Para muchas de las delegaciones de 34 países que estarán presentes en la Cumbre de las Américas en Lima, una parte central del atractivo de este evento, lo que lo distingue de otras reuniones presidenciales, era la oportunidad de tener acceso a Donald Trump.
Sin embargo, el presidente de Estados Unidos anunció este martes que no asistirá al encuentro hemisférico ni realizará su visita posterior a Colombia. Lo reemplazará el vicepresidente Mike Pence.
Aun así, todas las naciones de la región tienen intereses que cuidar en sus relaciones con Washington, si bien algunas exhiben una dependencia económica mayor que otras con la potencia norteamericana.
BBC Mundo examinó algunos indicadores que muestran qué tan importante es EE.UU. en su salud económica. Ello puede dar una indicación de qué tan esencial es para ellos mantener buenas relaciones con el polémico mandatario estadounidense.
Muchas naciones de la región han hecho esfuerzos deliberados en las últimas décadas por tener mercados distintos a EE.UU. Algunos han tenido más éxito que otros.
Hay todavía varias naciones que dependen enormemente del mercado estadounidense.
En el hemisferio, la nación más dependiente de EE.UU. para sus exportaciones es Haití, que vende 83% de su producción a ese país, según datos del Observatory of Economic Complexity (OEC) del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés).
No es mucha sorpresa que las dos naciones que le sigan son México y Canadá, con 82% y 81% de sus ventas a Estados Unidos.
Los integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés) han rediseñado su economía para satisfacer ese mercado compartido.
Y por eso, para Canadá y particularmente para México, las amenazas de Trump de cancelar el NAFTA se sienten con especial preocupación.
Pero la influencia estadounidense sigue siendo preponderante en buena parte de la región.
Para 26 de los 33 países asistentes a la cumbre aparte de EE.UUU., Washington es su primer o segundo socio comercial.
En el otro lado del espectro, hay países en la región que poco o nada dependen de Estados Unidos para sus ventas. Paraguay apenas exporta el 1,7% de su producción a EE.UU., un porcentaje menor de lo que vende a Polonia.
Un porcentaje similar de dependencia de sus exportaciones a EE.UU. exhibe la pequeña isla caribeña de Dominica, que tal vez no perderá tanto el sueño ante las amenazas de proteccionismo estadounidense, cuando apenas 2% de sus exportaciones se dirigen a ese país.
Y por supuesto, está el caso especial de Cuba, que desde la década de 1960 ha visto constreñidas sus exportaciones a EE.UU. por las leyes del embargo.
Ayuda
Evidentemente, el comercio no es la única dimensión en que se siente la influencia estadounidense en la región.
Para algunos países, EE.UU. es una fuente crucial y estratégica de ayuda económica con fines militares o de seguridad.
Casi dos décadas después del comienzo del Plan Colombia, la nación andina sigue siendo el principal receptor de ayuda de seguridad estadounidense, con US$203 millones en el presupuesto de 2017.
México nuevamente está entre los principales beneficiarios, con US$85 millones.
Otra dimensión crucial de la influencia estadounidense en la región, y de la dependencia que tienen muchos países frente al poder del país dirigido por Trump, viene dada por los flujos de inversión extranjera.
Canadá es la nación americana que más recibe inversión extranjera directa de EE.UU.
El monto llegaba a US$352.000 millones, según datos del Servicio de Investigación Parlamentaria (Congressional Research Service) del gobierno estadounidense.
El segundo lugar es, una vez más, para México, con US$92.000 millones.
Y en el tercer lugar está Brasil, que tiene otros mercados importantes para sus exportaciones, pero en el campo de la inversión extranjera se ha beneficiado con la inyección de US$65.000 millones provenientes de empresas estadounidenses para montar fábricas, oficinas y otras operaciones en la nación sudamericana.
Turismo
Entre los 34 países asistentes a la Cumbre de las Américas estarán más de una docena de naciones del Caribe, en cuya economía pesa de manera determinante el turismo.
E incluso en otros países con economías más diversificadas, esta actividad es una fuente crucial de divisas. Por eso, resulta interesante examinar cuales son las naciones del hemisferio más beneficiadas por el turismo estadounidense.
Como en muchas otras variables, México encabeza. Datos del Congressional Research Service estadounidense indican que 33 millones de visitantes de ese país van a México cada año. Le sigue Canadá con 13 millones y la República Dominicana con 2,7 millones de personas.
Jamaica, Costa Rica y las Bahamas reciben también cada una más de un millón de visitantes estadounidenses.
Entre todas las dimensiones del intercambio económico entre EE.UU. y el resto del continente, la más controversial y la que más inquieta a Trump, es la inmigración. Atada a este fenómeno está el flujo de remesas que envían los trabajadores a sus países de origen.
Un estudio de la ONG Diálogo Interamericano, con sede en Washington, examinó las remesas que llegan a 15 países de la región, en un flujo que -se calcula- alcanzó los US$73.000 millones en 2017.
Como señalaba en un reciente informe Ángel Bermudez de BBC Mundo, "más de una tercera parte de esos fondos, US$28.630 millones, tuvieron como destino México y procedían en su mayor parte de EE.UU. Pese a la magnitud de esa cifra se trata de un monto relativamente modesto —menos de 3%— para el tamaño de la economía mexicana".
Como señala Bermudez, las remesas para Haití, procedentes en al menos 50% de EE.UU., llegaban a representar 33% de su PIB.
Mientras que para Honduras alcanzaban el 19,5% de su PIB.
Las facetas de la dependencia del continente hacia Estados Unidos son múltiples.
Sin duda, entre las economías grandes de América Latina, la de México es la que más compenetrada está con EE.UU. Potencialmente tiene mucho que perder si no mantiene buenas relaciones con el gobierno de Trump.
Algunas naciones pequeñas como Haití muestran un grado de dependencia abrumador, mientras que otras naciones con economías de mediano tamaño como Colombia, dependen de Washington como una fuente de ayuda militar aunque sus mercados estén un poco más diversificados.
Una de las naciones que no asisten a la cumbre, Venezuela, probablemente depende más de la economía estadounidense que lo que sus líderes dan a entender en sus discursos.
Para Venezuela, Estados Unidos es el principal destino de sus exportaciones, en un 48% según los datos del OEC.
Y las compras estadounidenses, esencialmente petroleras, todavía le representan a Venezuela una fuente crucial de dinero en efectivo.
Todo parece indicar que Nicolás Maduro tampoco estará presente en Lima para abogar por los intereses económicos de su país.
Para los que sí asistan, buscar una forma de mantener o entablar una buena relación con el gobierno de Trump, representado en la Cumbre de las Américas por Mike Pence, seguramente estará entre sus prioridades más urgentes si se toma en cuenta el peso que sigue manteniendo EE.UU. en el funcionamiento de la economía de todo el hemisferio.
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