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¿Por qué el FBI intensificó la cacería del narcotraficante Rafael Caro Quintero?
¿Por qué el FBI intensificó la cacería del narcotraficante Rafael Caro Quintero?
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¿Por qué el FBI intensificó la cacería del narcotraficante Rafael Caro Quintero?

14 de abril, 2018
Por: Alberto Nájar / BBC Mundo

El anuncio sorprendió a muchos. El Buró Federal de Investigaciones (FBI), incluyó al narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero en su lista de las personas más buscadas.

E hizo algo más: anunció una recompensa de US$20 millones por su captura.

Es la cifra más alta en la historia de la lucha de Estados Unidos y México contra el narcotráfico.

Hace unos años cuando Joaquín “El Chapo” Guzmán fue considerado el hombre más buscado del mundo –después de la muerte de Osama Bin Laden- el gobierno estadounidense ofrecía US$5 millones.

El Chapo enfrenta ahora un juicio en cortes de Nueva York, después de permanecer catorce años prófugo y escapar tres veces de prisión.

Caro Quintero estuvo en prisión durante 28 años, pero en 2013 fue liberado tras un controvertido proceso legal.

Desde entonces está prófugo pues el gobierno mexicano pretende recapturarlo.

Ahora se intensificó la cacería. “Estamos comprometidos a llevar ante la justicia a este criminal peligroso y líder del cartel responsable del brutal asesinato de un agente de la DEA“, advirtió el director adjunto del FBI, David L. Bowdich.

La muerte de Camarena

Para el gobierno de Estados Unidos y en particular su agencia antidrogas, la DEA, Rafael Caro Quintero representa un tema sensible.

En los años 80, el capo formó parte de la hasta entonces más grande organización de narcotráfico del país, el llamado Cartel de Guadalajara.

El grupo fue creado por Miguel Ángel Félix Gallardo, apodado el Jefe de Jefes, acompañado de otros personajes como Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto” y el mismo Caro Quintero.

El Cartel fue el primero en la historia de México en traficar cocaína, aunque la mayor parte de su negocio se concentraba en la marihuana.

Y en este sector el más destacado fue Rafael Caro. Por ejemplo, era dueño de un extenso rancho en Chihuahua, en el norte de México, donde cultivaba marihuana a gran escala.

La propiedad fue descubierta por el agente Camarena Salazar con ayuda de un piloto mexicano, Alfredo Zavala Avelar.

Sus investigaciones obligaron al gobierno mexicano a confiscar el rancho, llamado El Búfalo. Cuando el Ejército aseguró la propiedad encontró una cosecha de 10.000 toneladas de marihuana.

De acuerdo con las investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), Caro Quintero enfureció contra Camarena y Zavala ordenó a sus sicarios que los detuvieran.

En abril de 1985, El Kiki fue secuestrado cuando salía del consulado de Estados Unidos en Guadalajara, su área de operación.

El agente y su compañero piloto fueron torturados hasta la muerte en una casa del Jefe de Jefes, según la DEA. Sus cuerpos aparecieron semanas después en un rancho de Michoacán, en el occidente del país.

Las razones de la furia

La muerte de Enrique Camarena provocó una de las mayores crisis diplomáticas entre los dos países, y definió el rumbo histórico del combate binacional contra el narcotráfico.

Pero hubo algo más. El Kiki fue el primer agente en activo asesinado por su trabajo y en la DEA el caso fue como una declaración de guerra.

Para capturar a todos los que participaron en el homicidio emprendió una extensa operación especial que duró varios años.

Incluso utilizó medidas extremas como contratar cazarecompensas para atrapar a los involucrados.

Fue una especie de mensaje para todos los carteles del mundo, cuentan especialistas como José Reveles: la DEA no olvida ni perdona.

Quienes ataquen o asesinen a sus agentes serán perseguidos sin descanso.

Es, de hecho, una de las razones que explican la furia con que se busca a Caro Quintero.

Y también del temor que muchos capos latinoamericanos tienen a la agencia y una eventual extradición a Estados Unidos.

Lo recordó el director adjunto del FBI. “El agente especial Camarena se dedicó a detener el tráfico de drogas y romper el ciclo de delitos relacionados con las drogas”, dijo.

“Mostró tremendo coraje para perseguir a los traficantes de drogas más violentos, y es por su coraje y su altruismo que no vamos a dejar de buscar a Caro Quintero hasta que lo encontremos y lo coloquemos entre rejas a donde pertenece”.

“Estoy limpio”

La madrugada del 9 de agosto de 2013, Rafael Caro Quintero salió caminando de la cárcel de Puente Grande, Jalisco. Había pasado 28 años en prisión, después de ser detenido en Costa Rica en 1985.

El capo debía cumplir una sentencia de 40 años, pero el juez que seguía su caso consideró que su tiempo en la cárcel había sido suficiente.

En México, muchos se enteraron porque el gobierno estadounidense emitió una alerta y fue entonces que la PGR empezó una operación para recapturarlo.

Oficialmente la búsqueda es para cumplir una solicitud de extradición, pues en México no existen nuevos cargos contra Caro.

Pero en Estados Unidos sí. Además de la muerte de Camarena, la DEA y el FBI acusan al capo de tener “un papel de liderazgo en el Cartel de Sinaloa”.

Según la agencia antidrogas Caro Quintero es un narcotraficante en activo, y pretende ocupar el sitio que dejó El Chapo tras su extradición.

Pero el capo dice que no es cierto. En un par de entrevistas a la periodista Anabel Hernández asegura que está alejado del negocio, y lo único que espera es que lo dejen en paz.

“Yo no pertenezco a ningún cartel. Como ya le dije en una ocasión yo no voy a volver al narcotráfico nunca”, aseguró.

La periodista le preguntó si ahora es uno de los líderes del Cartel de Sinaloa. “¡Quien lo diga, miente! Y que me lo comprueben. El gobierno de México sabe que lo que estoy declarando es la verdad”.

Rafael Caro dice que no tiene dinero y que ocupa todo su tiempo en escapar de la persecución de marinos y soldados.

Se esconde en el llamado Triángulo Dorado, una región montañosa entre los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango considerada una de las mayores áreas de producción de heroína y amapola del país.

La periodista Hernández cuenta que el capo duerme poco, atento al sonido de algún dron o helicóptero. Varias veces, al salir corriendo de su escondite, se ha caído en la oscuridad.

“Todo lo que hago es huir, por algo para lo que ya cumplí mi condena”, confiesa en una de las entrevistas.

Una imagen muy distinta a la del capo detenido en 1985, cuando en una entrevista en prisión ofreció ayudar a pagar la deuda externa del país.

Ahora tiene otra oferta: puede ayudar a los candidatos presidenciales en campaña, asegura. Y lo hace porque no tiene nada que esconder.

“Si tuviera las manos llenas de droga no iba yo a decir que les puedo ayudar”, señala. “¿Pero sabe por qué me atrevo a decir que puedo ayudar? Porque estoy limpio, soy un hombre que habla con la verdad”.

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