Hicieron ‘match’ en Tinder y, al poco tiempo de entablar conversación, él le explicó lo que realmente buscaba en esa aplicación de citas.
Quería una mujer a la que pudiera entregarle todas sus tarjetas bancarias y sus contraseñas. Que sólo ella tuviera acceso a sus cuentas y que se encargara de manejarlas.
Que fuera su findom -como se conoce como dominación financiera- y, a cambio, él sería su esclavo monetario, su cajero humano.
Es algo muy parecido al BDSM, un término que abarca prácticas como el bondage, la disciplina, la dominación, el sadismo o el masoquismo.
En este caso, el poder se ejerce a través del control monetario. Y el dolor, en vez de sentirse en la piel rota por el látigo, se sufre en la billetera.
La codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona, Carme Sánchez Martín, explicó a BBC Mundo que se trata de una práctica reciente que entraría dentro de la clasificación de parafilia o desviación sexual.
"Podemos sentir deseo hacia otras personas, objetos pero también conductas", afirmó.
A quienes practican la dominación financiera les produce placer sexual ceder su dinero, su poder, a alguien más que se lo restrinja y decida qué puede hacer con él y qué no.
La mayoría de veces, la relación se desarrolla sólo a través de internet y findom y esclavo ni siquiera llegan a tener relaciones sexuales.
Y, sin embargo, los participantes pueden disfrutar hasta alcanzar el orgasmo. "De hecho, sólo lo tienen si existe esta conducta", aseguró Sánchez.
El esclavo monetario queda vulnerable ante alguien que puede disponer a su antojo de su patrimonio. Es esta sensación de riesgo la que le produce placer.
"Si sólo consigue excitarse siendo dominado de esta manera, tiene un problema", afirmó la experta.
La dominación financiera es una de las parafilias que han surgido en los últimos años y que gana popularidad en internet.
Sitios web como findom.com, FinDomWorld (mundo findom) o Rich Meet Beautiful (Ricos conocen a bellezas) sirven de punto de encuentro a findoms y esclavos monetarios.
Este último define a la dominación financiera como una "clase de relación sumiso-dominante extremadamente particular y exquisita, reservada para los escalones más altos de la sociedad que puedan permitirse participar".
Ofrece poner en contacto con veinteañeras a hombres "ricos, consolidados y respetados" que "se inclinarán ante sus demandas y realizarán transferencias de dinero" a cambio de que ellas les dediquen parte de su tiempo.
Comprar regalos y pagar los lujos del o la findom forma parte de la experiencia, así que no es una práctica para todos los bolsillos.
"El factor excitante proviene de la idea de la findom invadiendo el espacio personal que son tus finanzas", explicó Steve, el nombre ficticio de un esclavo monetario que dio su testimonio el año pasado al diario británico The Independent.
"La gente mide su valía con su dinero, así que lo usa como un método para hacerse daño psicológicamente", afirmó.
"Es intimidad en una forma muy capitalista y masoquista", concluyó.
Sánchez aseguró que este tipo de parafilias se da en personas con empleos "donde el control es importante", que buscan en conductas como estas una válvula de escape.
Según Steve, el momento en que se discute la transacción es el de máxima intensidad. Aunque a este le sigan luego una caída de ánimo, un "agujero en la billetera" y mucho arrepentimiento.
Por eso no es extraño que los esclavos monetarios desaparezcan una vez se ha cerrado el trato: el placer ya ha acabado.
Como le sucedió hace unos años a la actriz porno Maitresse Madeline Marlowe, que subastó una hora de webcam por US$42.000.
Le escribió al ganador para preguntarle cuándo quería que se realizara la sesión, pero este nunca le contestó. Lo mismo le pasó a una colega suya: el mismo hombre pagó una cantidad idéntica de dinero pero nunca se interesó por ver a la joven.
"Le gustaba la dominación financiera y la transacción fue lo que le excitó, así que el espectáculo le era irrelevante", le contó Marlowe en 2015 a la revista Cosmopolitan.
Si crees que ser findom puede ser un buen negocio, debes saber antes que la competencia es dura. Hay más oferta de dominadores que demanda.
"Parafilias como estas son curiosas pero se dan en porcentajes mínimos", explicó la experta del Instituto de Sexología de Barcelona.