El fantasma de una guerra comercial entre China y Estados Unidos enciende las alarmas rojas en los mercados y al mismo tiempo abre el apetito de los exportadores latinoamericanos, que ven nuevas oportunidades comerciales en esta disputa.
Hasta el momento, Washington y Pekín han impuesto barreras arancelarias a algunos productos y han amenazado con hacer crecer la lista de los bienes sujetos a nuevas tarifas de importación.
La situación todavía puede escalar más, en beneficio de los productores de terceros países.
"Hay ciertas industrias latinoamericanas en las que que sin duda habrá un impacto", le dice a BBC Mundo Ricardo Barrios, investigador asociado del Programa Latinoamericano y Mundial de la organización Inter-American Dialogue, con sede en Washington.
"La principal es la industria de la soja. Con nuevos aranceles es muy probable que la soja latinoamericana, principalmente de Brasil y Argentina, se vuelva más competitiva y capture una porción adicional del mercado chino".
De hecho, los porotos de soja representan más del 20% del valor total exportado de Latinoamérica a China, con Brasil como el gran goleador en la cancha.
En el caso de Argentina, la situación es más complicada, porque ha tenido que enfrentar una dura sequía en los últimos meses y su capacidad de exportación no es tan grande como la de Brasil.
La carne latinoamericana, especialmente la de cerdo, es otro potencial beneficiario de la disputa comercial entre las dos mayores economías del mundo.
"Se nos abre una gran oportunidad porque nosotros exportamos poca carne de cerdo a China, entonces podríamos vender mucho más", dice Alejandro Ramírez, director general de la Confederación de Porcicultores Mexicanos, en conversación con BBC Mundo.
A comienzos de abril China aplicó un arancel de 25% a la carne de cerdo proveniente de Estados Unidos, en respuesta a las primeras medidas proteccionistas que implementó la Casa Blanca contra el acero y el aluminio chinos.
"Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", dijo Donald Trump al dar el puntapié inicial de la disputa arancelaria en marzo.
El gobierno de Xi Jinping le advirtió que no abriera "la caja de pandora", pero lo cierto es que no sirvió de mucho porque el intercambio de amenazas entre ambos países continúa.
Los difícil es saber en este momento cuáles de esas amenazas se van a implementar efectivamente y en qué medida el sistema multilateral del comercio mundial podría tambalearse al punto de que la economía global quede expuesta a una nueva crisis.
En medio del fuego cruzado, los exportadores latinoamericanos están expectantes.
Si se concretan las barreras anunciadas por Trump contra los productos chinos, las manufacturas mexicanas podrían beneficiarse al ofrecer precios más competitivos.
"El sector manufacturero de México exportaría más productos a Estados Unidos", le dice a BBC Mundo Sean Miner, director asociado de la "Iniciativa China-América Latina" del Adrienne Arsht Latin America Center de Washington.
México es el país que más exporta a Estados Unidos televisores de pantalla plana, los cuales están entre los productos chinos que serían castigados por la Casa Blanca.
"En el caso de los vinos y los productos agrícolas, China puede reemplazar fácilmente los envíos estadounidenses comprando en otros países", dice Miner.
La cuestión es que esos "otros países" no tienen por qué ser necesariamente latinoamericanos.
Así lo ven los productores de vino en Chile, que lejos de celebrar, advierten sobre los efectos negativos que pueden tener los aranceles impuestos por China a los vinos estadounidenses.
"Nosotros no lo vemos como una oportunidad", le dice a BBC Mundo Mario Pablo Silva, presidente de Vinos de Chile.
En el corto plazo, explica, podría haber un efecto positivo en el caso de los vinos chilenos que son más baratos. Pero en el largo plazo, el proteccionismo puede provocar más daño que ventajas.
"El desvío de vinos estadounidenses a otros países, y a su propio mercado interno, probablemente genere una mayor oferta donde también están posicionados los vinos chilenos".
También podría beneficiarse Australia de esa porción adicional en el mercado chino, tanto con la venta de vino como de la carne de res.
En otras áreas, "existen oportunidades para algunos sectores más sofisticados, como la industria aeroespacial de Brasil", dice Ricardo Barrios.
"Productos y partes aeroespaciales son un renglón muy importante de las exportaciones de Estados Unidos a China".
Barrios señala que incluso antes de esta disputa comercial, la Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer) -una de las productoras de aeronaves comerciales más grandes del mundo-, había anunciado sus intenciones de reabrir una fábrica que hace unos años cerró en China.
A pesar de las ventajas competitivas que podrían tener los exportadores latinoamericanos, la disputa comercial genera incertidumbre y encierra grandes riesgos potenciales.
"Un sector en riesgo es el mismo sector metalúrgico. Estados Unidos ha eximido a Argentina, Brasil y México de los aranceles de acero y aluminio, pero estas exenciones son temporales", dice Barrios.
Y en el caso de México en particular, habría que ver si esas exenciones no terminan incidiendo en los términos de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
A nivel global, una escalada proteccionista, puede desequilibrar los mercados y abrir la puerta a una crisis económica de insospechadas consecuencias.
Y en ese escenario, América Latina tiene mucho que perder.
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