De pie, en el palacio presidencial en Ankara, el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan ordenó este martes el comienzo de la construcción de Akkuyu, la primera planta de energía nuclear en su país.
A su lado estaba Vladimir Putin, presidente de Rusia, de donde es originaria la empresa Rosatom, principal constructora de este complejo que costará más de US$20.000 millones.
A través de una pantalla de video, ambos vieron como a unos 500 kilómetros de ahí, en la región de Mersin cerca al mar Mediterráneo, juegos pirotécnicos y decenas trabajadores uniformados marcaban el inicio de este ambicioso proyecto que planean terminar en 2026.
"Es difícil exagerar la escala de este proyecto", dijo Putin durante la ceremonia. "Esto marca una nueva etapa en el desarrollo de la economía de Turquía".
Por su parte, Erdogan dijo que la planta contribuirá a la seguridad energética del país y "jugará un rol importante contra el cambio climático". Esto, a pesar de que ha sido criticada por grupos ambientalistas.
El plan es que, una vez terminada, la instalación genere 4.800 megavatios para suplir el 10% de la demanda del país, que depende en gran parte de la importación de energía.
De esa manera, Turquía se apresta a entrar al club de los 30 países que tienen reactores nucleares, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El inicio de obras de Akkuyu ya se había anunciado en febrero de 2015, pero quedó en suspenso en noviembre de ese mismo año, cuando Turquía derribó un avión caza ruso que según ellos había invadido su espacio aéreo.
Desde entonces, las relaciones entre ambos países se debilitaron.
Además, conservan diferencias en áreas clave de la política, como la oposición de Turquía al gobierno de Bashar al Asad en Siria, el cual Rusia apoya.
En todo caso, en los últimos meses los lazos entre Turquía y Rusia se han fortalecido.
En 2017, Putin y Erdogan tuvieron ocho reuniones frente a frente y en lo que va de este año han hablado siete veces por teléfono.
Mientras la Unión Europea apoyó a Reino Unido en su condena contra Rusia por el ataque contra el espía Sergei Skripal, Turquía dijo que no actuaría contra Moscú "basados en acusaciones".
Turquía, miembro de la OTAN y eterno "candidato oficial" a entrar en la Unión Europea, también está a la espera de misiles antibalísticos que le compró a Rusia.
Moscú y Ankara además trabajan juntos en el TurkStream, una tubería de gas bajo el Mar Negro que le permitirá a Rusia bombear gas hacia Europa evitando pasar por Ucrania y que además de abastecer de energía a Turquía, reforzará su importancia como un punto de tránsito.
"Rusia ve la exportación nuclear no solo como una manera de hacer dinero sino como una forma de extender su influencia en áreas que tienen importancia geoestratégica", le dice a BBC MUndo Nicholas Miller, profesor del departamento de gobierno en el Dartmouth College, en Estados Unidos.
"Creo que eso es parte de su motivación".
Por su parte, Jacques Hymans, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Sur de California y autor del libro Logrando Ambiciones Nucleares: Científicos, Políticos y Proliferación, enfatiza en el aspecto económico detrás del interés de Rusia en apoyar la construcción de la planta.
"En general, Rusia ha creado una fórmula que es muy atractiva desde el punto de vista financiero para muchos países en desarrollo", dice Hymans a BBC Mundo.
"Se están convirtiendo en los jugadores dominantes en la nueva construcción nuclear en todo el mundo".
"El precio de importación de los proveedores nucleares occidentales tradicionales y Japón es simplemente demasiado alto para competir con las ofertas rusas".
Por su parte, Miller matiza que Rusia no es el único país involucrado en el programa nuclear turco, pues Francia, China y Japón también han dicho que les interesa construir reactores ahí.
"Rusia no será el único que determine el futuro nuclear de Turquía", dice.
Cuando se habla de energía atómica, es común que surja la pregunta sobre la posibilidad de que una planta nuclear derive en un mecanismo para fabricar armas nucleares.
"Que un país desarrolle un programa de energía nuclear no significa que esté desarrollando armas nucleares", dice a BBC Mundo Sarah Kreps, profesora de la Universidad de Cornell, especializada en proliferación nuclear.
"Turquía importa el 75% de su energía, así que tiene sentido que busque otras fuentes de energía".
Según Kreps, el anuncio que hizo Turquía es una muestra de transparencia.
"Si de verdad quisieras proliferar [armas nucleares] seguramente hay maneras más baratas y más secretas de hacerlo", dice Kreps.
Para Kreps, el anuncio de Turquía le permitirá a la OIEA, mediante su sistema de salvaguardias, verificar que este reactor se utilice de forma exclusivamente pacífica.
Turquía es parte del Tratado para la No Proliferación de Armas Nucleares.
Otros analistas, en todo caso, son más escépticos.
"Están tomando una cantidad de riesgos financieros y es porque tienen en mente algo más que solo producir energía", dice a BBC Mundo Henry Sokolski, director del Centro de Educación sobre Políticas de No Proliferación.
"Probablemente esto tiene que ver al menos tanto con la búsqueda de armas nucleares como con energía", señala Sokolski.
"No creo que sea su objetivo ahora, pero quieren tener la opción, y esto ayuda".
Aunque Sokolski menciona "banderas rojas" a las que prestarle atención, Miller afirma que "no hay una evidencia creíble de que Turquía esté interesada en armas nucleares".
Más allá de los posibles escenarios, Putin y Erdogan continúan estrechando lazos.
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