Dos volcanes han ocupado las noticias internacionales las últimas semanas: el Kilauea, en Hawái, y, más recientemente, el Volcán de Fuego, en Guatemala.
Ambos hicieron erupción, pero de maneras distintas y con resultados muy diferentes.
La del Kilauea, iniciada a principios de mayo, obligó a que más de 2.000 personas fueran evacuadas y sus ríos de lava han destruido alrededor de 120 casas.
Pero hasta este martes había dejado solo un herido de gravedad y ningún muerto.
En cambio, desde el domingo hasta la tarde del martes, el Volcán de Fuego, en Guatemala, había dejado 72 muertos y cerca de 4.000 desplazados.
¿A qué se debe que el último fenómeno haya sido más destructivo que el primero?
Una de las razones es que dentro de los dos volcanes corren distintos tipos de magma, dice Janine Krippner, vulcanóloga de la Concord University, a BBC Mundo.
La experta explica que el magma al interior del Kilauea es muy caliente y gaseoso, mientras que el material del Volcán de Fuego es más frío y espeso, lo que evita que los gases escapen fácilmente.
"Entonces, las erupciones del volcán guatemalteco son como agitar una botella de Coca-Cola y luego quitar la tapa", señala Krippner.
El Kilauea expectora principalmente lava. En cambio, la presión en el Volcán de Fuego hace que este escupa flujos piroclásticos.
Estos últimos fenómenos se producen cuando fragmentos de rocas y gases volcánicos ardientes estallan violentamente, ya que son demasiado densos para convertirse en columnas de cenizas.
"Es una cascada que corre por la ladera del volcán. Si el flujo piroclástico te atrapa, quedarás terriblemente quemado o -aún más probable- morirás", dice David Rothery, vulcanólogo de la Open University en Inglaterra.
Los flujos piroclásticos son altamente letales porque pueden alcanzar altas temperaturas y velocidades superiores a los 100 km/h, arrasando todo lo que encuentra a su paso.
"Avanza más rápido y llega más lejos que la lava", dice Rothery, el experto británico.
Paul Rincon, editor de Ciencias de BBC News, detalla que se han visto flujos piroclásticos que alcanzan velocidades de hasta 700 km/h, casi la misma a la que viaja un avión comercial.
Otra diferencia entre el Kilauea y el Fuego es que el hawaiano es un volcán escudo y el centroamericano es un estratovolcán.
Los volcanes escudo son aquellos que se forman por la acumulación de flujos de lava muy fluida y su diámetro es mucho mayor que su altura.
Estos volcanes tienen pendientes suaves, indica Peter LaFemina, vulcanólogo de Penn State University, EE.UU., a BBC Mundo.
Los estratovolcanes son más escarpados y eso contribuye a erupciones explosivas causadas por la viscosidad de su magma.
Rothery opina que la erupción del Volcán de Fuego es similar a la explosión piroclástica del Vesubio que destruyó Pompeya, en el año 79 d.C., según dijo a la agencia de noticias AFP.
Ambos casos se parecen en la producción de flujos piroclásticos. Pero la del Vesubio se trató de una erupción pliniana, es decir, una emisión extremadamente explosiva que arrasó con la ciudad y la población.
"La erupción del Fuego fue mucho menor en términos de explosividad", asegura LaFemina. "Esta se parece más a una erupción vulcaniana, que se define por ser discreta, a diferencia de las columnas de erupción sostenida que produce una erupción pliniana".
El estallido del volcán Kilauea fue de tipo hawaiano, que emite lava poco viscosa con pocos gases pero con una gran movilidad, lo que le permite recorrer decenas de kilómetros de distancia.
El Volcán de Fuego ha estado en erupción desde 2002 y en 2017 estuvo activo continuamente, observa David Rothery. "Dada la actividad, podría haber sido sensato evacuar la zona alrededor del volcán", piensa.
Sin embargo, Krippner le dijo a BBC Mundo que si bien es normal que el Volcán de Fuego entre en erupción, no es normal la dimensión de la última explosión.
"Cuando esta empezó, se veía como las anteriores, que no había afectado a la gente. Cuando se dieron cuenta de que era mucho más grande, ya era muy tarde", explicó.