"Me dijeron que era una asesina… que estaba matando algo con un corazón que latía".
Ella es Lisa Jones, quien hace unos años se sometió a un aborto y fue hostigada por manifestantes que rodeaban la entrada de la clínica donde se realizó el procedimiento.
"Todavía hoy recuerdo sus palabras, todavía me persiguen", le contó al programa Victoria Derbyshire de la BBC.
Lisa vive en Inglaterra, una de las naciones del mundo con las leyes más liberales de aborto y la clínica donde se realizó el procedimiento está en Londres.
A pesar de que el aborto está permitido en este país, los activistas antiaborto suelen pararse fuera de las clínicas donde se llevan a cabo las interrupciones de embarazos y se les ha acusado de hostigar a las mujeres que se someten a los procedimientos.
Igual que Lisa, otras mujeres aseguran que siguen perturbadas por la conducta de los manifestantes, que suelen pararse con pancartas a la entrada de las clínicas con el objetivo de convencer a las mujeres de que no tengan el aborto.
La situación ha provocado que algunas de las autoridades locales en la capital británica estén considerando prohibir la presencia de los activistas, que llevan 20 años haciendo campaña en este país.
Lisa no tuvo una opción. Sus médicos le aconsejaron terminar su embarazo después de que le diagnosticaron un tumor cerebral.
"Me hicieron someterme a un aborto", le cuenta a la BBC.
"Traté durante algunos años de embarazarme y cuando finalmente concebí, fue lo mejor que me había pasado. Pero cuando te dicen ‘no puedes tenerlo’ es absolutamente desgarrador.
La mujer asegura que los comentarios de los manifestantes condujeron a que estuviera a punto de poner en riesgo su vida y no someterse al procedimiento.
"Estuve a punto de salir de la clínica, irme a casa y arriesgar mi vida porque no quería que me calificaran de asesina", explica.
"Pero no pude".
Y afirma que ver a los manifestantes que siguen parados frente a la clínica la "indigna y frustra".
"Pienso que es cruel e injusto. No creo que deba permitirse".
Después de una consulta, las autoridades del ayuntamiento de Ealing, en el oeste de Londres, someterán a voto una prohibición de los activistas que protestan frente a la clínica Marie Stopes.
Para ello se introducirá una "zona neutral", que los grupos que apoyan el aborto desean que cubra un área de 100 metros desde la clínica.
Las organizaciones de aborto esperan que esto abra la puerta para que otros ayuntamientos de Londres tomen la misma decisión.
El gobierno británico también está llevando a cabo consultas sobre el acoso y la intimidación frente a las clínicas de abortos. El Ministerio del Interior afirma que está revisando los informes para decidir qué medidas tomar.
Los grupos antiaborto afirman que en realidad su objetivo en las clínicas es ofrecer apoyo a las mujeres que no desean tener el procedimiento pero que no ven una forma de evitarlo.
Las vigilias -en las que rezan por las madres y los niños no nacidos y entregan folletos- son esporádicas. Hay días en los que hay decenas de personas; otros solo un par.
En Birmingham, centro de Inglaterra, Rachel Mackenzie ha estado asistiendo a las vigilias locales durante los últimos tres años.
Ella se sometió a dos abortos, pero ahora dice que se arrepiente.
"Me paro frente a las clínicas porque no quiero que haya otra ‘Rachel’ que entra a esas instalaciones de aborto para después arrepentirse", la cuenta a la BBC.
"Si alguien hubiera estado allí para detenerme y decirme que ‘había otras opciones’, quizás mis hijos estarían vivos hoy".
El año pasado casi 200.000 mujeres se sometieron a un aborto en Inglaterra y Gales, y se calcula que una tercera parte de las mujeres en estas naciones tendrán un aborto en su vida.
Pero el Servicio Británico de Asesoría de Embarazos -uno de los proveedores de abortos más grande de Reino Unido- afirma que aproximadamente una de cada cinco mujeres que ven decide continuar con su embarazo después de consultar al personal de sus clínicas.
Rachel explica que cuando se para frente a su clínica local se pone a "rezar silenciosamente".
"Lo que digo es: ‘¿te puedo ayudar?, aquí está este folleto’… y sólo les muestro amor".
Asegura que no ha visto evidencia de mujeres que sean abusadas o a quienes se les llame "asesinas", y que esto "no sería permitido".
Pero para algunas mujeres la sola presencia de los manifestantes es perturbadora.
Rebecca -que prefiere no usar su apellido- tuvo un aborto hace 18 meses en otra clínica en Reino Unido y dice que quedó traumatizada por los activistas.
"Recuerdo haberme sentido muy asustada por (someterme al aborto)".
"No esperaba enfrentarme con un grupo de gente parada allí, avergonzándome por algo que realmente era muy difícil para mí", afirma.
"Había un hombre al que siempre recordaré. Me miró cuando me bajé del auto, me miró fijamente y después bajó la cabeza. Me sentí como un ser humano totalmente inaceptable".
"Fue algo en lo que pensé todo ese día, y los días, semanas y meses que siguieron. Y hasta hoy, cuando reflexiono en esa época, pienso en ello".
"Esto añadió mucho dolor a algo que ya era demasiado doloroso".
Rachel afirma que lamenta que algunas mujeres sientan que los manifestantes están empeorando su experiencia.
Cuando le preguntamos si ha logrado que alguien cambie de parecer sobre tener un aborto, dice que no piensa que ella personalmente lo haya logrado.
Pero agrega que el trabajo de los manifestantes en general ha conducido a que "cientos de mujeres" decidan no tener un aborto.
Para Rebecca, sin embargo, es claro que los manifestantes tienen un efecto dañino en muchas mujeres.
"Quisiera que estos individuos que continúan protestando frente a las clínicas sepan que cuando se paran (allí) por una o dos horas, eso es una pequeña parte de su día".
"Pero para las mujeres que experimentamos esto, ellos serán recordados por el resto de sus vidas".
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