Dos de los candidatos a la presidencia de México han propuesto aumentar el salario mínimo si ganan la elección el próximo 1 de julio.
Actualmente, el salario mínimo es de 88.36 pesos al día, esto equivale a 2,650 pesos mensuales, pero para el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la línea de bienestar (que incluye la canasta alimentaria y no alimentaria) al mes de marzo, es de 2,985.48 pesos por persona. Es decir, con el salario mínimo actual faltarían 335 pesos para tener “una vida digna”.
El candidato presidencial, Ricardo Anaya, dijo que de ganar la elección del 1 de julio, aumentará el salario mínimo a partir de diciembre de este año a 100 pesos y, lo duplicará en 2022, para que se logré un nivel acorde a la canasta de bienestar establecida por el Coneval.
Sostuvo que en diciembre de 2018, convocaría a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), para llevar el salario al nivel de la canasta alimentaria y, también se cambiaría el mecanismo para fijar el salario mínimo.
Mientras que Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por Morena, el PT y el PES, propone aumentar el salario mínimo gradualmente hasta llegar a 176.72 pesos aproximadamente hacia el final de su mandato en el 2024, según Luisa María Alcalde, su asesora en temas de trabajo y previsión social.
De acuerdo con el Coneval, por persona se requieren 99.51 pesos al día para comprar la canasta alimentaria y no alimentaria. Así que la propuesta de Anaya y de AMLO de aumentar el salario mínimo rebasaría el monto que se requiere para tener una vida digna, al menos al día de hoy.
Un ingreso de al menos 11, 941 pesos al mes es lo que necesita una familia mexicana promedio de cuatro integrantes (papá, mamá y dos hijos) para cubrir sus necesidades básicas, considerando la línea de bienestar que propone la instancia que mide la pobreza.
La familia de Ernestina es de cuatro integrantes, ella y su esposo trabajan, pero su sueldo es de dos salarios mínimos, es decir, cada uno gana 5, 300 pesos mensuales. Entre los dos acumulan un ingreso de 10,600 pesos. Una cifra lejana a los 11, 941 pesos que necesitaría su familia para alcanzar la línea de bienestar mínimo.
El costo mensual de la canasta alimentaria urbana es de 1,482 pesos (49.40 pesos al día), en ella se incluyen alimentos como la carne de cerdo, carnes procesadas, pollo, pescados frescos, leche, quesos, derivados de la leche, huevos, aceites; tubérculos crudos o frescos, verduras y legumbres frescas, leguminosas, frutas frescas; azúcares y mieles, alimentos preparados para consumir en casa y bebidas no alcohólicas.
Mientras que la canasta básica no alimentaria, que incluye los gastos por transporte público, limpieza y cuidados de la casa, cuidados personales; educación, cultura, recreación, comunicaciones y servicios para vehículos, vivienda y servicios de conservación, prendas de vestir, calzado y accesorios, cristalería, blancos y utensilios domésticos, cuidados de la salud, enseres domésticos y mantenimiento de la vivienda y artículos de esparcimiento, tiene un costo de 1,502 pesos al mes (50 pesos al día).
Si Ernestina y su esposo repartieran su ingreso entre la familia y cada uno se quedara con los 99.51 pesos al día que se propone “para tener una vida digna”, tendrían un desembolso total de 398 pesos al día, cuando ellos suman entre los dos un ingreso total de 353 pesos diarios. Les faltarían 45 pesos.
Dentro de las consideraciones de Coneval se promedia un gasto de 8.13 pesos en transporte al día, es decir, 243.99 pesos al mes. Pero eso supera su realidad. Tan solo Ernestina, quien vive en Iztapalapa y trabaja por el centro de la ciudad, gasta 5 pesos en un microbús que la lleva al metro Constitución, luego paga otros 5 pesos por un boleto del Metro. Diariamente necesita para ir y regresar de su trabajo 20 pesos. Su esposo que labora por el Ajusco necesita 32 pesos en total.
Según la información del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza del Coneval, el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria aumentó de 40 por ciento a 41 por ciento entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017.
Estas cifras indican que hay 50 millones 832 mil 863 personas a las que les resulta complicado consumir un huevo al día, un vaso de leche, una pieza de pollo, o una rebanada de pan.
En 20 de 32 entidades federativas aumentó el porcentaje de población que no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral. Destacan los estados de Hidalgo, Ciudad de México y Tabasco, con incrementos de 8.6, 6.8 y 5.9 puntos porcentuales entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017, respectivamente.
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En los años en los que se ha hecho la comparación de la canasta alimentaria básica y el salario, sólo ha existido un momento en la historia donde el salario permitía adquirir los alimentos recomendables y después de ello tener un sobrante.
“Fue el 16 de diciembre de 1987 (hace 30 años) fecha en la que con un salario mínimo alcanzaba para comer y hasta un poco más”, sostuvo en entrevista Luis Lozano Arredondo, investigador del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM.
De acuerdo con la investigación en la que participó: México 2018: otra derrota social y política a las clases trabajadoras; los aumentos salariales que nacieron muertos, ahora un trabajador con un salario mínimo necesitaría laborar 24 horas y 31 minutos para comprar los artículos de una canasta alimenticia. Al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, era necesario trabajar 21 horas y 13 minutos.
Desde hace 30 años, las alzas del salario mínimo mexicano han sido insuficientes para aumentar el poder de compra de los trabajadores. En las últimas tres décadas la pérdida acumulada del poder adquisitivo de un trabajador en México es del 80.8%, refiere el estudio.
Un mexicano trabaja en promedio 2 mil 246 horas al año, casi 500 horas más que el resto de los países pertenecientes a la OCDE, quienes trabajan mil 776 horas por año aproximadamente.
Según el organismo, los países más prósperos laboran menos horas. Los trabajadores alemanes son los que menos trabajan, sumando mil 371 horas laborables al año.
Para Lozano, en México hay un tope constitucional de 48 horas de trabajo a la semana, sin embargo, esas horas aumentan más allá del tiempo extra, ahora tenemos la llamada “hora quebrada”.
Es decir, se trabaja cuatro horas en la mañana, cuatro horas en la tarde y hay dos horas o una hora y media intermedia “perdidas” para comer, en donde el trabajador no puede ni siquiera regresar a su casa debido a los largos trayectos que tiene que recorrer a su empleo.
A esto se suma, explica Lozano, el rolar turnos, un día citan a los empleados en la mañana, otros por la tarde, lo cual obliga a la gente a comprometer sus 24 horas.
“Las condiciones laborales están mal. El salario mínimo es un crimen contra la clase trabajadora porque con él no se puede adquirir ni siquiera lo mínimo indispensable”, asegura el investigador.