Más de 60 congresistas del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil parecen desde este miércoles ser parientes o pertenecer a la misma familia.
Los políticos resolvieron que usarán un mismo apodo, con el que deberán ser llamados en sus presentaciones o votaciones en el parlamento.
A partir de ahora, además de sus nombres de pila, serán nombrados "Lula", en protesta contra el encarcelamiento el pasado sábado del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para cumplir una pena de 12 años por corrupción.
La primera en cambiarse el nombre fue la líder del PT en el Congreso, la senadora Gleisi Hoffmann, quien, según escribió en una carta al presidente del Senado, pasó a llamarse Gleisi Lula Hoffmann.
No fue la única.
El líder de esa agrupación política en la cámara baja, Paulo Pimenta, envió una carta similar en la que explicaba que pasa a llamarse Paulo Lula Pimenta.
Y, tras ellos, otros miembros del PT también se sumaron a la nueva serie de Lulas hasta sumar más de medio centenar de senadores y diputados.
Según explicó un vocero del Congreso, la decisión conlleva que cada vez que los parlamentarios deseen intervenir durante los debates se debe utilizar el apodo que, además, deberá aparecer en las pantallas de votación electrónica.
Durante su carrera política el propio exmandatario agregó el apodo Lula a su nombre (Luiz Inácio da Silva), por la forma en la que era popularmente conocido entre los sindicatos de trabajadores de Brasil.
"Es una forma de mostrar nuestra solidaridad", dijo un portavoz del partido.
Los parlamentarios consideran que la condena y el encarcelamiento del exgobernante tienen un trasfondo político y buscan impedir su presentación a las elecciones de octubre próximo, para las que era favorito, según varias encuestas.
Todo esto después de que el Tribunal Supremo Federal de Brasil rechazara el pasado miércoles el recurso de ‘habeas corpus’ con que el expresidente buscaba evitar ir a prisión en tanto apelaba su condena y luego de que el juez Sergio Moro le diera un plazo de 24 horas para presentarse a las autoridades.
Lula, inicialmente, se atrincheró en el edificio del Sindicato Metalúrgico de São Paulo, donde cientos de simpatizantes comenzaron a llegar en su apoyo, hasta que el pasado sábado finalmente se entregó.
Pero el cambio de nombres de este miércoles en el Congreso no quedó ahí.
Como respuesta, algunos miembros de otros partidos opositores también decidieron cambiarse el nombre con el que serán llamados en el Congreso… esta vez con apellidos que traen malos recuerdos a los seguidores de Lula.
Sostenes Cavalcante, del pequeño partido derechista DEM, anunció que tomará el apellido Moro, en homenaje al juez Sergio Moro, uno de los magistrados detrás de la condena al exmandatario.
Mientras, Capitao Augusto, del derechista Partido de la República, se convirtió en Capitao Augusto Bolsonaro, en referencia a Jair Bolsonaro, un duro excapitán del ejército, candidato presidencial y férreo enemigo de Lula.
Entre tanto, las opiniones en torno al caso mantienen una tensión creciente en el panorama político de Brasil y las manifestaciones a favor o en contra de la sentencia se multiplican en varias ciudades.
Para los conservadores, Lula es la cara más visible de la plaga de corrupción que afecta a la elite política del país.
Mientras, para la izquierda, es un héroe cuya presidencia entre 2003 y 2010 sirvió para reducir los niveles de pobreza y ahora es víctima de un sistema judicial que pasa por alto otros escándalos de corrupción, como los atribuidos al presidente Michel Temer.