La Organización Mundial de la Salud anunció recientemente que los casos de sarampión en Europa alcanzaron un récord.
Según las cifras de la organización, en los primeros seis meses del año se registraron 41.000 casos de la enfermedad (y 37 muertes), en comparación con 23.927 el año pasado y 5.273 el año anterior.
Los expertos de la OMS advirtieron que los países europeos deben tomar medidas para poner un alto al avance de esta enfermedad.
¿Pero qué peligros acarrea realmente el sarampión y por qué está aumentando el número de casos?
El sarampión es una enfermedad altamente infecciosa. Se contagia a través del contacto con gotas de fluidos que la persona enferma expulsa cuando tose y estornuda.
Sus síntomas incluyen mucosidad en la nariz, estornudos (un estado similar al de la gripe), señales de que el cuerpo está luchando contra una infección (fiebre, cansancio, dolor muscular, pérdida de apetito), ojos irritados, manchas grises en la boca y manchas rojas en la piel.
Estas últimas comienzan a aparecer cerca de la línea donde crece el cabello y luego se trasladan a la cabeza, el cuello y el resto del cuerpo.
La infección puede durar entre 7 y 10 días. Pero si bien la mayoría de la gente se recupera completamente, puede causar serias complicaciones y provocar la muerte.
"Alguna gente cree que se trata de un simple sarpullido, pero el problema es que puede ser mucho más que eso", explica Smitha Mundasad, Corresponsal de Salud de la BBC.
"Puede derivar encomplicaciones serias como inflamación del cerebro, meningitis, ceguera y problemas hepáticos, solo por nombrar algunas", agrega.
La razón principal detrás del incremento de los casos es una: la falta de vacunación.
"De alguna forma, las vacunas se han vuelto víctimas de su propio éxito. Como funcionan tan bien, muchos han dejado de ver las complicaciones serias de enfermedades como el sarampión. Piensan: ‘no es una enfermedad seria entonces ¿por qué necesito vacunarme?’", dice Mundasad.
"Pero sabemos que eso no puede estar mas lejos de la verdad", agrega Mundasad.
Otro gran obstáculo a la vacunación es el movimiento antivacunas.
Aunque existe desde hace años, cobró fuerza hacia finales de los 90, cuando el gastroenterólogo británico Andrew Wakefield estableció —sin base ni fundamento— que había un vínculo entre la vacuna combinada para el sarampión, paperas y rubéola (vacuna triple viral) y el autismo.
Su investigación, que hoy está completamente desacreditada, fue publicada hace unos 20 años en la prestigiosa revista médica The Lancet, estudió el caso de solo 12 niños.
Una inmensa y abrumadora mayoría de médicos y científicos en todo el mundo dice que vincular a la vacuna triple y al autismo es completamente erróneo y ahora se han hecho muchísimos estudios que demuestran que no hay vínculo alguno.
De hecho, las autoridades británicas le revocaron a Andrew Wakefield su licencia para ejercer la medicina en el país y la revista The Lancet retiró el estudio, y reconoció que nunca debió haberlo publicado.
No obstante, lo cierto es que el estudio le dio combustible al movimiento antivacunas y hay expertos que sostienen que, a causa de esta información, muchos niños en todo el mundo no fueron vacunados y como consecuencia muchos contrajeron sarampión.
Sin embargo, hay que recordar que el movimiento antivacunas es tan viejo como las vacunas mismas.
Desde el siglo XVIII, el tema ha sido un terreno fértil para las teorías de la conspiración que reflejan desconfianza en las autoridades, y que consideran a las vacunas como una herramienta del establishment.
Por otra parte, muchos líderes populistas han aprovechado el escepticismo que hay en torno a las vacunas.
En Francia, por ejemplo, Marine le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, habló en contra de la vacunación obligatoria, mientras que en Italia, la cámara alta del parlamento, votó recientemente a favor de una medida para abolir la ley que obliga a vacunar a los niños antes de empezar la escuela.
Esta enmienda significa que los padres que no vacunen a sus hijos no deberán pagar una multa.
"El problema es que ahora, las redes sociales pueden difundir más amplia y rápidamente información errada", dice Mundasad.
"Por eso los expertos en salud pública temen que algunos padres estén escuchando estas voces escépticas y no el mensaje importante que ellos quieren difundir y que dice que las vacunas pueden salvar vidas y que ya le han brindado seguridad a millones de niños en todo el mundo".
Según la OMS, sin embargo, solo la vacuna contra el sarampión ha salvado 20 millones de vidas en las últimas dos décadas.
Pero otro problema es que muchos países no cuentan con un sistema de salud lo suficientemente bien establecido como para brindar esta vacuna a toda la gente que la necesita.
"Y el problema con las vacunas es que funcionan sobre el llamado principio de la "inmunidad colectiva", y en este caso quiere decir que el 95% de la población necesita estar vacunada e inmunizada para que la comunidad esté completamente protegida", explica Mundasad.
"Por eso algunos expertos dicen que elegir no darle la vacuna a un niño, puede ser una elección individual, pero esto hace vulnerable al resto de la gente (personas jóvenes, mayores) de contraer una enfermedad que puede ser letal".
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