Finalmente Goldie Sayers va a poder recibir la medalla de bronce olímpica que le corresponde, la que debió colgarse en el cuello ocupando su lugar en el podio durante las Olimpiadas de Pekín 2008.
Aquel día Sayers hizo todo lo que pudo con el mejor lanzamiento de su carrera, pero quedó en cuarto lugar a centímetros del tercer puesto por detrás de checa Barbora Spotakova, la rusa Mariya Abakumova y la alemana Christina Obergfoll.
Sayers estaba revisando su cuenta de Twitter cuando vio el comunicado de prensa del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés) informando sobre su decisión de desestimar el recurso que había interpuesto Abakumova en contra del castigo que recibió por haber dado positivo del esteroide anabólico turinabol.
La sustancia no fue detectada hace una década, pero si apareció en el contraanálisis que se le hizo a su muestra hace dos años.
Esa presea es la primera y única medalla en una gran competencia internacional, entre Olimpiadas y Mundiales de atletismo, que va a aparecer en el palmarés de Sayers.
De 36 años de edad y retirada del deporte desde 2017, Sayers le había dicho en una oportunidad a la BBC que el dopaje de Abakumova le "había robado el mejor momento de su vida".
Tras conocer la decisión del TAS el miércoles, la atleta británica hizo una reflexión más amplia.
"Leer que estoy un paso más cerca de recibir mi medalla olímpica es un sentimiento bastante surrealista", comenzó Sayers en un texto que compartió en su cuenta de Twitter.
"¿Cuándo es que te das cuenta que has ganado una medalla de bronce olímpica? Yo: sentada en una tren en la estación de Taunton comiendo un sándwich de queso".
"En parte porque Pekín fue hace una década y también porque el TAS se demoró 16 meses para llegar a una decisión sobre esta apelación", agregó.
Sayers reconoció que "si bien mi vida ha cambiado un poco desde 2008, la sensación de orgullo y el gran recuerdo de haber logrado el récord británico en una final olímpica no lo ha hecho".
"Se trata de un gran momento para compartir con mi familia, amigos, entrenador y el equipo que me apoyó durante mi carrera".
"Ciertamente planificaremos una fiesta en el momento que finalmente pueda tener la medalla en mis manos", fue su promesa final.
El lanzamiento que hizo Sayers aquel día, de 65,75 metros, todavía se mantiene como el récord británico.
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