Desde que el Departamento de Comercio de Estados Unidos ordenara en abril que las empresas del país dejaran de suministrar componentes de ZTE durante los próximos siete años, la tecnológica china ha caído en picado.
Tanto es así, que el 9 de mayo la compañía anunció el cese de sus actividades "como resultado" de la orden estadounidense, la cual se sumaba a una sanción económica de US$1.100 millones que fue emitida en marzo.
El bloqueo a ZTE fue descrito por el diaro The New York Times como una "guerra fría tecnológica" y justificado en Washington como una defensa ante la exportación ilegal de productos estadounidenses a Irán y Corea del Norte por parte del grupo chino (que admitió las acusaciones).
También hubo una advertencia de seguridad que implicaba a otra tecnológica china, Huawei.
Las agencias de inteligencia de EE.UU. aseguraron que los dispositivos de ZTE y Huawei prensentan "riesgos de seguridad" y "vínculos extraordinarios con el gobierno chino".
Sin embargo, el presidente de EE.UU. Donald Trump acaba de dar un paso a favor de ZTE.
Trump expresó en Twitter este domingo que "está trabajando" con su homólogo chino Xi Jinping para "recuperar rápidamente el negocio de la enorme compañía ZTE", argumentando que se han perdido muchos empleos en China.
"¡El Departamento de Comercio ha sido instruido para hacerlo!", agregó.
China describió estos comentarios como "positivos".
"Valoramos mucho la actitud positiva de EE.UU. en el asunto de ZTE y estamos en estrecha comunicación sobre los detalles de este problema", dijo la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang.
Algunos comentaristas dijeron que denota un cambio dramático en Trump, que ha acusado a China en varias ocasiones de robar trabajo en Estados Unidos.
Pero hay varias razones que explican este cambio.
Aunque Trump solo menciona en su tuit los empleos que ZTE ha perdido en China, tiene sentido que también le preocupen los empleos que corren peligro en su propio país si la tecnológica asiática suspende sus operaciones.
ZTE emplea a unas 80.000 personas.
Pero, además, la compañía tiene clientes de suma importancia, como Qualcomm, con sede en San Diego, California, el principal proveedor de procesadores para dispositivos móviles del mundo.
Las compañías estadounidenses proporcionan al menos una cuarta parte de los componentes que usan los dispositivos de ZTE, que fabrica tanto teléfonos inteligentes como redes de telecomunicaciones.
La empresa china se gastó más de US$2.300 millones en importaciones de unas 200 firmas estadounidenses el año pasado.
Otra cuestión importante es la carrera por el desarrollo de la conexión 5G, la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil.
ZTE, junto a los proveedores estadounidenses como Qualcomm, es una de las principales compañías detrás del 5G.
Broadcom, con base en Singapur pero fundada en California, es uno de los mayores fabricantes de semiconductores y también participa en esa carrera, seguida por el gigante chino Huawei.
"Todos estamos empezando la carrera y el 5G es la joya de la corona que todos quieren conseguir", le dijo a la BBC Mario Morales, vicepresidente de tecnologías instrumentales y semiconductores en la empresa de seguridad global IDC.
Douglas Jacobson, un abogado en Washington DC, EE.UU., que representa a algunos de los proveedores de ZTE, le contó a la BBC que este caso es "muy inusual" y que ha pasado de ser un asunto de sanciones y control de exportaciones a una cuestión geopolítica.
"No hay un mecanismo legal para esto. Todavía está por ver cómo se llevará a cabo. No van a, simplemente, reanudar el negocio".
La concesión a China por parte de Trump es un antecedente de las conversaciones que tendrán lugar en Washington a finales de esta semana para resolver la creciente tensión comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.