Para algunos será un motivo de frustración, para otros quizá un consuelo, lo cierto es que la primera visita de Donald Trump a América Latina como presidente de Estados Unidos fue cancelada de forma sorpresiva este martes.
No era un viaje cualquiera: Trump iba a asistir a la Cumbre de las Américas, como hicieron todos sus antecesores desde que esa cita de gobernantes hemisféricos comenzó en 1994.
La Casa Blanca sostuvo en un breve comunicado que la cancelación se debía a la crisis en Siria, donde el sábado hubo un supuesto ataque químico.
"El presidente permanecerá en Estados Unidos para supervisar la respuesta estadounidense a Siria y supervisar el desarrollo de eventos en el mundo", dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders.
Por otro lado, varios notaron que esta decisión se anuncia al día siguiente que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) allanara e incautara documentos de la oficina del abogado personal de Trump, que calificó esto como "un ataque" a su país.
La expectativa que generaba el viaje de Trump a Perú el viernes era grande, no solo por tratarse de su presentación personal en una región cuyo vínculo con Washington se enfría.
Además, uno de los temas centrales de la cumbre será la situación de Venezuela, que para muchos presenta la mayor crisis actual en el hemisferio y por la que Trump había expresado inquietud.
La anulación del viaje de Trump a Lima y su siguiente visita a Colombia es vista ahora como una nueva muestra de falta de interés real de su gobierno por Latinoamérica.
"Esta fue quizá la última oportunidad, pero por lejos la mejor que tendría el gobierno, en persona del presidente (Trump), de comunicar y articular una agenda positiva" con la región, le dice a BBC Mundo Michael Camilleri, un exdiplomático de EE.UU. que dirige el programa de Estado de Derecho en Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Washington.
"Dejar pasar esa oportunidad sí tiene que entenderse como una señal de que esta región no es una prioridad", añade Camilleri quien habla mientras está camino a Perú para asistir a la cumbre.
Sin embargo, ¿podría la ausencia de Trump contribuir al desarrollo de la Cumbre de las Américas?
América es la región del mundo donde más ha caído la imagen de liderazgo de EE.UU. durante el gobierno de Trump, indicó una encuesta de Gallup en enero.
Diversos analistas atribuyen esto a comentarios despectivos que Trump ha hecho sobre inmigrantes y su insistencia en construir un muro en la frontera con México, a la que ahora envía militares para reforzar la custodia.
En materia comercial, Trump tomó medidas proteccionistas que inquietaron a la región, renunció al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) con países latinoamericanos y asiáticos, y ordenó renegociar el acuerdo Nafta de libre intercambio con México y Canadá.
Todo esto ha llevado la relación de EE.UU. con América Latina a un nivel de recelo y desidia inédito en tiempos modernos, según expertos.
En Washington, ya se descartaba que la Cumbre de las Américas del fin de semana en Lima pudiera producir avances significativos en temas como la renegociación del Nafta, según indicó la semana pasada un funcionario estadounidense.
Tampoco estaba confirmado si Trump se reuniría con su par mexicano, Enrique Peña Nieto, para discutir alguno de los temas que han tensado la relación bilateral últimamente.
Pero el funcionario agregó que Trump pensaba asegurar a los líderes regionales en Perú que su país es un mejor socio comercial que China, cuyo creciente peso económico en América Latina preocupa a EE.UU.
El funcionario también indicó que Trump se referiría en la cumbre a la crisis de Venezuela, con la expectativa de buscar acuerdos para tomar medidas contra el gobierno de Nicolás Maduro, que no está invitado a la cita.
"La gente tenía mucha fe en el liderazgo aparente del presidente Trump en este tema y probablemente esperaban poder usar esta reunión para presionar por un compromiso más serio de la región", dice Roger Noriega, que lideró la diplomacia de EE.UU. para América Latina durante el gobierno de George W. Bush.
Quien sustituirá a Trump en la Cumbre de las Américas es el vicepresidente estadounidense, Mike Pence.
Y los expertos creen que esto, aunque le quite peso a la cumbre, puede abrir espacios para el diálogo, no sólo porque Pence ya visitó algunos países de la región el año pasado: Colombia, Argentina, Chile y Panamá.
"Pence ha conocido a varios de estos líderes, es un estadista serio que habla con mucha autoridad y es respetado", dice Noriega a BBC Mundo.
El flamante presidente peruano, Martín Vizcarra, dijo este martes que "hubiera sido favorable e importante" la presencia de Trump en la cumbre.
Pero agregó que la confirmación de la presencia de Pence "quiere decir que Estados Unidos ratifica la importancia de participar en la cumbre".
El presidente boliviano, Evo Morales, dijo en cambio que va a considerar si participa de la cumbre tras enterarse de la cancelación de Trump.
"Quería encontrarme con el presidente de EE.UU. cara a cara para debatir políticas económicas, políticas sociales. No viene, dice, ¿qué hacemos ahora?", manifestó Morales, aliado de Maduro.
Mark Feierstein, que dirigió los asuntos hemisféricos en el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. durante el gobierno de Barack Obama, señala que con Pence en la cumbre habrá menos riesgo de "distracción" que con Trump, cuya ausencia considera comprensible.
"El problema no es que no asista a la cumbre", dice Feierstein a BBC Mundo. "La cuestión es que ha habido un abandono y comentarios maliciosos de parte de Trump sobre la región y la gente de la región: ese es el verdadero problema".
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