ante una situación difícil.
"Hay muchos riesgos asociados al TPN", explica White.
"Es una situación paradójica: si deciden darme alimentos directamente al intestino, corro un alto riesgo de sufrir síndrome de realimentación, infecciones y coágulos sanguíneos".
"Pero si no lo hacen, también estoy en riesgo de infección. Estoy mal alimentada así como estoy, y corro el riesgo de que fallen mis órganos".
El gastroenterólogo Neil Jamieson, del hospital Raigmore de Inverness, Escocia, explicó a la BBC que la gastroparesia es muy difícil de tratar.
"Afortunadamente, la mayoría de la gente que lo sufre no están en condiciones tan severas como Caitlin", manifiesta.
"La mayoría tiene diabetes y los nervios están dañados en el estómago, y el estómago no se vacía correctamente. Pero en estos casos severos, es muy difícil porque a menudo afecta a gente joven que pierde su independencia".
Según el especialista, hay estudios actualmente centrados en medicinas que pueden ayudar a mejorar el proceso de vaciado del estómago.
"Pero es realmente difícil (cuando) el sistema nervioso está dañado (…) Es un sistema complicado en sí mismo y replicarlo o hacer que funcione con medicinas es muy difícil".
Sin experiencia directa sobre el caso de Caitlin, Jamieson explica que los médicos tienden a ver el TPN como "el último resorte".
"Es algo que es alcanzable en términos realistas para muchos años, sin riesgo de complicaciones".
Preguntada por sus esperanzas para el futuro, Caitlin solo piensa en que mejore su salud.
"Esperaría que alguien estuviera dispuesto a considerar el TPN e intentarlo. O que haya un especialista que sepa cómo reducir los vómitos".
Si comenzara con el TPN, la joven cree que "los vómitos no serían tan frecuentes".
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