Desde la cima del éxito empresarial a ser detenido por la policía: así se resumen las últimas horas de la vida del director ejecutivo de Audi, Rupert Stadler.
Stadler cayó este lunes por su presunta implicación en el escándalo de emisiones conocido como el "dieselgate".
Se convierte así, en el primer ejecutivo de alto nivel del grupo Volkswagen en ser arrestado por esta causa.
El escándalo estalló hace tres años en Estados Unidos cuando la compañía admitió que casi 600.000 vehículos con motor diesel vendidos en el país contaban con un software diseñado para trucar los resultados de las pruebas de emisiones de gases tóxicos.
De ahí en adelante, continuaron las indagaciones hasta que se abrió una investigación en Alemania. El mes pasado la empresa admitió que 60.000 vehículos con motores diesel tienen "problemas con el software de emisión".
En ese contexto, el máximo jefe de Audi es acusado por la fiscalía alemana de haber cometido los delitos de fraude y falsificación de documentos, cargos que Stadler rechaza.
Hijo de un campesino, Rupert Stadler nació en la región alemana de Titting en 1963.
Estudió administración de negocios y se especializó en áreas como la planificación corporativa y financiera en la Universidad de Augsburg de Ciencias Aplicadas.
Comenzó su carrera en Philips y en 1990 ingresó a Audi para realizar tareas de fiscalización en los departamentos de Ventas y Mercadeo, en la ciudad de Ingolstadt.
Desde ahí se fue a Barcelona como director comercial de Volkswagen-Audi España y en 1997 asumió el cargo de jefe del Consejo de Administración del grupo Volkswagen.
En 2003, se convirtió en miembro de la junta directiva de Audi y durante cinco años consecutivos fue responsable de la división financiera.
Luego vino el gran salto en su carrera: en enero de 2007 se convirtió en el presidente de la junta directiva de Audi.
Pero su nombre apareció en la lista negra de las investigaciones. La semana pasada, los fiscales alemanes anunciaron que ampliaban sus averiguaciones para incluir a Stadler (y otro miembro de la junta de Audi) y allanaron su departamento.
La compañía accedió a pagar una multa de US$1.200 millones hace unos días, en medio de este nuevo capítulo de una larga investigación estadounidense y europea.
"Volkswagen aceptó la multa y no presentará una apelación contra ella. Volkswagen, al hacerlo, admite su responsabilidad por la crisis del diesel", indicó el gigante alemán en un comunicado.
Analistas en Alemania han mostrado su preocupación por los efectos del caso.
"Viejas heridas estarán obligadas a abrirse de nuevo, y una vez más será obvio, hasta dónde estuvieron implicados en el fraude", escribió el columnista de Deutsche Welle Henrik Böhme.
Desde su perspectiva, esta crisis está lejos de llegar a su fin.
Según publicó el Financial Times, Stadler ha recibido numerosas solicitudes de accionistas para que renuncie.
Sin embargo, "Volkswagen no solo lo ha defendido; el año pasado le extendió su contrato por cinco años más", señala el periódico.
En varias ocasiones, la compañía ha dicho que no hay evidencia que sugiera que Stadler sabía lo que estaba ocurriendo. Pero los fiscales de Múnich solicitaron su arresto temporal, al existir "riesgo de que eliminara evidencia".
Esta no es la única investigación en curso. Varias fiscalías alemanas han abierto indagaciones por presunto fraude, manipulación de cotización en los mercados o publicidad engañosa, contra ejecutivos de Volkswagen, Audio y Porsche, desde que estallara el escándalo hace tres años.
Actualmente se encuentran bajo investigación el ex director ejecutivo de Volkswagen, Martin Winterkorn, y su sucesor, Martin Mülller; además de otros altos cargos como Hans-Dieter Pötsch y Herbert Diess.
El corresponsal de Negocios de la BBC, Theo Leggett, comenta que Volkswagen sigue insistiendo en que aunque ocho millones de autos vendidos en Europa también contenían los dispositivos utilizados para alterar los resultados, éstos no fueron necesarios para pasar las pruebas menos exigentes de la Unión Europea y por lo tanto, no cometieron un delito en la región.
Con todo, dice Leggett, aparentemente la empresa no ha resultado tan golpeada, como se preveía.
"El escándalo ha costado a la compañía cerca de US$29.000 millones, pero los daños a su reputación al parecer no duraron mucho", agrega Leggett.
"El año pasado vendió 10,7 millones de autos alrededor del mundo. Un nuevo récord de ventas".
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