Atlacomulco es un municipio en el oeste del Estado de México donde nacieron algunos de los políticos más importantes de las últimas décadas, como el presidente Enrique Peña Nieto.
Pero el nombre de esta localidad se refiere a algo más en el país. En el escenario político mexicano, Atlacomulco viene a ser sinónimo del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Allí surgió una de las corrientes internas más fuertes del organismo. Atlacomulco significa bastión, el origen de la fuerza del PRI.
Hasta ahora. En las elecciones de este 1 de julio, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ganó todas las posiciones que se disputaban en el municipio.
El PRI perdió el control de su territorio más emblemático, un ejemplo de lo que sucedió en el resto del país.
De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), al menos cuatro de cada cinco mexicanos decidieron no votar a favor de dicho partido, que perdió la presidencia de la República.
El ganador fue el político de izquierda Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo más de 29 millones de votos, el mayor número para una elección presidencial.
El escenario fue muy distinto para el tricolor, como se conoce en México al PRI por su emblema que utiliza los colores de la bandera nacional.
El partido no pudo ganar una sola de las nueve gubernaturas que se disputaron, y además redujo significativamente su número de legisladores en el Congreso.
En la actual Cámara de Diputados, por ejemplo, el PRI es el primer grupo parlamentario. En cambio, cuando inicie la nueva legislatura el 1 de septiembre, el partido ocupará el quinto lugar.
Es su peor derrota desde 1929, cuando se fundó el que durante varias décadas se le conoció como "partido hegemónico".
Y puede ser peor, le dice a BBC Mundo Luis Carlos Ugalde, director de la consultora política Integralia.
"El riesgo es que en cinco o seis años se convierta en un partido en extinción", advierte.
Hasta ahora, el PRI conserva el control de 12 de las 32 gubernaturas del país, el menor número de su historia. Es virtualmente su única ancla política y de recursos.
Porque en el resto del escenario político enfrenta "un desastre", asegura el politólogo Leo Zuckermann.
Un ejemplo es la Cámara de Diputados. Actualmente, el organismo tiene 204 curules que representan el 41% del total. Es el primer grupo parlamentario.
Pero en la próxima legislatura, el PRI podría obtener solamente 42 diputaciones equivalentes al 8% del total, según una estimación de la consultora Oraculus basada en los resultados oficiales publicados hasta ahora.
El número real se conocerá después de las eventuales impugnaciones que se presenten en tribunales.
Según especialistas es muy probable que esta tendencia se mantenga, y de confirmarse, el PRI se convertiría en la quinta fuerza política en la Cámara de Diputados.
Pero eso no es todo, insiste el politólogo Luis Carlos Ugalde. En estas elecciones, el PRI perdió cientos de ayuntamientos y diputaciones locales.
Hasta ahora, el apoyo que obtuvo su candidato presidencial José Antonio Meade es del 16,4% de los votos. Es el candidato con menos votación en la historia del partido.
En 2012, el respaldo para el actual presidente Peña Nieto fue del 38%. El problema, sin embargo, no es solo de popularidad.
En México, la mayor parte del financiamiento de los partidos proviene de recursos fiscales que se asignan con base en el porcentaje de votación obtenido en los comicios.
Hasta ahora el PRI es el organismo con mayor financiamiento público, pero de mantenerse la tendencia hay posibilidades de que sus recursos pasen a ser la mitad de los actuales.
Se trata de un serio problema para una estructura política creada en décadas de existencia como es el caso del PRI.
Tradicionalmente, muchos de sus militantes son empleados en gobiernos estatales o municipales, sin contar los que participan en congresos o dependencias federales.
Pero de los 12 estados que aún controla, siete renovarán el gobierno dentro de tres años. Ese es el plazo que tiene el tricolor, según expertos, para superar su crisis.
¿Podrá hacerlo? No está claro, coinciden analistas, porque la dimensión del golpe recibido es mayúscula.
De hecho, el escritor Héctor Aguilar Camín dice que el voto de castigo al PRI el pasado 1 de julio es "brutal, devastador", y como pocos partidos lo han recibido en el mundo.
Una explicación es la imagen de Peña Nieto, quien termina su gobierno con la peor evaluación a un presidente mexicano desde que se comenzaron a realizar las mediciones en los años 90.
El mandatario tiene un respaldo promedio del 20%, según empresas consultoras y de opinión pública como Parametría y Consulta Mitofsky.
Esto genera molestias dentro del PRI. Uno de los inconformes es el grupo Democracia Interna de este partido, según advirtieron en una carta publicada este martes.
"El Presidente Peña y sus funcionarios de primer nivel en el gobierno, principalmente quienes han estado encargados del combate a la inseguridad, a la pobreza y quienes cometieron actos de corrupción o quienes debieron dedicar a erradicarla, son responsables en gran medida del resultado electoral", dice la misiva.
Así, el camino para la reanimación del PRI no se ve fácil porque se desconoce cuál de los grupos internos se quedará con su control, insiste Ugalde.
Y como ocurrió en 2000, cuando el tricolor perdió el gobierno del país por primera vez, hay la posibilidad de que el presidente en turno no participe en el proceso.
"El presidente Peña Nieto ¿va a influir en este período de tránsito o lo van a hacer a un lado?", concluye el analista.
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