El anuncio causó cierta perplejidad. Luego de meses de intensos diálogos, los gobiernos de Estados Unidos y México informaron el lunes de su acuerdo sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, como se conoce por sus siglas en inglés).
El problema es que el TLCAN también está integrado por Canadá y el gobierno de Justin Trudeau no era parte del "entendimiento" anunciado. ¿Por qué?
"Veremos si decidimos incluir a Canadá o si simplemente hacemos un acuerdo separado con Canadá, si ellos quieren hacerlo", dijo el presidente Donald Trump, arrojando dudas sobre la posibilidad de que siga existiendo un pacto entre los tres países norteamericanos.
Trump anunció que en breve se iniciarían las negociaciones con el gobierno de Trudeau, pero aparentó no tener demasiado interés en ello.
"Comenzaremos las negociaciones y si ellos quieren hacerlo de forma justa, lo haremos", señaló.
"Creo, con franqueza, que con Canadá lo más fácil que podemos hacer es poner aranceles a los autos que importamos. Es una gran cantidad de dinero y es una negociación muy sencilla", agregó, mostrándose dispuesto a recurrir a la imposición de tarifas aduanales de forma unilateral para solucionar sus diferencias comerciales con su vecino del norte.
Según analistas, una medida semejante solo profundizaría en el choque entre Washington y Ottawa que se inició el pasado mes de junio cuando Estados Unidos impuso aranceles de 25% a las importaciones de acero y de 10% al aluminio de Canadá (así como de México y de la Unión Europea).
Pero, ¿qué está ocurriendo en el TLCAN y por qué México y Estados Unidos negociaron un acuerdo solos dejando al margen a Canadá?
"Estados Unidos creyó que podía obtener algunas ganancias de corto plazo si inicialmente negociaba solo con México", dice Chris Benscher, analista de Bloomberg Intelligence, en conversación con BBC Mundo.
El experto considera que esta decisión era una técnica de negociación para acelerar el proceso y que ahora que Washington tiene el acuerdo con México intenta usarlo como palanca para atraer a Canadá a la mesa de discusión.
"Ciertamente Estados Unidos usó esto como una estrategia de divide y vencerás", coincide Reggie Thompson, analista sobre América Latina de Stratfor, una plataforma de inteligencia geopolítica con sede en Austin (Texas).
"La Casa Blanca parece estar usando la idea de que está dispuesto a salirse del TLCAN y forjar un acuerdo bilateral con México, como una amenaza para negociar el resto del acuerdo con Canadá", agrega Thompson en declaraciones a BBC Mundo.
Esta percepción de la posibilidad de una ruptura del acuerdo trilateral se agudiza incluso más con posiciones como la esbozada por el canciller de México, Luis Videgaray, quien el lunes expresó el deseo de que Canadá se incorpore al pacto renegociado.
Aunque aclaró Videgaray que "habrá un acuerdo de comercio entre México y Estados Unidos, independientemente de lo que ocurra con Canadá".
Pero la idea de sentarse primero con México también implicaba otras ventajas.
Benscher señala que en el caso mexicano corría prisa por la incertidumbre derivada del cambio de gobierno en ese país tras las elecciones presidenciales de julio y, al mismo tiempo, Washington podía aprovechar la manifiesta disposición de Peña Nieto a cerrar pronto un acuerdo.
Además, había en juego unas ganancias económicas mayores.
El analista indica que Trump se concentra en el tema de la balanza comercial y que ahora EE.UU. tiene un déficit de US$17.000 millones con Canadá versus US$71.000 millones con México, así que tenía más que ganar con este último.
"Era más fácil obtener ganancias con México, en concreto, en el tema de los automóviles. En 2017, el número de vehículos que exportó México a EE.UU. duplicó el exportado por Canadá a EE.UU. Concentrarse en los 4,08 millones de vehículos procedentes de México era mejor que hacerlo en los 2,2 millones de Canadá", agrega.
Además, apunta que las negociaciones con Canadá podían tomar mucho más tiempo por el poder que tienen las provincias en la toma de decisiones en el país.
"Esto también le permitía al presidente Trump informar de que se había logrado un acuerdo, aunque fuera el anuncio más débil posible porque es un pacto preliminar y solo con una de las partes".
Thompson, por su parte, cree que tenía sentido que Estados Unidos y Canadá negociaran primero estos asuntos -como el de las exportaciones de automóviles- de forma bilateral.
¿Es posible que se materialice la idea esbozada por Trump de firmar un acuerdo bilateral con México y poner fin así al TLCAN?
"En este momento eso es más una amenaza vacía, ya que aunque EE.UU. la está formulando y Canadá parece estarla tomando en serio, la Casa Blanca necesita un permiso del Congreso para negociar un acuerdo comercial bilateral con México y otro con Canadá", afirma Thompson.
El experto explica que es poco probable que Trump obtenga luz verde del Capitolio para abandonar el TLCAN y para avanzar hacia los acuerdos bilaterales. "El Congreso quiere mantener el acuerdo tripartito para evitar las perturbaciones que podría acarrear la incertidumbre", apunta.
Benscher considera que el mandatario estadounidense habría preferido tener acuerdos bilaterales. "Creo que él considera que puede lograr mayores ganancias de esa forma pero la idea de eliminar el TLCAN y de sustituirlo por pactos independientes es cuesta arriba y tomaría mucho tiempo. Es mucho más probable que siga siendo un acuerdo trilateral", asegura.
Otro elemento que dificultaría este objetivo de acuerdos separados es el hecho de que en noviembre serán las elecciones legislativas de mitad de mandato y podría cambiar la configuración del Legislativo.
"Si los demócratas ganan el control de la Cámara de Representantes, el gobierno podría no conseguir aprobación. Así que, aunque Trump está usando esto como una amenaza contra Canadá para intentar hacer que ellos acepten algunas exigencias que él ha hecho, en este momento no deberíamos tomarlo como algo del todo serio", indica Thompson.
Así, en su opinión, Washington estaría usando estas amenazas para tratar de presionar y conseguir una solución para una vieja disputa sobre la importación de madera de Canadá y también busca que Ottawa elimine subsidios y las barreras comerciales para la importación de productos agrícolas estadounidenses.
"México, Canadá y Estados Unidos prefieren un acuerdo trilateral. Sin embargo, Washington parece estar dispuesto a alargar la incertidumbre si no puede obtener lo que quiere de Canadá", apunta.
Este martes, la ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, estuvo en Washington para reiniciar las negociaciones sobre las negociaciones del TLCAN.
La funcionaria dijo a la prensa que las "difíciles decisiones" tomadas por México en su diálogo con Estados Unidos -básicamente su aceptación de establecer un salario mínimo de US$16 por hora para algunos trabajadores de las fábricas de vehículos, así como su compromiso con medidas de protección laboral más exigentes, entre otras cosas- facilitaban las cosas para los demás socios.
"(Las decisiones mexicanas) despejan el camino para que tengamos unas conversaciones sustantivas y, creo, productivas con Estados Unidos esta semana", agregó.
Así, la renovación del pacto entre los tres países de América del Norte quizá no enfrente un panorama tan difícil como podría pensarse a partir de las declaraciones de Trump en las que insinuaba la posibilidad de que llegara a su fin.
Aunque es muy probable que en su nueva versión lleve un nombre distinto que no recuerde ni de lejos las siglas del NAFTA, del que duramente abominó Donald Trump durante su campaña presidencial de 2016.
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