Abortar es una decisión muy personal y no en muchos países está permitido, pero si se lleva a cabo, la Organización Mundial de la Salud tiene una guía dirigida a profesionales en la que señala un medicamento de preferencia para el aborto farmacológico: el Misoprostol.
El Misoprostol se usa en los abortos llamados “médicos” o farmacológicos que se diferencian de los quirúrgicos, aquellos que implican la dilatación y evacuación uterina y que a su vez se dividen en abortos de vaciado manual (AVM) o vaciado eléctrico (AVE).
El uso de uno u otro método depende de muchos factores, entre ellos el número de semanas de gestación y la edad de la gestante, pero sobre todo depende de lo que el doctor o doctora crea más adecuado.
La OMS define al misoprostol (PGE1) como un medicamento tradicionalmente usado para tratar úlceras gástricas. Por eso en muchos países ni siquiera está indicado para aplicaciones en el campo de la obstetricia, como es la interrupción del embarazo.
Y es que el Misoprostol provoca también una hiperestimulación del útero, produciendo, según la dosis, fuertes contracciones uterinas.
La OMS lo considera el fármaco más recomendado a la hora de practicar el aborto médico: por su baja mortalidad asociada y porque es fácil de conseguir, de conservar, de administrar y es más barato que otros métodos que existían anteriormente.
En la mayoría de casos, el Misoprostol se administra 24 horas después de tomar otro fármaco, llamado mifepristona, pero este es de más difícil acceso y su venta está prohibida en muchos países.
El aborto se puede realizar igualmente solo con Misoprostol, pero la dosis es diferente y dependerá siempre de la edad de la gestante, su peso y lo avanzado que esté el embarazo. Solo el doctor podrá decidir qué dosis es la adecuada para llevar a cabo un aborto seguro.
El Misoprostol se puede tomar por vía oral o vía vaginal. En el primer caso, la pastilla se coloca debajo de la lengua para que se deshaga. Pasados 30 minutos, la paciente puede tragar con normalidad.
Si es por vía vaginal la pastilla se introduce por la vagina, lo más profundo que se pueda y siguiendo los protocolos de higiene necesarios (manos limpias, etc…), y la paciente debe permanecer tumbada también 30 minutos hasta que la pastilla se deshaga.
Todo esto se administra en varias dosis y con determinada frecuencia que indicará el médico.
El Misoprostol provoca la maduración del cuello uterino, lo que hace que este se agrande y dilate. Se producen contracciones en las paredes uterinas que causa cólicos muy fuertes en la paciente y sangrado. De esta manera es como se elimina el tejido gestacional en forma de coágulos bastante grandes.
Es en general un proceso doloroso y desagradable.
El sangrado y expulsión de coágulos continúa entre cuatro y seis horas después de la administración del Misoprostol, pero los cólicos pueden durar uno o dos días y los manchados de sangre continuar varias semanas.
Otros síntomas pueden ser vómitos, fiebre leve, diarrea, mareos y cansancio. Para aliviar el dolor puede tomarse ibuprofeno y otros medicamentos recomendados por el doctor pero nunca aspirina, pues facilita la hemorragia.
Pasados unos días debe pasarse una cita con el doctor o doctora para asegurarse de que todo el tejido endometrio se ha eliminado por completo y el aborto se ha completado con éxito de forma segura.
Fuente: Organización Mundial de la Salud