La región de Sinkiang, al noroeste de China, registra una larga historia de desencuentros entre las autoridades estatales y la minoría uigur.
Es un conflicto antiguo pero que hoy vuelve a ser noticia porque, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el gobierno chino ha detenido en masa a miembros de esta etnia pararecluirlos en "campamentos de reeducación".
El Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial expresó el jueves su preocupación por la situación de los uigures, ya que cree que la cifra de afectados es de, por lo menos, decenas de miles y que puede llegar hasta el millón.
El organismo pidió la liberación de los arrestados bajo el "pretexto de contrarrestar el terrorismo", después de haber oído testimonios que hablan de lo que parece un "enorme campamento de internación que está rodeado de secreto", según publicó la agencia Reuters.
Pekín negó esa acusación pero sí admitió que algunos religiosos extremistas estaban siendo retenidos para ser reformados.
Pero, ¿quiénes son los uigures y por qué son motivo de polémica?
Los uigures son musulmanes y se ven a sí mismos como una etnia y cultura más cercana a las naciones de Asia Central que a China.
Viven fundamentalmente en Sinkiang, que oficialmente se denomina Región Autónoma Uigur de Sinkinag, una región autónoma de China como lo es Tíbet en el sur.
También hay una considerable presencia uigur en los países de Asia Central limítrofes con dicha región, sobre todo en Kazajistán y Kirguizistán, además de en Uzbekistán.
Durante siglos, la economía de Sinkiang ha girado en torno a la agricultura y el comercio. Pueblos de la región, como Kasgar, se llegaron a erigir como núcleos comerciales en la famosa Ruta de la Seda.
Y a inicios del siglo XX, los uigures declararon una independencia que resultó ser efímera, ya que el área quedó bajo el completo control de la China comunista en 1949.
En ese entonces comenzó un éxodo que no se ha detenido: el Congreso Mundial Uigur con sede en Múnich (Alemania) -que representa al exilio de esta etnia y se opone al gobierno chino en Sinkiang- sostiene que en el mundo hay 20 millones de uigures, con importantes comunidades también en Estados Unidos, Suecia, Alemania y Turquía.
La llegada masiva de chinos de la etnia han (la mayoritaria en todo el país) a Sinkiang ha provocado que los uigures pasen a ser una minoría en su propia región, conformando un 45% de la población total.
Y, según activistas, las políticas de Pekín también han reducido las actividades religiosas, culturales y comerciales de los uigures.
Los uigures acusan además a las autoridades centrales de haber intensificado la persecución a esta etnia, primero, después de las protestas que hubo en Sinkiang en los años 90 y, luego una vez más, antes de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008.
De hecho, muchos uigures influyentes han sido encarcelados o han tenido que buscar asilo en el extranjero tras ser acusados de terrorismo durante la última década.
Y los reportes de un repunte de esas detenciones se han multiplicado en los últimos meses.
Según muchos activistas, Pekín exagera la amenaza que suponen los uigures separatistas para poder justificar la represión que ejerce en esta zona.
El gobierno central asegura que los militantes uigures están promoviendo unacampaña violenta en pos de un Estado independiente a través de conspiraciones para poner bombas, realizar sabotajes y provocando agitación social.
Desde los ataques a las Torre Gemelas en 2001 en Estados Unidos, China presenta a los uigures separatistas como ayudantes de al-Qaeda y afirma que recibieron entrenamiento en Afganistán, aunque no ha habido muchos elementos que lo prueben.
Y a inicios de mes un editorial del periódico estatal Global Times defendió las estrictas medidas de seguridad aplicadas por Pekín en Sinkinag asegurando que estas habían evitado que la región se convirtiera en "la Siria de China" o "la Libia de China".
"El cambio radical en la situación de seguridad de Sinkiang evitó una gran tragedia y salvó incontables vidas", afirmó la publicación.
La región ha recibido grandes inversiones para ejecutar proyectos industriales y energéticos que Pekín presenta como avances.
Pero muchos uigures se quejan de que la etnia han les quita trabajo y de que sus tierras de cultivo han sido confiscadas para ser reurbanizadas.
Las actividades de los periodistas locales y extranjeros son vigiladas de cerca por el Estado y existen pocas fuentes de información independientes en la región.
Sin embargo, hay ataques ocasionales a objetivos chinos que sugieren que el separatismo uigur todavía es una fuerza potente y potencialmente violenta.
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