¿Qué tienen en común el cuento de Jorge Luis Borges, "El jardín de senderos que se bifurcan" y el experimento de física cuántica de la doble rendija?
Aparentemente no mucho. Hablan de mundos diferentes.
Sin embargo, José Gordon, uno de los divulgadores científicos más reconocidos en México, ha encontrado una forma exitosa de explicar los conceptos más innovadores de la ciencia: alternándola con la poesía o la literatura.
"Hay que tener cuidado de no confundir las metodologías. La ciencia tiene un rigor, la literatura tiene otro rigor. Pero, cuando entremezclas ambos relatos, por asociación, vas abriendo más fácilmente la conexión entre conceptos que a veces no estaban conformados en nuestra mente", dice.
Gordon dice que este método es lo que le ha funcionado en "La oveja eléctrica", que es el programa de divulgación científica más veterano de la televisión mexicana, con más de 11 años al aire.
"Me alegro mucho de que haya interés por la ciencia y que me hagan preguntas tan interesantes", aseguró tras ver la cantidad de preguntas que enviaron los lectores de BBC Mundo.
El también autor del libro "El inconcebible universo", charló sin parar un par de horas, mezclando sus respuestas. Se centró en la comunicación de la ciencia. BBC Mundo te presenta aquí un resumen.
Aparte de lo que ya conté, de entremezclar los conceptos inéditos con poesía o literatura, se deben hacer las cosas con humor. La ciencia es maravillosa y se debe compartir con emoción.
Hay que tener en cuenta, además, que la asociación es un proceso importantísimo para el entendimiento.
En el cuento "Funes el memorioso" , Borges lo plantea de una manera muy clara: tener toda la memoria del mundo no quiere decir que estés entendiendo. Entiendes cuando conectas los puntos. Entonces la clave para entender es buscar la esencia que conecta un punto con otro.
Lo que hemos planteado es que al entrecruzar dos relatos extraños, de mundos distintos, pero que de alguna forma pueden correlacionarse, la asociación se facilita.
Lo que ocurre con la comunicación de la ciencia es que, si se plantea un relato interesante, es que vas a querer saber más de ello y vas a ir a los libros especializados, con maestros, con amigos, y así vas a ampliar tu circulo y espacio de conocimiento.
El historiador Yuval Noah Harari tiene un libro muy interesante que se llama "Sapiens: de animales a dioses".
Harari dice que estamos avanzando tan vertiginosamente que las posibilidades que se nos están abriendo con la ciencia y la tecnología son enormes, pero que hacia donde vayamos depende de si hacemos un uso inteligente y generoso del conocimiento.
Puede usarse egoístamente y ya.
Por ejemplo, se puede aumentar el tiempo y la calidad de vida, pero solamente para algunos cuantos, para los más ricos.
Así, Harari plantea que, como especie, necesitamos hacer una pausa para reflexionar qué es lo que queremos.
Es decir, ahí están las posibilidades, pero si no sabemos lo que deseamos, podemos incluso autodestruirnos.
Debemos contestar a la pregunta ¿qué tipo de mundo deseamos? y hacer un mapa.
Yo creo que para hacer esta agenda necesitamos empatía, imaginación y conocimiento.
La respuesta a si la ciencia va a ayudar o no a que resolvamos estos problemas está relacionada profundamente a saber qué queremos como humanidad.
Los dos tienen que ver con la curiosidad y la capacidad de asombro.
También, descubren mundos y tienen que ver con hallazgos: nos revelan lo que antes era invisible.
La ciencia nos descubre capas de la naturaleza, la literatura de los sentimientos, de los deseos de los demás, de por qué un personaje actúa como lo hace.
Tanto la ciencia como el arte nos van ensanchando la mirada y en ese sentido es donde hablamos de una cierta espiritualidad que comparten.
Una espiritualidad que no tiene que estar adscrita a la religiosidad en términos tradicionales, sino más bien a la religión del asombro, por decirlo de alguna manera.
En la película "La teoría del todo", cuando Stephen Hawking conoce a la que sería su mujer y le pregunta que qué estudia, él le contesta que es cosmólogo. "¿Qué es eso?" Le pregunta ella. "Es la religión para ateos inteligentes", le contesta.
Por otro lado, tanto la ciencia como la literatura nos comunican mundos que están distantes: la ciencia a través de ecuaciones, la literatura a través de metáforas.
Ambas están unidas por nuestra pasión por entender, que tenemos todos cuando somos niños. Desafortunadamente, va desapareciendo cuando nos van diciendo que ya no preguntemos.
La buena noticia es que, tanto ciencia como literatura, te dicen que sigas preguntando, experimentando, viendo la complejidad del mundo.
A mi me gusta citar a Bruno Schulz: "debemos madurar hacia la infancia". Es decir, ir siempre hacia la curiosidad, seguirnos sorprendiendo y dejar atrás nuestros prejuicios, que son conceptos viejos.
Otra buena noticia es que no se necesita ser científico para disfrutar de los hallazgos de la ciencia y no se necesita ser novelista para disfrutar de los hallazgos y revelaciones de la literatura.
Estas dos formas de conocimiento nos dan la posibilidad de ser más sensibles y críticos.
Para mí el problema clave que está detrás de las diferentes crisis que vivimos es la falta de imaginación y pensamiento crítico.
De imaginación que te saque de los límites desde donde estás viendo las cosas para tratar de enfrentar con pensamiento critico a los problemas de maneras inéditas.
Es curioso, pero un pensamiento crítico es precisamente un pensamiento imaginativo: el que dice que algo no funciona y debemos ver otras maneras de hacerlo.
