"Fui torturada sexualmente por muchos policías. No es posible saber cuántos: me habían tapado la cara con mi propio suéter", cuenta Norma Jiménez.
"Tomaban turnos e invitaban a otros para subir al autobús donde abusaban de mí. ‘Vengan a probar a esta perra’, se decían", recuerda para BBC Mundo.
Los hechos ocurrieron durante un operativo policial que reprimió duramente a manifestantes en San Salvador Atenco, en el Estado de México, el 3 y 4 de mayo de 2006.
Para ese entonces, el gobernador del Estado era el actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
Y Norma es una de las 11 mujeres que ha acusado de tortura sexual al Estado mexicano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).
El de Atenco se ha convertido en uno de los casos más emblemáticos de la represiónde la protesta en México.
Dos jóvenes, de 14 y 20 años, perdieron la vida, y más de 200 personas fueron detenidas, la mayoría arbitrariamente.
Las imágenes de policías golpeando brutalmente a la gente en el operativo en el que hubo "violaciones graves de garantías individuales" -según determinó la Corte Suprema de Justicia de México- causaron horror en el país y en el mundo.
Y según varios expertos consultados por BBC Mundo, la sentencia de la CorteIDH sobre el caso se espera este semestre,
Para Stephanie Brewer, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), que representa a las víctimas, "la tortura sexual muestra una de las caras más terribles de todo lo que pasó en la represión de Atenco".
En total, unas 50 mujeres fueron detenidas durante el operativo.
"Y por la información de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y por la que nosotros recabamos, podemos pensar que todas sufrieron agresiones parecidas, que la tortura sexual fue sistemática", le dijo Brewer a BBC Mundo.
11 de esas mujeres han seguido con la denuncia durante estos más 12 años y en noviembre de 2017 presentaron sus testimonios ante la Corte Interamericana De Derechos Humanos (CorteIDH).
Este órgano judicial de la Organización de Estados Americanos (OEA) es el encargado de juzgar los casos en que se acuse a los Estados de violar la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Y aunque el Estado mexicano aceptó ante la CorteIDH la tortura sexual de las 11 mujeres, también negó que hubiera una orden de los mangos a cargo para torturar y abusar de los detenidos, como denuncian las víctimas.
"No se puede afirmar que autoridades se hayan organizado para hacer daño", aseguró ante la corte Miguel Ruiz Cabañas, el representante de México en el caso.
Y Ruiz Cabañas, quien se desempeña como subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, también justificó ante la CorteIDH el operativo policial, asegurando que el mismo había ido necesario para restablecer el orden.
Los manifestantes habían detenido y golpeado a una docena de agentes de seguridad pública y mantenían bloqueada la carretera.
Pero durante el traslado y el ingreso al penal de las personas capturadas durante la operación, las mujeres sufrieron amenazas de muerte, golpes, abusos sexuales y, en algunos casos, violaciones.
"Además de constituir actos de violencia contra la mujer, fueron actos de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes", dice el informe del caso que presentó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
(BBC Mundo solicitó una entrevista con el Sr. Ruiz Cabañas, sin éxito).
El tiempo que ha pasado no ha logrado borrar el dolor, asegura Norma.
"Ahí radica uno de los orígenes malvados de la tortura, especialmente la sexual, que se queda para siempre, es algo que no puedes olvidar", le dice a BBC Mundo.
Ella tenía entonces 23 años y estaba estudiando artes plásticas. Había ido a Atenco como reportera para una revista feminista.
Uno de sus recuerdos más terribles es la del traslado al penal en un autobús donde las fuerzas de seguridad habían apilado a las personas, tiradas semidesnudas unas sobre otras.
El peso de los cuerpos entre sí les hacía difícil la respiración, algunos estaban inconscientes y olía a sangre, según narran las sobrevivientes entrevistadas por BBC Mundo.
"Recuerdo sentir el olor y la humedad de la sangre del muchacho que iba debajo de mí. Yo sufría al pensar que no lo estaba dejando respirar, pero no me podía mover. Tenía a alguien más encima y si nos movíamos los policías nos golpeaba", cuenta Norma.
Dice que tocaba la mano del muchacho para intentar darle ánimos en la terrible situación.
"Él en momentos dejaba de tocarme y yo pensaba que se había muerto. Me daba mucha angustia", recuerda.
También hubo tortura psicológica. "Nos decían que nos iban a matar y desaparecer: ‘Sus familias no tendrán ni un cuerpo al que llorar", dice Norma.
Cada tanto paraban el autobús y decían que era para tirar a alguien que había muerto.
Ella no dudaba que eso era posible: había visto como la policía había golpeado salvajemente a la gente.
