Apple no siempre es la primera.
No inventó el reproductor de mp3 portátil, simplemente le dio un estilo icónico que merece el arte almacenado en él.
No inventó el teléfono inteligente, simplemente creó el primer producto que justificó ese término.
Tampoco inventó los asistentes de voz, ni los autos que se conducen solos, ni las prendas tecnológicas (wearable technology, en inglés) o lo que venga después.
Y es eso, lo que viene después, lo que representa la mayor amenaza para Apple, incluso si parece intocable en este momento.
A partir de ahora, para mantenerse en la cima, Apple no tiene que predecir el futuro, sino perfeccionarlo.
"Pasamos de un mundo centrado en computadoras de escritorio a un mundo centrado en los teléfonos inteligentes", dice Benedict Evans, de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz.
"Ahora realmente estamos pensando en lo que vendrá después".
Las ventas de los iPhone han dejado de crecer.
Eso normalmente sería un desastre para los inversores, pero no para Apple que lo resolvió sacándole más dinero a cada unidad.
El iPhone X lanzado el año pasado a un precio de US$999 elevó el precio promedio de venta del teléfono a US$724.
Hasta aquí todo bien.
Pero el próximo boom informático tiene el potencial de hacer que una nueva compañía sea la reina del mundo, tal como lo hizo Apple hasta ahora.
Ahora estamos en el ocaso de la era de los teléfonos inteligentes y es posible que Apple no esté en un lugar particularmente bueno para tener éxito con lo que viene después.
"El centro de atención ahora son los automóviles, las gafas, los servicios, la nube, la televisión, cosas que todavía no existen", dice Evans.
El experto considera que la única opción que tiene Apple en este momento, al igual que todas las empresas de tecnología, ir a la segura en sus apuestas.
"Apple está trabajando en productos futuros, algunos de los cuales serán tan importantes como el iPhone. El problema es cómo saber cuáles serán esas cosas y qué tan grandes serán", opina Evans.
Si se confirman las predicciones, la inteligencia artificial y los datos serán los pilares de la próxima gran plataforma, y algunos creen que Apple podría tener una debilidad ahí.
La firma ha venido como virtud suya el hecho de que no recopila tantos datos como Google y Facebook.
Aunque no están en duda los principios de privacidad de la empresa, su postura hace factible que carezca de los datos necesarios para ofrecer los tipos de inteligencia artificial que la gente está buscando.
"Apple tendrá que descubrir cómo puede cubrir eso sin tener el control de esa información", dice la analista Carolina Milanesi.
Para ella, los problemas de Apple comienzan con Siri, su asistente "inteligente".
"Siri no parece retener lo que sabe acerca de mí en todos los dispositivos", dice Milanesi.
"A medida que los usuarios se vuelvan más dependientes en el uso de Siri, esperarán que tenga conocimiento de sus gustos y aversiones", explica.
Para hacer eso, Apple necesitaría ajustar su enfoque de procesamiento de datos.
En lugar de mantener la información del usuario en un sitio local, como en el dispositivo de una persona, es posible que deba comenzar a enviar información a un servidor.
"A Apple le puede parecer que tiene que comprometer la privacidad, pero no es así", argumenta Milanesi.
Apple está trabajando en abordar sus deficiencias de inteligencia artificial.
Evans señala que la reciente contratación de John Giannandrea, exjefe de inteligencia artificial de Google, fue un gran movimiento.
El fichaje fue anunciado en el Financial Times como si se tratara de un futbolista estrella que pasó de un equipo rival a otro.
"El desertor de inteligencia artificial le da acceso a Apple a los secretos de Google", decía su titular.
Algunos dirán que la mayor molestia para Apple, en el corto plazo, proviene de una combinación de mareas que ya conocemos.
Los aranceles impuestos por Donald Trump podrían afectar la economía de la cadena de suministro en China, junto con la creciente presencia de rivales más baratos del mercado en la misma parte del mundo.
Huawei, por ejemplo, superó a Apple en la cantidad de teléfonos inteligentes vendidos a nivel mundial.
Pero en realidad, ninguna de esas cosas afectará significativamente el negocio de Apple.
Para empezar, la gente paga muchísimo más por los dispositivos de Apple que por los de Huawei.
Y cualquier problema que surja del clima político, dice el analista Daniel Ives, está siendo visto como un "riesgo controlable" por Wall Street.
Como una empresa que vale US$1 billón, Apple es demasiado grande como para sufrir.
Pero eso se decía sobre Microsoft en la década de 1990, cuando su periodo de dominio sobre la industria de la informática surgió como resultado de perfeccionar el uso de la computadora de escritorio para el trabajo, para la escuela, para la casa.
Los tiempos han cambiado. Cambiarán también para Apple.
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