En una antigua tienda de Walmart, en el extremo sur de Texas, se escuchan ahora los ruidos de las voces y los juegos de cientos de niños.
Son menores centroamericanos que fueron separados de sus padres en la frontera y enviados a ese antiguo almacén, convertido ahora en el mayor refugio de niños migrantes en Estados Unidos.
El número de los que están allí y de los que se han enviado a otros albergues desde hace dos meses se hizo público este viernes: son casi casi 2.000 de ellos, según cifras del Departamento de Seguridad Nacional.
En abril pasado, el gobierno de Donald Trump inició la mayor ofensiva de la que se tiene registro contra los padres que cruzan la frontera con sus hijos.
Según las cifras publicadas este viernes 1.995 menores fueron separados de 1.940 adultos entre el 19 de abril y el 31 de mayo pasado, una medida que ha recibido fuertes críticas incluso dentro del mismo Partido Republicano.
Desde hace dos meses, el Departamento de Justicia de Estados Unidos considera que los adultos que intentan ingresar a territorio estadounidense de forma ilegal han cometido un delito por el que deben ser juzgados, lo que implica que pierden la custodia de los menores.
La nueva política implica un cambio diametral a la que consideraba una infracción administrativa el primer cruce ilegal de la frontera.
La decisión conlleva que los menores que llegan con sus padres son considerados no acompañados y pasan a la custodia del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés).
Son puestos bajo custodia del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés) y luego son enviados a la casa de un familiar, a hogares de acogida o a refugios.
Funcionarios de estos sitios han dicho que se les está agotando el espacio para recibir a más niños, según reportes de medios locales estadounidenses.
El pasado jueves la polémica vivió un clímax, cuando el fiscal general Jeff Sessions citó una frase de la Biblia para defender el nuevo enfoque de "tolerancia cero".
El fiscal general citó un versículo de la Carta de San Pablo a los romanos sobre la necesidad obedecer las leyes del gobierno, una frase que antes fue utilizada para justificar la esclavitud, el fascismo o el apartheid, lo que generó una fuerte crítica.
La medida no solo ha sido denunciada por grupos de activistas, sino incluso por Naciones Unidas, que el martes pasado la calificó como una "grave violación de los derechos del niño".
El papa Francisco también se pronunció en su contra.
La política de administración de Trump cuenta con el respaldo de algunos republicanos, pero otros han expresado sus dudas.
En declaraciones a periodistas el jueves, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el republicano de mayor rango en el Congreso, aseguró que no estaba cómodo con la práctica.
Esta semana, miembros de ese partido presentaron un proyecto de ley de inmigración que pondría fin a la separación de niños y padres en la frontera.
Según el plan, las familias serían detenidas juntas.
Se espera que el proyecto de ley, un compromiso entre moderados y conservadores en el Congreso, se vote la próxima semana.
Trump aseguró este viernes que no firmaría el proyecto, aunque la mayoría de los legisladores republicanos aseguraron que lo respaldarían.
No obstante, la Casa Blanca informó más tarde que el presidente apoyaría la medida.