Una imagen que le sigue causando terror fue como una docena de policías golpeaban con sus toletes y pateaban a una mujer mayor que estaba tirada en el piso.
"En algún punto llegué a pensar: "Ojalá que me muera pronto. Ojalá ya no dure tanto porque ya no puedo más", dice Norma.
Logró sobrevivir, pero su vida quedó marcada por estos hechos.
Estuvo presa un año y cuando volvió a la escuela fue estigmatizada.
Otra de las mujeres que demandan al Estado mexicano es Italia Méndez. Tampoco sabe cuántos policías abusaron de ella.
"Me golpearon, me hicieron tocamientos, me introdujeron diferentes objetos en la vagina, me mordieron", le dice a BBC Mundo.
Italia quedó muy lastimada. Dice que tuvo atención ginecológica y que le suturaron una herida muy grande que tenía en la cabeza sin anestesia y sin lavarle antes.
Cuando presentaba su declaración ante el ministerio público, una persona no identificada sacó la hoja de la máquina de escribir donde se estaba registrando el testimonio de su violación y la rompió.
"Me dijo que no dijera nada de eso, que tenía que abstenerme de denunciar".
La joven acusa al Estado mexicano de intentar que las víctimas no siguieran con la denuncia.
Dice que las que 11 que siguieron son las que eran más jóvenes en ese entonces, muchas de ellas universitarias sin hijos.
"Todas tuvimos costos muy altos. Para las madres de familia fue mucho más difícil. A algunas las dejaron sus maridos".
Italia tenía 27 años y había ido a Atenco para documentar para la ONG para la que trabajaba la muerte de Javier Cortés, el niño de 14 años que murió presuntamente por un disparo de la policía.
Además de una profunda depresión por la que tuvo que dejar su trabajo, Italia asegura que ha sufrido de desórdenes del sueño y de alimentación.
Otra de las sobrevivientes, Claudia Hernández, estaba ahí por su trabajo de tesis de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Ante la corte testifica con la voz cortada que los policías la golpearon repetidamente, que se burlaban de la gente lastimada y que le decían groserías.
"Un policía me pisó la cabeza con su bota y me mantenía apretando contra los demás que estaban tirados en el autobús", recuerda.
Después entre varios empezaron a tirar de su ropa interior para lastimarla.
"Cuando se dieron cuenta de que estaba en mis días uno gritó: ‘Vamos a ensuciar más a esta perra’ y me bajaron el pantalón. Introdujeron sus dedos en mi vagina", recuerda.
Brewer, coordinadora del área internacional del Centro Prodh, dice que en el contexto de la guerra contra el narcotráfico han documentado quelas detenciones arbitrarias con comunes y que las mujeres sufren a menudotortura sexual y fabricación de casos.
Y también recalca que, más de 12 años después, en México no hay ningún sentenciado por este caso.
Las sentencias de la CorteIDH, en cualquier caso, no nombran culpables individuales.
"Probablemente responsabilizará al Estado mexicano por las violaciones a los derechos humanos cometidas en Atenco. y pedirá reformas a sus sistemas, así como investigar y sancionar a los responsables en todos los niveles", anticipa Brewer.
Y Alberto Abad Suárez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, quien también cree que la CorteIDH condenará al Estado mexicano por el caso Atenco, dice que hay dos razones por las que la sentencia es importante.
La primera es por el fuerte mensaje que la CorteIHD le estaría mandando a México en materia de violencia contra las mujeres. Y también enviaría el mensaje de que se tiene que disminuir la violencia instaurada contra la protesta social.
"Creo que en este caso sí se ameritaba la intervención de la fuerza pública porque los pobladores tenían policías retenidos. Pero, su actuación debe tener protocolos para que se respeten siempre los derechos humanos. En este caso se rigieron más por la venganza", le dice a BBC Mundo.
Entre las medidas de reparación que de las sobrevivientes piden es que los funcionarios públicos que las acusaron de criminales se retracten.
También, quieren que se establezca un centro de acompañamiento para víctimas de tortura sexual en donde ellas mismas brinden atención a otras mujeres, ya que consideran que las instituciones revictimizan a las sobrevivientes.
Norma cuenta que después de haber sido abusada oyó cómo otras mujeres fueron también torturadas por los policías.
"Me sentía todavía más rota de no poder hacer nada. Pero ahora puedo hacer algo y es luchar por este caso para que no le vuelva a pasar a nadie", dice.
Después de 12 años de espera, las mujeres sobrevivientes de la represión policial en Atenco podrían lograr que la CorteIDH sentencie al Estado mexicano.
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