Poco después de la medianoche del 7 de diciembre de 1972, partió la última misión estadounidense a la Luna.
La tripulación de la misión Apolo 17 pasó tres días en la superficie lunar, recogiendo muestras y haciendo experimentos.
China planea enviar astronautas a nuestro satélite para 2030.
Pero lo cierto es que desde hace más de cuatro décadas, ningún ser humano ha vuelto a caminar sobre su superficie rocosa.
Hoy —tras la muerte el sábado pasado del exastronauta estadounidense Alan Bean— solo quedan cuatro hombres vivos que han puesto un pie en la Luna.
Te contamos (a través de sus escritos y entrevistas) cómo ellos recuerdan aquella increíble experiencia.
Charles Duke: nacido el 3 de octubre de 1935
Una de las voces históricas más importantes de Estados Unidos, Charles Duke fue el encargado de las comunicaciones con la nave durante la misión Apolo 11, en la que Neil Armstrong se convirtió en la primera persona en caminar en la Luna.
Se estima que 600 millones de televidentes escucharon su acento sureño cuando dijo: "Aquí hay un grupo de hombres a punto de tornarse azules. Estamos respirando de nuevo", dijo la voz del centro de operaciones después de que se confirmara el alunizaje.
Pocos años después, fue él quien estuvo a cargo una misión a la Luna.
"¿Les gustaría venir a la Luna conmigo?, le preguntó a sus niños antes de partir en la misión Apolo 16 como piloto del módulo lunar.
Duke formó parte de una expedición que tenía el objetivo de inspeccionar y tomar muestras de una de las zonas altas e irregulares del satélite.
Cuando sus hijos le dijeron que querían ir con él, Duke les prometió que se llevaría consigo un retrato de la familia.
"Siempre planeé dejarlo allí", le dijo a Business Insider en 2015. "Por eso cuando lo dejé, fue solo para mostrarle a los niños que realmente lo había dejado en la Luna".
En 1999, Duke contó cómo había sido manejar por la superficie de la Luna en un rover, un vehículo lunar todoterreno.
"Yo tomaba fotografías y describía el terreno que estábamos recorriendo", dijo Duke. "El auto era increíble. Era eléctrico, de cuatro ruedas y podía trepar una loma con una inclinación de 25º".
"Hasta donde llegaba la vista, se veía el terreno ondulado de la superficie lunar. Era una vista impresionante. De lo único que me arrepiento de toda la misión es de que no tomé suficientes fotografías donde apareciera gente".
Scott nació en San Antonio, Texas, y se graduó en la Fuerza Aérea Estadounidense antes de sumarse a la NASA, en 1963.
Viajó al espacio tres veces como comandante del Apolo 15, y fue la séptima persona en caminar en la Luna y la primera en conducir un vehículo sobre su superficie.
También fue el último estadounidense en volar solo alrededor de la órbita de la Tierra.
"Recuerdo levantar la mano hacia el lugar donde estaba colgada la Tierra en el cielo negro", escribió en el libro "Las dos caras de la Luna", que escribió junto al cosmonauta Alexei Leonov.
"Cuando levanté lentamente mi brazo hasta que mi pulgar enguatado y entumecido quedó derecho, descubrí que este podía ocultar completamente a nuestro planeta. Un pequeño gesto, y la Tierra había desparecido", agregó.
Scott dice que muchas veces le preguntan sobre su viaje a la Luna y sobre si lo cambió de alguna manera.
"Describo la majestuosidad de las montañas lunares", dice, "las capas de lava volcánica o la belleza de los cristales brillantes en las rocas".
"Solo un artista o poeta podría transmitir la verdadera belleza del espacio.
Oriundo de Santa Rita, Nuevo México, Harrison Schmitt tiene un pasado distinto al de sus compañeros.
Geólogo y académico, no integró la Fuerza Aérea, sino que se desempeñó como astrogeólogo, entrenando a los astronautas de la NASA durante sus trabajos de campo, antes de convertirse en astronauta y científico de la NASA en 1965.
Fue elegido en 1971 para integrar la última misión, la Apolo 17, en reemplazo del piloto del módulo lunar Joe Engle.
Schmitt aterrizó en la Luna junto con el comandante Gene Cernan en diciembre de 1972.
La tripulación tomó la famosa foto que se conoce como "canica azul", que se convirtió en una de las imágenes más reconocidas y reproducidas de la historia.
En una entrevista de la NASA en 2000, Schmitt dijo que la luz que se reflejaba en la Luna permitía observar detalles impresionantes.
"Uno podía ver los detalles con mucha claridad".
"Tuve la oportunidad de ver el valle magnífico en el que estábamos, un valle más profundo que el del Gran Cañón… con montañas de entre 1.800, 2.000 metros en cada lado…".
Schmitt dijo que una de las cosas a las que resultaba más difícil acostumbrarse era la negrura del espacio.
"El mayor problema que creo tienen los fotógrafos cuando imprimen fotos del espacio es encontrar la manera de imprimir un negro absolutamente negro".
"Las imágenes que uno muestra tienen un poco de azul al fondo, y nunca vas a lograr el contraste visual que teníamos en la Luna, porque el cielo era negro".
Aldrin nació en New Jersey y se convirtió en astronauta de la NASA en 1963. Fue integrante de la misión Apolo 11 en 1969, que fue el primer proyecto espacial en enviar astronautas a la Luna.
En su misión, lo acompañó Neil Armstrong, quien dio los primeros pasos en nuestro satélite. Pocos minutos después, lo siguió Aldrin.
Ambos pasaron un total de 21 horas y 36 minutos en la superficie de la Luna.
Su nave, el módulo lunar Eagle, se posó en una zona llamada Mar de la Tranquilidad, desde donde comenzaron a explorar la superficie.
Las fotografías tomadas por Armstrong cuando Aldrin bajaba del Eagle, y cuando caminaba por la superficie lunar son famosas en todo el mundo.
En 1998, Aldrin describió la superficie de la Luna diciendo que estaba cubierta de un polvo fino color gris similar al talco, salpicada por rocas de distintas formas y tamaños.
"Si la examinas bajo un microscopio, veras que (la superficie) está hecha de pequeñas gotas solidificadas de roca vaporizada, como resultado de impactos de velocidad extrema", dijo en una entrevista publicada por Scholastic.
Aldrin también describió la sensación de liviandad por la falta de gravedad como una de las experiencias más divertidas, placenteras, desafiantes y gratificantes de los vuelos espaciales.
Algo semejante a un trampolín, "pero sin el rebote y la inestabilidad".
Desde su viaje a la Luna, Aldrin ha dicho en muchas ocasiones que "un día, vamos a enviar a personas a la superficie de Marte".
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