Si sobrevives a los peligrosos 80 y 90 y alcanzas los 105 años, es bastante probable que también lo hagas hasta los 110.
Eso es lo que sugieren los resultados de un estudio que analizó los casos de casi 4.000 italianos mayores de 105 años.
El índice de mortalidad crece exponencialmente a medida que nos hacemos mayores. Llegados a los 80 la probabilidad de morir se acelera debido a enfermedades como cardiopatías, demencia, derrames, cáncer y neumonía.
Pero según una investigación que acaba de ser publicada en la revista Science, si bien "los índices de mortalidad humana crecen exponencialmente hasta llegar a los 80, después se desaceleran y se estancan pasada la edad de 105".
Los académicos concluyeron que la esperanza de vida proyectada era igual para una persona de 105 años que para una de 110, y que la probabilidad de morir pasados los 105 años, da igual la edad, es siempre de un aproximado 50%. Es decir, se mantiene constante, no se acelera con la edad.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores de universidades y centros de de Italia, Estados Unidos, Alemania y Dinamarca, utilizaron datos del Instituto Nacional de Estadística italiano. Así analizaron las trayectorias de 3.836 semi-supercentenarios, entre 105 y 109 años, y supercentenarios, los que ya cumplieron 110, entre 2009 y 2015.
"No solo vemos que el índice de mortalidad deja de empeorar con la edad, sino que vemos que mejora un poco con el tiempo", dijo Kenneth Watcher, profesor emérito de demografía y estadística de la Universidad de Berkeley, en California, uno de los autores del estudio.
Según la autora líder del estudio, Elisabetta Barbi, del departamento de Ciencias Estadísticas de Universidad de la Sapienza Universita en Roma, sus estimaciones tienen una precisión y exactitud sin paralelo hasta ahora, dada la cuidada documentación de los datos registrados sobre los mayores analizados, los más viejos de los viejos.
Sin embargo sus conclusiones encienden el ya acalorado debate que existe entre los especialistas en mortalidad humana en torno a si nuestra especie se está aproximando ya o no a su límite de esperanza de vida.
En esta cuestión particular de un lado están los que creen que la probabilidad de morir se estanca en la edad extrema, como los autores de este estudio, y del otro quienes llegaron a la conclusión opuesta en investigaciones anteriores y sostienen que el índice de mortalidad sigue acelerándose hasta el final.
Según Vaupel, otro de los coautores y especialista en envejecimiento del instituto alemán Max Planck, si la mortalidad se mantiene constante y cada vez más y más gente sobrevive hasta edades más avanzadas, con el tiempo el récord de longevidad se romperá.
Hasta la fecha el ser humano verificado como el más longevo fue Jeanne Calment, una mujer de Francia, que murió en 1997 a los 122 años.
Desde entonces, y a pesar de que cada vez la gente vive más tiempo, no se ha vuelto a romper esa barrera, y para algunos especialistas eso es una evidencia de que el ser humano no puede vivir mucho más allá de esa edad.
Sin embargo, según los autores de este estudio, existen varias especies que tienen un patrón de mortalidad similar al observado en los humanos en la edad extrema, como la mosca de la fruta y y los gusanos nematodos.
Ese punto en común, según los especialistas en demografía evolutiva de este estudio, puede indicar que hay una explicación estructural y evolutiva común.
Wachter y Vaupel teorizan que quienes sobreviven hasta edades extremadamente avanzadas lo hacen debido a una selección demográfica natural: tienen una suerte de herencia genética "bendita" que los lleva hasta la edad extrema.
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