Hace 20 años atravesó el Atlántico a nado. Ahora, su reto es ser la primera persona en cruzar el mayor de los océanos.
En su travesía al nadador francés Ben Lecomte, de 51 años, le aguardan tiburones, tormentas, bancos de medusas y temperaturas heladas.
Sin embargo, la enorme cantidad de días y kilómetros es su mayor obstáculo.
Lecomte partió este martes de Choshi, Japón, y tendrá que nadar unos 9.000 kilómetros en un tiempo estimado de seis meses para alcanzar su destino final, San Francisco, en la costa oeste estadounidense.
La distancia es muy superior a lo que nadó en 1998, cuando atravesó el Atlántico en 73 días, cubriendo 6.400 kilómetros.
Y la ruta incluye lidiar con la llamada Gran Mancha de Basura del Pacífico, localizada entre Hawái y California, y considerada como la zona de mayor acumulación de residuos plásticos en todos los océanos.
Se calcula que allí hay acumuladas unas 80.000 toneladas de plástico.
Precisamente la motivación de Lecomte con su ambicioso reto es alertar sobre la contaminación de los mares.
Para afrontarlo, Lecomte se ha estado entrenando desde hace más de seis años, nadando todos los días en aguas abiertas.
Ha estado también haciendo ejercicios de "visualización y disociación" para asegurarse de estar mentalmente listo.
Antes de zambullirse a su nueva aventura recalcó a la agencia AFP que "la capacidad mental es mucho más importante que el aspecto físico".
Y es que la rutina de Lecomte será la misma virtualmente durante todo el viaje: ocho horas diarias en el agua para luego salir a comer y dormir en el yate "Discoverer" que lo acompaña.
Es por eso que el aburrimiento podría ser su más peligroso enemigo. "Hay que procurar pensar siempre en positivo. Los problemas empiezan cuando uno ya no encuentra en qué ocupar su mente".
El nadador aspira a recorrer entre 32 y 64 kilómetros diarios.
Para mantener altos sus niveles de energía, su objetivo es consumir 8.000 calorías cada día.
"Tengo una estricta dieta sin azúcar", dijo en una entrevista al sitio de internet social Reddit.
"La mayoría de mis calorías provienen de una dieta alta en grasas e incluyen comidas liofilizadas, arroz, pasta y diversas sopas".
Tras recuperar las calorías perdidas y con la ayuda del GPS, Lecomte regresa al agua en el lugar donde salió el día anterior para seguir con su viaje.
Además de su traje de neopreno, lentes, tubo de bucear y aletas, Lecomte cuenta con una pulsera repelente de tiburones.
La embarcación que lo acompaña le brinda apoyo médico, científico y logístico.
Aparte de estudiar los efectos del ejercicio extremo sobre el corazón, los científicos se están dedicando a observar la contaminación marina por desechos plásticos sobre las aguas y examinar cómo el desastre nuclear de Fukushima ha afectado el océano.
"Nunca se ha hecho antes, recolectar información desde una punta del océano a la otra", señaló Lecomte antes de iniciar su ambicioso proyecto. "He estado soñando, comiendo y durmiendo con esa idea. Ahora es una realidad".
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