Pocas cosas son más desesperantes para los padres que tener hijos que se rehúsan a comer.
Muchos niños son mañosos a la hora de la comida y cuesta darles de probar algo nuevo.
Pero aunque te desespere que tu pequeña o pequeño rechace o escupa lo que le preparaste con tanto amor y cuidado ten en cuenta que ¡no es su culpa!
En los últimos años se ha descubierto que el motivo por el cual los niños son quisquillosos con la comida es genético, en especial si se trata de probar cosas nuevas.
Tiene que ver con nuestro pasado prehistórico, cuando los humanos comenzaron a incorporar nuevas plantas a su dieta.
Muchas de esas plantas podían contener toxinas, que en el caso de los niños podían resultar fatales.
Por eso nuestros cerebros se adaptaron a desconfiar y rechazar la comida que no nos es familiar.
Sin embargo la ciencia también ha determinado que no hay que perder las esperanzas ya que los hábitos alimenticios de los niños pueden ser modificados.
La psicóloga Clare Llewellyn del University College London (UCL) le enumeró a la BBC estos cinco estrategias que podemos adoptar para que los niños coman de todo.
1 – Prueba 20 veces
Si tu pequeño o pequeña rechaza alguna comida específica o si se rehúsa siquiera a probar algo, intenta ofrecerle una cantidad muy pequeña de esa comida por 20 días seguidos.
Hay investigaciones que demuestran que si haces esto se reduce el "factor miedo" y aumenta la familiaridad del alimento, haciendo que sea mucho más probable que tu hijo o hija lo pruebe.
Es el famoso ¡persevera y triunfarás!
2 –Mitad y mitad
Muchos padres ya saben que los chicos imitan su comportamiento y que ellos también deben comer sano si pretenden que sus niños hagan lo mismo.
"La mejor manera de lograr que los niños coman algo en particular es comerlo a la par suya y frente a él o ella", aconseja la doctora Llewellyn.
"Por ejemplo, puedes tomar un trozo de comida, cortarlo al medio, comerte la mitad y mencionar lo rico que te parece.
Luego le ofreces la otra mitad a tu niño. "De esa manera aprende que es seguro comerlo", explica.
3 – ¡No presiones!
Cuando te pasaste veinte minutos tratando de convencer a un menor testarudo de que pruebe un bocado de algo es entendible que caigas en las amenazas.
"Si no comes tu brócoli no irás a jugar", es una típica. O "si no terminas tus zanahorias mamá estará muy molesta".
Pero los expertos aseguran que todo tipo de presión es inútil.
"Las investigaciones muestran que todas estas estrategias de hecho llevan a que los niños tengan aún mayor aversión por ese alimento que quieres que prueben", asegura la psicóloga.
Así que ya sabes: ¡paciencia!
4 – Incentiva
Los especialistas aconsejan que dejes de lado el palo y adoptes la estrategia de la zanahoria.
Se sabe que a los niños pequeños les encanta que los elogien. Los estudios también muestran que están dispuestos a hacer muchas cosas a cambio de una recompensa.
Aprovechando esto, Llewellyn recomienda motivarlos mucho, haciéndoles saber que es un gran desafío probar algo nuevo y festejando mucho cuando lo hacen.
También se pueden ofrecer recompensas más tangibles, como pegatinas, calcomanías o prendedores.
Otro recurso popular es un "star chart": un gráfico que puedes colgar en tu pared o refrigerador y colocarle estrellas cada vez que tu hijo o hija comió bien.
La cocinera británica Annabel Karmel, quien se especializa en comidas infantiles, le dijo a la BBC que otra forma de incentivar los buenos hábitos alimenticios es prestarle mucha atención a cómo se presenta la comida.
"Muchas veces los niños dicen: ‘No voy a comer eso porque se ve asqueroso’. Es temor a algo nuevo y no se animan a probar bocado", señaló.
¿La solución? Meter el alimento nuevo dentro de algo que ya conocen, por ejemplo, una tarta, reduciendo su temor a probarlo. O darle forma divertida, haciendo que la experiencia sea más lúdica.
5 – Nunca premies con comida
Pero aunque las recompensas sirven, Llewellyn advierte que nunca se debe usar el postre como incentivo.
¿Quién no le ha dicho alguna vez a un niño: ‘Si comes tus verduras podrás comer helado de postre’?".
Error.
"No soluciona el problema: se ha comprobado científicamente que esta estrategia hace que los chicos odien la comida problemática aún más", asegura la psicóloga.
Pero, peor aún, también crearás un problema nuevo.
"Haces que aumente el gusto de tu hijo por el alimento que usas como recompensa, que suele ser algo poco saludable", advierte la experta.
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