Tras años marcados por las amenazas y las tensiones, se produjo lo que hasta hace unos meses parecía impensable: Kim Jong-un cruzó a Corea del Sur para reunirse con el presidente de ese país "enemigo".
Kim y el presidente surcoreano se dieron la mano y sonrieron en la zona fronteriza que separa a ambas Coreas y comenzaron así una histórica cumbre.
La agenda está centrada en la desnuclearización de Pyongyang, tras años de crecientes tensiones por sus avances en materia nuclear y armamentística, y en la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz permanente, que ponga fin formal a la guerra que libraron entre 1950 y 1953.
Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra, pues la contienda terminó con un armisticio de carácter temporal.
No es la primera ocasión en que se encuentran los líderes de ambas Coreas pero sí es la primera vez que Corea del Sur organiza la reunión.
El padre de Kim Jong-un, Kim Jong-il, se reunió con los presidentes del Sur en dos ocasiones: primero con Kim Dae-jung en el año 2000 y luego con Roh Moo-hyun en 2007, y ambos encuentros se celebraron en Pyongyang.
Se espera que Seúl y Pyongyang anuncien los acuerdos logrados al acabar la cumbre, que durará un día.
El desenlace de esta cumbre intercoreana no solo determinará el futuro de las relaciones entre el Norte y el Sur, sino también las de Pyongyang con Estados Unidos.
Está previsto que el presidente estadounidense, Donald Trump, se reúna con Kim Jong-un a principios de junio o un poco antes.
De momento, hay numerosas dudas sobre ese cara a cara entre Trump y Kim y la reunión de este viernes puede despejar algunas de las incógnitas.
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