Cuando Mustafa Kolo, de 23 años, toma unas pastillas de color rojo brillante siente que puede empujar un árbol. Es como si su cuerpo no fuera suyo. Pueden anular los pensamientos negativos.
"Cuando las tomo, me olvido de todo", cuenta.
Son las 10:00. Kolo y su amigo Modu Mohamed están con su jefe, el comandante de una unidad de vigilancia establecida para proteger la ciudad de Maiduguri, en Nigeria, de Boko Haram.
Los jóvenes reclutas están claramente incómodos.
Después de que una investigación de la BBC mostró el alcance de la adicción a la codeína en Nigeria, las autoridades de ese país prohibieron la producción de un jarabe para la tos que contiene esa sustancia.
Pero la codeína no es el único azote opiáceo que se extiende por África occidental.
Otro medicamento para el dolor, el Tramadol, está causando una creciente adicción y, como pudo averiguar Stephanie Hegarty, de la BBC, puede estar impulsando la insurgencia en la zona.
-"¿Cuántas tomaste hoy?".
-"¿Hoy? Ninguna", contesta Kolo.
Sus ojos son oscuros y de un rojo ensangrentado.
Mohamed está apático y distraído. Su cabeza cuelga entre sus huesudos hombros.
Es obvio que están mintiendo. El comandante interviene y los insta a decir la verdad.
"Solía tomar tres o cuatro cuando empecé. Pero ahora lo reduje a una o media", dice Kolo, sin ir más allá.
En esta ciudad problemática, miles de personas son adictas al Tramadol: los vigilantes, los desplazados por la guerra e incluso los propios militantes.
Este analgésico barato se usa para tratar el dolor de moderado a agudo. Pero, como la mayoría de los opiáceos, es adictivo, aunque cuán adictivo es es un tema de debate.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se cree que el Tramadol tiene un "bajo potencial de dependencia en relación con la morfina".
Pero la epidemia de adicción que está surgiendo en África occidental podría contradecir eso.
"El problema es realmente enorme", dice Marcus Ayuba, director de la Agencia Nacional Antidrogas de Nigeria (NDLEA, por sus siglas en inglés) en el estado de Borno.
Ayuba dirige un centro de tratamiento antidrogas en Maiduguri, la capital del estado donde, según su propia estimación, uno de cada tres jóvenes son adictos a la droga, una epidemia que, según él, se remonta a una década de guerra.
"La gente lo perdió todo", dice. "Hay jóvenes que eran básicamente agricultores, que perdieron sus cultivos, sus casas".
"Ha padres que vieron cómo asesinaban a sus hijos en su presencia", agrega.
Ayuba dice que durante las sesiones, la gente le dice: "¿Qué otra cosa podemos hacer? Solo queremos irnos del mundo".
Pero la crisis no fue quien trajo el Tramadol a Nigeria. Kolo empezó a tomarlo en 2007, dos años antes de que empezara la insurgencia.
Al principio, dijo que tomaba las pastillas porque lo ayudaban a trabajar. Aliviaban el dolor del trabajo físico y lo ayudaban a mantenerse despierto.
Pero ahora, debido a su adicción, no puede trabajar. Así que va como voluntario con la fuerza de vigilancia civil.
"Realmente me ayuda a luchar contra Boko Haram", dice. "Incluso la forma en la que corro, la forma en la que camino, es diferente. Me da fuerza".
Pero el enemigo también parece haberse dado cuenta de este truco.
"Cuando vas a una operación militar, te lo dan, si no lo tomas te asesinan", dice un exmilitante de 21 años que está ahora bajo custodia del ejército nigeriano, después de escapar de Boko Haram en enero.
Durante cuatro años vivió en un campamento en el bosque donde no había suficiente comida ni agua, pero había Tramadol.
"Nos decían que cuando lo tomas tienes menos miedo: eres más fuerte y valiente", dice.
El medicamento era abundante, pero en los últimos meses, a medida que el ejército nigeriano se acercaba a sus campamentos, los suministros escasearon.
El Tramadol estaba reservado solo para los líderes y para aquellos que iban a la batalla. El exmilitante cree que todos son adictos.
La idea de un ejército de militantes islamistas bajo los efectos de opiáceos y enviados a matar es aterradora.
Ayuba cree que eso contribuyó a la brutalidad de este conflicto.
"Nadie tiene el deseo natural de matar. Las drogas están ahí para darte el empujón", dice.
Luego están las mujeres que lograron escapar de Boko Haram y ahora son adictas a las drogas.
Una de ellas, de 16 años, le contó a Ayuba que los militantes drogaban a las niñas cuando empezaban a llorar.
En el puerto de Lagos, un oficial de la Agencia Antidrogas ordena a unos hombres que abran un contenedor. Apiladas hay cajas con analgésicos de venta libre, pero detrás de ellas se esconden miles de paquetes de Tramadol.
La marca es Super RolmeX. En el paquete se lee: "Hecho en India, solo para exportación". Eso ocurre porque la dosis, de 225 mg, es más del doble de lo que es legal en la mayoría de los países.
Dice que se fabricó para Sintex Technologies Ltd en Londres, Inglaterra, pero una búsqueda rápida en internet de empresas en Reino Unido muestra que la compañía se disolvió en 2012.
Hay seis contenedores y millones de pastillas solo en este cargamento.
Naciones Unidas dijo que el tráfico de Tramadol llega a África desde el sur de Asia y que es gestionado por bandas criminales internacionales.
Según un reporte de diciembre, las incautaciones anuales en África subsahariana aumentaron desde los 300 kg a más de tres toneladas desde 2013.
¿Por qué el uso del Tramadol es tan frecuente en Nigeria?
En primer lugar, es barato: el costo de 200 mg es de unos US$0,05 aproximadamente. Y, en segundo lugar, por su capacidad para ayudar a las personas a trabajar. En toda África, muchas personas dependen todavía del trabajo manual.
Pero Ayuba cree que la religión también juega un papel. El alcohol está prohibido en la mayoría de las comunidades musulmanas del nordeste de Nigeria, pero existe un tabú menor con respecto a los medicamentos con receta.
A pesar de las pruebas, la OMS hasta ahora se resistió a poner controles internacionales sobre su comercio.
Existen temores de que limitar el acceso al fármaco haría difícil el acceso a él para las personas que realmente lo necesitan. Y el Tramadol es uno de los pocos analgésicos ampliamente disponibles para tratar el dolor en pacientes con cáncer.
También se puede transportar con bastante facilidad para responder a situaciones de crisis y emergencia, dice Gilles Forte, secretario del grupo responsable de la revisión del Tramadol en la OMS.
"Si está controlado es más difícil moverlo de un país a otro", explica.
Pero mientras esté disponible libremente, la crisis de adicción es poco probable que disminuya. Tal como están las cosas, Ayuba solo puede atender una fracción de los casos que se le presentan todos los días.
Aunque les gustaría, los padres de Mustafa Kolo, el joven vigilante voluntario, no pueden permitirse el lujo de enviarlo al centro de tratamiento.
"Solía soñar con nietos. Ahora veo que he perdido", dice su padre.
"Todo mi país ha perdido como consecuencia de lo que él hace", añade.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.