Ha sido una transformación drástica. Entre las elecciones presidenciales de 2012 y las de 2018, el mapa político de México cambió en más de un 60%.
En 22 de los 32 estados del país, la mayoría de los electores favorecieron a una fuerza política diferente a la que habían apoyado en los comicios anteriores.
El cambio más radical tiene que ver con los resultados obtenidos por el hasta ahora oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) que pasó de haberse impuesto en 2012 en 20 estados a no ganar en ninguno en 2018.
El revés ha sido tan grande, que algunos expertos avizoran que este partido, que entre 1929 y el año 2000 fue la fuerza hegemónica en la política mexicana, podría encontrarse en el futuro cercano en vías de extinción.
Su candidato presidencial, José Antonio Meade, fue el menos votado en toda la historia del partido. Cosechó un apoyo que apenas llegó al 16%.
El PRI no pudo ganar una sola de las nueve gubernaturas que se disputaron el domingo pasado y solo obtuvo el voto de uno de cada cinco electores.
Se prevé que en la Cámara de Diputados pasará de ser la primera fuerza a convertirse en la quinta.
Una suerte parecida a la de PRI le tocó al Partido Acción Nacional (PAN), de cuyas filas han salido los dos únicos presidentes no priistas de México (Vicente Fox y Felipe Calderón).
Su candidato presidencial, Ricardo Anaya, llegó en segundo lugar en las elecciones del domingo pasado pero solo consiguió un apoyo de 22,44%, según los resultados preliminares. Menos de la mitad del respaldo logrado por AMLO.
En 2012, el PAN fue el partido más votado en cuatro de los 32 estados del país.
En 2018, sin embargo, solo obtuvo mayoría en Guanajuato, un estado conservador en el que fue gobernador Vicente Fox y que ha sido considerado como el semillero de votos del PAN desde más de dos décadas.
Ahora también es su último bastión.
Pero si unos bajan, otros suben.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), encabezado por el futuro presidente del país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien como candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) pasó de haber triunfado en ocho estados en los comicios de hace seis años a imponerse en 31 de las 32 entidades federales del país.
AMLO ganó las presidenciales con más de 52% de los votos, de acuerdo con los resultados preliminares del Instituto Nacional Electoral.
Superó a sus competidores con una muy amplia ventaja en, al menos, 13 estados en los que recabó más de 60% de los apoyos totales.
De acuerdo con estimaciones de la encuestadora Consulta Mitofsky Morena y sus aliados también podrán disponer de una mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Por lo que no solamente tendrían en sus filas al nuevo Jefe de Estado sino también una fuerza parlamentaria con fuerza para apoyar su agenda política.
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