Ideológica y políticamente los gobiernos de China y Estados Unidos son probablemente dos de los más dispares en el mundo.
Pero hay algo en lo que están más cerca de lo que se podría pensar. Al menos entre el gigante asiático y el estado más poblado de Estados Unidos.
Los líderes de China y California colaboran desde hace unos años en la lucha contra el cambio climático. Lo sorprendente es que la buena disposición se mantenga pese a la actual tensión comercial entre Estados Unidos y China.
Y un claro ejemplo de esta sintonía es el interés que hay a ambos lados del Pacífico para fomentar la producción y venta de los autos eléctricos.
El gobernador de California, Jerry Brown, viajó a China el año pasado para hablar con el presidente Xi Jinping sobre distintas estrategias para luchar contra el cambio climático.
La energía y el transporte son eje central de esta colaboración.
Los dos tienen programas que limitan las emisiones contaminantes de fábricas, plantas eléctricas y proveedores de gasolina.
California aspira a tener en sus carreteras 5 millones de autos limpios de emisiones para 2030.
China quiere tener 7 millones de vehículos eléctricos para 2025. China diseñó su plan de fomento de los autos eléctricos tomando como modelo el programa de California.
Hasta ahora, el principal obstáculo con el que se encuentran los defensores de los autos eléctricos es el alto precio de estos vehículos, en comparación con los de motor de combustión interna.
Conscientes de este problema, los gobiernos de China y California idearon sistemas para incentivar el interés de los consumidores.
Así, quien quiera comprar un vehículo eléctrico en California se puede beneficiar de una deducción de US$2.500.
Según datos oficiales, el estado ha invertido alrededor de US$500 millones en reembolsos para financiar autos que funcionan con batería o la llamada célula de combustible, un dispositivo electroquímico que suministra corriente eléctrica.
El gobernador Brown ha propuesto extender los subsidios con un presupuesto adicional de US$2.500 millones.
China también compensa a quienes compran autos eléctricos, especialmente si los vehículos pueden cubrir distancias largas con una sola recarga.
En un plan anunciado en febrero, el incentivo del gobierno central chino para autos eléctricos con una autonomía de 400 kilómetros o más se incrementó de 40.000 a 50.000 yuanes (US$8.000).
"La esperanza es que estos incentivos ayuden a crear más conocimiento sobre los autos eléctricos que reduzca los costos y mejore la calidad", señala Severin Borenstein, experto en energía y profesor de negocios en la Universidad de California en Berkeley.
"Esto hará que los precios sean competitivos con el motor de combustión interna, aunque será a largo plazo, porque el motor tradicional es realmente competitivo en cuanto a costos".
Por su parte, China y California establecieron una serie de objetivos de reducción de emisiones que los fabricantes de automóviles tienen que cumplir.
Las empresas automovilísticas tienen dos formas para alcanzar el objetivo: vender un determinado número de autos no contaminantes o, si no alcanzan el porcentaje, comprarles créditos a los competidores que sí lo hayan alcanzado.
Este programa ha hecho que los fabricantes ofrezcan una mayor selección de autos eléctricos: hay en el mercado más de 20 modelos eléctricos o híbridos, en comparación con la poca variedad que había hace unos años.
El problema con este método es que algunas empresas, como por ejemplo Tesla, que tiene un enorme superávit de créditos por la cantidad de vehículos eléctricos que fabrica, se los venda a empresas que así no se sentirán obligadas a producir autos no contaminantes.
China tiene un programa similar de objetivos de producción y créditos.
Al menos un 10% de los vehículos vendidos en 2019 tienen que ser eléctricos para que un fabricante pueda optar a los créditos.
Las empresas que no alcancen este objetivo pueden pagar multas o comprar créditos de los rivales.
"China utiliza más el palo que la zanahoria", escribe Steve Man, analista radicado en Hong Kong de Bloomberg Intelligence. "Los subsidios generosos casi han desaparecido, y los controles de emisiones se están haciendo más estrictos".
Otra importante barrera que impide la expansión general de los autos eléctricos es el escaso acceso a puntos públicos de recarga.
Se están fabricando muchos vehículos, pero no todos los consumidores tienen acceso a una estación para cargar la batería.
El último plan del gobierno regional de California contempla la inversión de US$900 millones en la instalación de 250.000 estaciones de carga eléctrica, en comparación con las 14.000 actuales.
El gobierno chino también está invirtiendo en la construcción de instalaciones para cargar el auto en todo el país. Según la Administración Nacional de Energía de China, el plan es añadir 600.000 puntos este año.
Los subsidios a los consumidores se sustituirán gradualmente por inversiones en estaciones de recarga.
La colaboración entre China y California para hacer crecer el uso de los vehículos eléctricos e híbridos puede servir para fomentar la producción de estos autos en otros lugares del mundo.
Ambos son grandes mercados para la industria automotriz.
Sin embargo, mientras los autos que funcionan con batería sean más caros que los de gasolina, los subsidios y requisitos que se aplican en China, California y otros lugares seguirá siendo vital.
Al fin y al cabo, según Bloomberg New Energy Finance, los autos eléctricos supusieron menos del 2% de las ventas de autos nuevos en el mundo en 2017.
Los defensores de las energías limpias esperan que ocurra lo mismo que sucedió con las energías solar y eólica: las normas que regularon su uso ayudaron a incrementar la demanda y esto terminó por abaratar los precios.
¿Ocurrirá lo mismo con los vehículos eléctricos? La apuesta de China y California parece clara.
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