Hace un año que el mundo se despertó con una noticia sorprendente: la posibilidad de un misterioso "ataque acústico" que habría dañado el oído de una veintena de diplomáticos estadounidenses destacados en Cuba.
La mera idea parecía salida a la vez del pasado y del futuro: apelaba a conspiraciones propias de la guerra fría y abría a la vez un mundo de fascinantes posibilidades sobre potenciales armas sónicas, de las que nadie parecía conocer detalles.
El incidente no se quedó en algo anecdótico: por culpa de ese "ataque a la salud"de sus ciudadanos, en septiembre de 2017 Estados Unidos retiró a más de la mitad de su personal de la embajada en Cuba.
El gobierno cubano dijo en octubre que no habíaevidencias que demostraran que los alegados ataques acústicos habían, en efecto, sucedido.
Pero los diplomáticos estadounidenses nunca volvieron y desde marzo de 2018 el departamento de Estado estadounidense le recomienda a sus ciudadanos que "reconsideren" viajar a Cuba, un país que sitúan en el nivel 3 de 4 categorías posibles de riesgo, en la que la cuarta es "no viajen".
"Numerosos empleados de la Embajada estadounidense en La Habana parecen haber sido objeto de ataques específicos. Muchos de estos empleados han sufrido lesiones", se afirma en la página oficial del departamento de Estado.
"Los individuos afectados mostraron una gama de síntomas físicos que incluían quejas sobre el oído y pérdida de audición, mareos, dolores de cabeza, fatiga, problemas cognitivos, problemas de vista y dificultades para dormir", se agrega ahí.
Según la misma página, "como la seguridad de nuestro personal está en riesgo y somos incapaces de identificar la fuente, creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden correr riesgo".
Y, en febrero de 2018, el mismo sitio web publicó una "alerta de salud" en la que se remite a un artículo publicado en la prestigiosa revista científica JAMA (Journal of the American Medical Association), escrito "por personal médico independiente involucrado en la evaluación y tratamiento de estas lesiones".
Fue el mismo departamento de Estado el que seleccionó al Center for Brain Injury and Repair, de la Universidad de Pensilvania, para que coordinase la evaluación, tratamiento y rehabilitación del personal de la embajada afectado, después de que un panel de expertos llamados por el gobierno concluyera que los síntomas probablemente se debían "a un trauma neurológico por una fuente no natural" y recomendaran más investigaciones.
Y los médicos de ese centro de investigación publicaron sus hallazgos preliminares en la edición de febrero de JAMA, donde concluyen, en esencia, que los pacientes sufrieron leves lesiones cerebrales "sin que haya un historial asociado de lesión en la cabeza".
La puerta quedó así abierta a todo tipo de especulaciones sobre potenciales armas sónicas, que la prensa de todo el mundo se encargó de explorar. Pero hasta ahora no hay evidencias de su existencia.
Y este mes, en cuatro cartas distintas al editor de JAMA, varios grupos internacionales de académicos cuestionan el artículo original y la interpretación que los autores hicieron de los datos.
Jon Stone, profesor de neurología de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, es uno de los autores de una de las cartas.
Y el especialista le dijo a BBC Mundo que lo que lo motivó a escribir sus objeciones fue ver que tanto las autoridades estadounidenses como los autores sugieren que está pasando algo muy inusual, cuando en su opinión ese no es el caso.
"Estos síntomas son muy comunes, los vemos constantemente en las consultas de neurología", explicó Stone.
"Me alarmó la posibilidad de que la interpretación de estos síntomas se pudiera politizar", dijo, enfatizando que sus declaraciones son desde una postura exclusivamente científica y no ideológica.
Para Stone, sea quien sea quien haya analizado a estos pacientes, la visión de que hayan podido desarrollar una lesión cerebral producida por un ataque sónico es "bastante extrema".
Si bien el experto admite que no podría decir que eso es algo imposible, cree "que no es la opción más plausible".
El estudio de la Universidad de Pensilvania analizó retrospectivamente los casos de 24 individuos de la comunidad de la embajada estadounidense en La Habana.
Según dice el documento, 8 de los pacientes se habían sometido a una evaluación inicial y 16 fueron posteriormente "identificados" por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
La naturaleza extraordinaria de estos casos de estudio hace que muchos detalles todavía no se hayan hecho públicos, por ser un asunto de seguridad de estado.
Pero se sabe que no todos los pacientes sufrieron todos los síntomas detallados.
Por ejemplo, de los 24 individuos, solo 2 reportaron problemas de visión, solo 10 reportaron síntomas combinados de problemas de oído y solo 4 reportaron problemas de sueño.
Tampoco se sabe si los pacientes sufrieron simultáneamente los síntomas, durante cuánto tiempo, ni cómo fueron "identificados" por el departamento de Estado.
Asimismo desconocemos cuán grande es la comunidad del personal diplomático estadounidense en La Habana, que incluye a los familiares de los diplomáticos, como para valorar el peso de estas cifras.
