El mundo culinario llora la pérdida del célebre chef estadounidense Anthony Bourdain.
Bourdain se quitó la vida en Francia, donde grababa un episodio de su popular programa de cocina “Parts Unknown” (Partes desconocidas), de la cadena CNN.
Las redes sociales se inundaron de mensajes elogiando el espíritu aventurero de Bourdain, quien “llevó el mundo a nuestras casas”, como señaló el famoso chef británico Gordon Ramsay.
“Gracias por hacer que la comida sea tan emocionante. Y por siempre defender todo lo bueno”, tuiteó por su parte la modelo y autora de un libro de cocina Christine Teigen, quien tiene millones de seguidores online.
Al igual que Teigen, muchos resaltaron el activismo de Bourdain a favor de causas justas y sus críticas abiertas a los atropellos de derechos.
El ejemplo más reciente fue su apoyo al movimiento de denuncia de abusos sexuales #MeToo, en el que también estaba fuertemente involucrada su pareja, la actriz y directora italiana Asia Argento, que fue una de las presuntas víctimas del productor de cine Harvey Weinstein.
Defensor de los inmigrantes
Unas de las causas sobre las que era más vocal el chef estadounidense era el de los inmigrantes.
Bourdain era un gran defensor de la inmigración latina en su país, en particular de los mexicanos, a los que consideraba el corazón de la industria culinaria estadounidense.
Para estrenar la novena temporada de “Parts Unknown”, en 2017, realizó un programa desde Los Ángeles que estaba exclusivamente dedicada a la cocina latina.
En sus comentarios sobre el episodio señaló: “Pasé la mayor parte de mi vida como cocinero trabajando con mexicanos (…) En casi todas las cocinas en las que tropecé, desorientado y temeroso, fue un mexicano quien me cuidó y me mostró cómo hacer todo”.
“Las recientes expresiones vertidas en mi país en las que los mexicanos son llamados violadores y traficantes de drogas me dan ganas de vomitar de la vergüenza“, afirmó en ese momento.
La cuenta de Twitter de Bourdain está llena de comentarios en los que, a lo largo de los años, defendió a los mexicanos y a la comida mexicana, y alertó sobre cómo ambos son menospreciados.
Pero quizás el símbolo más fuerte de su postura sea lo que escribió en el blog de su programa en mayo de 2014, cuando realizó un episodio (el cuarto, de la tercera temporada) basado en México.
En BBC Mundo te compartimos algunos párrafos de ese texto, que bien podría ser considerado una carta de amor a México y los mexicanos.
Los estadounidenses aman la comida mexicana. Consumimos grandes cantidades de nachos, tacos, burritos, tortas, enchiladas, tamales y todo lo que parezca mexicano.
Nos encantan las bebidas mexicanas y tomamos enormes cantidades de tequila, mezcal y cerveza mexicana cada año. Nos encantan los mexicanos, ciertamente empleamos a enormes cantidades de ellos.
A pesar de nuestras actitudes ridículamente hipócritas hacia la inmigración, exigimos que los mexicanos cocinen un gran porcentaje de los alimentos que comemos, que cultiven los ingredientes que necesitamos para hacer esa comida, que limpien nuestras casas, corten nuestro césped, laven nuestros platos, cuiden a nuestros hijos.
Como cualquier chef les dirá, toda nuestra industria de servicios -el negocio de los restaurantes tal como lo conocemos- colapsaría de la noche a la mañana en la mayoría de las ciudades estadounidenses sin trabajadores mexicanos.
A algunos, por supuesto, les gusta afirmar que los mexicanos están “robando empleos estadounidenses”. Pero en dos décadas como chef y empleador nunca me pasó que un chico estadounidense entrara por mi puerta y solicitara un puesto de lavaplatos, de portero o incluso un trabajo como cocinero de comida precocinada.
Los mexicanos hacen gran parte del trabajo en este país que los estadounidenses, de manera demostrable, simplemente no harán.
México. Nuestro hermano de otra madre. Un país con el cual, queramos o no, estamos inexorablemente comprometidos en un cercano, aunque frecuentemente incómodo, abrazo. Míralo. Es hermoso. Tiene algunas de las playas más deslumbrantemente bellas del mundo. Montañas, desiertos, selvas.
Una bella arquitectura colonial y una trágica, elegante, violenta, absurda, heroica, lamentable y descorazonadora historia. Las zonas vinícolas de México compiten con la Toscana en hermosura. Sus sitios arqueológicos, los restos de grandes imperios, sin paralelo en ninguna parte.
Y, por mucho que pensemos que la conocemos y amamos, apenas hemos rasguñado la superficie de lo que realmente es la comida mexicana. NO es queso derretido sobre una tortilla. No es simple ni fácil.
Una verdadera salsa de mole, por ejemplo, puede requerir DÍAS para hacer, un balance de ingredientes frescos (siempre frescos), meticulosamente preparados a mano. Podría ser, debería ser, una de las cocinas más excitantes del planeta.
Si prestamos atención. Las antiguas escuelas de cocina de Oaxaca hacen algunas de las salsas más difíciles y con más matices de la gastronomía. Y algunos en las nuevas generaciones, muchos de los cuales han sido entrenados en las cocinas de Estados Unidos y Europa han regresado a su país para llevar a la comida mexicana a nuevas y emocionantes alturas.
En los años que llevo haciendo televisión en México, este es uno de los lugares donde nosotros, como equipo, somos más felices cuando termina el día de trabajo. Nos reuniremos alrededor de un puesto callejero y pedimos tacos suaves con salsas frescas, brillantes y deliciosas.
Bebemos cerveza mexicana fría, sorbemos mezcal humeante, escuchamos con ojos húmedos a las canciones sentimentales de los músicos callejeros. Miraremos alrededor y destacaremos por centésima vez, qué lugar extraordinario es este.