Para llegar a soluciones sistemáticas, informadas, coherentes, se necesita un pensamiento interdisciplinario, que rebase las fronteras de lo que solemos imaginar.
El filósofo Gaston Bachelard decía que imaginar es ir más allá de las imágenes primeras, que son las que nos ha dado nuestra educación y nuestros prejuicios.
Yo estoy convencido que tanto ciencia como arte abren boquetes en nuestras cajas perceptuales para ver más lejos de los que nos rodea, de las imágenes primeras a los que estamos confinados.
En mi experiencia hay una constante: entre más grandes son en su tarea científica son más humildes.
Además, tienen un profundo deseo de compartir su conocimiento si se hace el ejercicio de investigar antes y preguntar con una mirada genuina.
Yo no he encontrado a un científico que no quiera comunicar esos hallazgos. Se da de una manera natural si la interlocución es válida, respetuosa y llena de investigación.
Cuando no entiendo vuelvo a hacer la pregunta por otro lado.
Uno tiene que decir no entiendo, ¿me explicas desde otro ángulo? y si lo haces de una manera genuina el científico intentará ayudarte.
También lo que ocurre es que el conocimiento se abre en capas, tanto en literatura como en ciencia.
Es diferente cómo entiendes un poema a los 18 años y cómo lo entiendes después de más experiencia. De alguna forma, cuando tienes más mapas, por asociación, vas interconectando mundos diferentes.
La bióloga Deborah Gordon de Stanford estudia el comportamiento colectivo de las hormigas y ha descubierto que no tienen una autoridad central.
El algoritmo, o la serie de pasos que los guía, se da hormiga tras hormiga frotando sus antenas. Y ese algoritmo es igual que el de internet. Dicho de una manera graciosa, las hormigas descubrieron el "anternet".
Estamos descubriendo anarquías inteligentes, nuevas formas de comunicación de la sociedad que no pasan por los patrones autoritarios.
Cada vez más vamos a ir descubriendo comportamientos colectivos que nos ayudarán a avanzar en el conocimiento.
Por ejemplo, problemas matemáticos que son puestos en las redes y que son resueltos colectivamente por varias personas, desde un ganador de la Medalla Fields (lo equivalente a el Nobel de las matemáticas), por un maestro de preparatoria y otros entusiastas. Cada uno va poniendo de su parte.
Es como los "cadáveres exquisitos" de la literatura donde te escribo un verso y solo te doy la palabra del final y tú tienes que seguir, aportando palabras e imágenes que no están en mi radar. El resultado termina siendo algo que viene de la mente de distintas personas.
Así, de diferentes formas, vamos a ir haciendo mayor uso de nuestra imaginación colectiva gracias a las redes que ya existen.
Por ello, tenemos que pensar en formas de estimular la conciencia y la imaginación colectivas.
Los físicos Albert Einstein y Niels Bohr se mandaban cartas, pero pasaban meses entre que llegaban sus respuesta. ¿Cómo hubiera sido su comunicación en tiempos de internet?
Ahora el flujo es mucho más rápido.
Hay ideas que toman tiempo en asentarse, pero la posibilidad de comunicarse y compartir conocimiento más rápido es posible más que nunca.
Yo creo firmemente en la seducción del conocimiento. Cuando descubres algo interesante, que te abre la mirada, una vez que te atrapa ya no hay vuelta atrás.
Lo he visto con niños de escuelas públicas donde compartimos los "Imaginantes" (cápsulas de animación de un minuto). Había quienes pensaban que los niños no iban a entender.
Pero no fue así, a los niños se les abre la mirada al descubrir la belleza que hay en aprender algo nuevo, en el conocimiento. Les gustaba tanto que se levantaban más temprano para llegar a ver las cápsulas.
Lo describía perfectamente el poeta Luis Ruiz: no podemos vivir como si la belleza no existiera.
El día que aprendiste algo nuevo sabes que pasó algo hermoso en tu vida. Si estuviéramos más acostumbrados a ello, la pasión por aprender sería mayor.
BBC es un ejemplo muy cercano: es una televisión pública y sin embargo ha tenido la inteligencia de crear dramas de buena calidad que compiten con los canales privados.
Me acuerdo que el poeta Álvaro Mutis decía que a un niño nunca hay que obligarlo a leer, que lo tiene que hacer por pasión.
Sin embargo, no puede empezar por el Quijote si no está listo para eso.
Tiene que empezar por los autores que le resuenan y de ahí seguirá con otras cosas.
Lo han hecho muy bien en México con un proyecto llamado Faros, que invita a la lectura en zonas difíciles de la ciudad. El bibliotecario charla con los jóvenes y les da a leer cosas que tienen que ver con su realidad.
Este es un punto importante: para que el conocimiento sea atractivo, mas allá de sus capacidades criticas, de fascinación, debe conectarse con tu realidad, con tu mundo, y dar posibilidad de soluciones prácticas para lo que vives.
Siendo así, no conozco a nadie que no quiera tener más conocimiento.
El experto en tecnología Sam Pitroda me dijo que más importante que tener conocimiento es compartir el conocimiento.
El conocimiento, a su vez, tiene poder organizativo: da a la sociedad posibilidad de exigir soluciones basadas en la ciencia.
Gordon también dice que el conocimiento, con todo su rigor, también debe ser comunicado de una forma amable, con gozo, e incluso con humor.
Al final de su programa, "La oveja negra", canta una canción relacionada con el tema que se trató.
Aquí nos canta una ranchera en la que habla sobre la posibilidad de que existan universos paralelos.
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