Como referencia, Stone apunta que no sería difícil encontrar a 24 personas con esta gama de síntomas en un grupo de 500 personas.
Por otro lado el artículo dice que algunos pacientes se recuperaron y volvieron gradualmente al trabajo, lo cual sugiere que podría tratarse de un trastorno reversible.
Algunos expertos critican que las evidencias que el artículo presenta como "manifestaciones objetivas" son cuestionables, y sugieren que los datos podrían ser consciente o inconscientemente manipulados.
Un grupo de académicos también critica "la inadecuada interpretación de los resultados de pruebas cognitivas objetivas".
Los académicos estadounidenses Robert Shura, Jason Kacmarski y Holly Miskey, por ejemplo, afirman que el límite que los autores utilizaron para determinar la "discapacidad" en los tests cognitivos está errada y que eso afecta a los números totales del estudio.
Robert Emerson Bartholomew, de Botany Downs Secondary College de Nueva Zelanda, por su parte, destaca que los exámenes médicos de los diplomáticos tuvieron lugar una media de seis meses después del inicio de los primeros síntomas, y dice que eso aumenta "la probabilidad de distorsión de la memoria".
Otros expertos lamentan la falta de inclusión en el artículo de otras pruebas objetivas relacionadas con el vestíbulo del oído.
Y varios expertos coinciden en que las "anormalidades neurológicas" descritas en el artículo no implican un diagnóstico de lesión o daño cerebral, sino que son "cambios en el cerebro" observados habitualmente en trastornos psiconeurológicos, que puede surgir por muchas causas, no solo un trauma.
Sin embargo, en su réplica a estas y otras objeciones, publicada también en JAMA, los autores del estudio defendieron su trabajo y sus conclusiones.
También añadieron que "para lidiar con los puntos sugeridos en estas discusiones, estamos haciendo estudios avanzados de neuroimagen de la cohorte de pacientes, esperando identificar cambios en la estructura cerebral que puedan subyacer a las manifestaciones neurológicas".
Jon Stone cree que los síntomas descritos por los diplomáticos estadounidenses se podrían explicar con diagnósticos comunes de trastornos neurológicos funcionales, que son muy frecuentes en las consultas de neurología.
Según el especialista, uno de cada seis nuevos pacientes consulta problemas de trastornos funcionales, como problemas de memoria, de equilibrio, síntomas sensoriales o mareos crónicos.
Y estos pacientes tienen grupos de síntomas variados y similares a los reportados por los diplomáticos.
"Son el tipo de consultas más comunes después de las migrañas y los dolores de cabeza", destaca Stone.
En muchos de estos trastornos, como el Mareo Postural Perceptual Persistente o el Choque acústico, la molestia sensorial inicial, unida a la ansiedad y a una atención exagerada, desencadena un proceso de mala adaptación que conlleva a la persistencia de los síntomas.
Su carta al editor de JAMA publicada en agosto está firmada también por otros dos expertos en neurología, Stoyan Popkirov y Alan J. Carson, pero según Stone cuenta además con el apoyo de decenas de otros especialistas cuyos nombres no aparecen debido al límite establecido por la publicación.
Otro grupo de expertos estadounidenses en otorrinolaringología, de centros de investigación de Lousiana y Nueva Jersey, creen que "los síntomas de los pacientes podrían ser explicados por lesiones laberínticas periféricas unilaterales o bilaterales".
Gianoli, Soileau y Wackym mencionan en su carta al editor siete posibles diagnósticos distintos que encajarían con esas lesiones.
Finalmente, según el autor de otra de las cartas publicadas por JAMA, el sociólogo Robert Emerson Bartholomew, no se puede descartar como una explicación posible la enfermedad psicogénica de masas, también conocida popularmente como "histeria epidémica".
El pasado mes de junio un grupo de 15 neurocientíficos y físicos de centros de investigación de Estados Unidos, Reino Unido, Noruega, Cuba, Alemania y Canadá firmaron una carta enviada al diario británico The Guardian en la que critican "la presión política para sacar conclusiones mal fundadas".
"No tenemos razones para disputar que los diplomáticos que viven en Cuba oyeron ruidos fuertes o que reportaron después sentirse mal", dijeron.
Pero también lamentaron que "algunos políticos estadounidenses utilizaron estos reportes para construir teorías conspirativas" y "usaron sus posiciones de autoridad para presentarle sus especulaciones a un público crédulo como si fueran hechos".
Unas semanas antes, en mayo, el departamento de Estado de EE.UU. le pidió a su personal en China que alerte si experimentó problemas auditivos anormales, después de que un empleado informara sobre ellos.
El afectado dijo que sufrió "sutiles y vagas, pero anormales, sensaciones de sonido y presión", según un comunicado de la Embajada de Estados Unidos en China.
Y el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que el incidente era "médicamente similar" a los presuntos ataques sónicos contra el personal diplomático en Cuba.
Así que por ahora, parece que el misterio y el debate seguirán llenando páginas.
FECHAS CLAVE EN LA HISTORIA DEL SUPUESTO ATAQUE ACÚSTICO
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