El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se entregó este sábado a la policía para comenzar a cumplir la condena de cárcel que le impuso la Justicia por corrupción.
Durante la tarde, un grupo de seguidores impidió que el exmandatario saliera del edificio del sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo, en el estado de São Paulo, donde permanece atrincherado desde que el jueves fuera ordenada su prisión.
Cientos de militantes bloquearon los portones e impidieron el paso de su vehículo. Ante la imposibilidad de avanzar, Lula abandonó el auto y se dirigió nuevamente al interior del edificio.
Finalmente, Lula pudo abandonar a pie el edificio y y se dirigió a un vehículo de la Policía Federal que le esperaba en las inmediaciones. Tras su entrega, las autoridades lo trasladarán a una prisión en la ciudad de Curitiba, en el sur del país.
El expresidente brasileño ya había anunciado durante la mañana del sábado que cumpliría el mandato de prisión dictado en su contra por corrupción y se entregaría a las autoridades.
“Voy a atender el mandato [de prisión] porque quiero mostrarles lo que es responsabilidad y para poder probar mi inocencia”, dijo Lula ante cientos de simpatizantes en el sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo, en el estado de São Paulo, donde permanece atrincherado desde que el jueves fuera ordenada su prisión.
“Voy a atender el mandato para que no digan mañana que soy un prófugo y que me estoy escondiendo. Voy para que sepan que no tengo miedo”, afirmó Lula.
El exmandatario se había negado a entregarse a la policía antes de las 20:00 GMT del viernes para comenzar a cumplir su condena de 12 años de cárcel dentro del plazo fijado por el juez federal Sergio Moro, responsable por la investigación del gigantesco escándalo de corrupción en Petrobras.
“No estoy por encima de la Justicia (…). Creo en la Justicia, pero en una Justicia justa, con un proceso basado en pruebas concretas”, dijo este sábado tras participar en una misa en homenaje a su esposa, Maria Letícia, fallecida en febrero de 2017.
El expresidente volvió a defender su inocencia y dijo que el único crimen que cometió fue haber luchado para reducir la pobreza en Brasil y mejorar la condición de vida de sus ciudadanos.
“(Me entrego) porque sé que la historia va a probar que quien cometió un crimen fue el comisario que me acusó, el fiscal que fue injusto conmigo y el juez que me condenó”, afirmó.
“Ellos no saben que el problema de ese país no se llama Lula, se llama la conciencia del pueblo, ustedes (…). Y ustedes van a tener que transformarse en Lula de aquí para adelante a andar por ese país haciendo lo que tienen que hacer”, dijo a sus seguidores.
Lula rompió su silencio por primera vez desde que el juez Moro ordenara su arresto para que cumpla una pena de 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.
En lo que podría ser su último pronunciamiento público antes de entrar en prisión, Lula estuvo acompañado por la expresidenta Dilma Rousseff y miembros de la cúpula del Partido de los Trabajadores.
Su presidenta, Gleisi Hoffmann, convocó a sus seguidores a “ocupar” Brasilia y Curitiba, ciudad del sur del país en la que será recluido Lula, hasta que el expresidente brasileño sea liberado.
Las opiniones en torno al caso mantienen una tensión creciente en el panorama político de Brasil y las manifestaciones a favor o en contra de la sentencia se multiplican en varias ciudades.
Fue en 2014 cuando los fiscales comenzaron a investigar ciertas acusaciones de que los ejecutivos de la petrolera estatal Petrobras habían aceptado sobornos a cambio de adjudicar contratos a empresas de construcción.
La investigación descubrió una gran red de corrupción que involucraba a políticos de alto nivel de un amplio espectro de partidos que recibían sobornos.
Fue así cómo el propio Lula fue condenado por recibir un apartamento frente a la playa, renovado por valor de unos US$1,1 millones, como un soborno de la firma de ingeniería OAS.
La defensa del exmandatario, por su parte, asegura que la propiedad del departamento nunca se probó y que la sentencia se basa en gran medida en la palabra de otro alto cargo condenado por corrupción.
A pesar de que los jueces le ordenaron entregarse, esto no implica que el exmandatario irá a la cárcel por 12 años, pues la defensa de Lula no agotó aún sus últimos recursos.
Hay dos tribunales a los que todavía pueden recurrir: el Superior y el Supremo.
En cualquier caso, ninguno de ellos volvería a examinar si Lula es culpable de corrupción, sino si se siguieron correctamente los procedimientos legales o si se violaron sus derechos constitucionales.
Pero este proceso puede llevar meses o incluso años y si cualquiera de los dos tribunales fallara a favor de Lula, su condena podría ser anulada y sería liberado.
Bajo la “ficha limpia” aprobada en 2010, nadie condenado por un delito confirmado en apelación puede postularse para un cargo electo durante al menos ocho años.
Esa ley descartaría que Lula se postule para la presidencia en octubre, como tenía previsto.
Sin embargo, se han hecho excepciones a la ley anteriormente.
La decisión sobre si Lula puede postularse a presidente dependerá del Tribunal Superior Electoral (TSE).
Pero ese ente no tomará una decisión sobre si Lula puede presentarse o no la carrera electoral hasta que se registre como candidato, para lo que tiene como plazo hasta el próximo 15 de agosto.