Pasó sus últimos meses tirada en la arena, con una pata trasera rota y el cuerpo destrozado por escaras.
La imagen de Rajeshwari, una elefanta de 42 años que mantenían en cautiverio en un templo en el sur de India, conmovió a muchos más allá de las fronteras de ese país.
Un defensor de los derechos animales llegó incluso a ir a la corte para solicitar que el animal pudiera ser sacrificado y poner así fin a las terribles condiciones en las que sobrevivía.
Pero para cuando el jurado llegó a deliberar, ya la elefanta había muerto.
Su final fue solo el último capítulo de una vida plagada de maltratos, que comenzaron en 1990, cuando fue vendida al templo, ubicado en el estado de Tamil Nadu.
Desde entonces, Rajeshwari era obligada a pararse durante largas horas para bendecir a los devotos y realizar rituales como llevar agua a las deidades, cuenta el corresponsal de la BBC en ese país, Soutik Biswas.
En 2004, comenzó su agonía, cuando se cayó de un camión abierto en el que la transportaban a un campamento de "rejuvenecimiento" para elefantes en cautiverio. En el accidente se fracturó una pata.
Sus siguientes años fueron una sobrevivencia con la pata coja y toda la extremidad deformada.
Y hace unos meses, mientras trataban de voltearla con maquinaria de construcción, se partió el fémur y dejó de caminar. De ahí fue un paso para que, dada la inmovilidad, su cuerpo comenzara a llenarse de escaras.
Pero lo cierto es que su caso no es el único.
La triste historia de Rajeshwari refleja el lamentable estado de muchos de los 4.000 elefantes cautivos en India, principalmente en los estados de Assam, Kerala, Rajasthan y Tamil Nadu, asegura Soutik Biswas.
Según un informe de World Animal Protection, India es el país donde más elefantes son mantenidos en cautiverio.
En el sur del país, estos animales se alquilan durante festivales religiosos para desfiles y procesiones ruidosas, incluidas bodas y aperturas de tiendas y hoteles (en ocasiones se dan a la fuga y, en sus estampidas, han matado devotos).
Los obligan a caminar largas distancias y caminan en carreteras de asfalto bajo un sol abrasador durante horas.
En otros lugares, son encadenados o se les colocan unas especies de sillas para llevar turistas de paseos o son utilizados como especie de juguetes para los visitantes que desean tocarlos, bañarlos o montarlos.
También son contratados por los partidos políticos para las procesiones de campaña y por las empresas para promover sus productos en ferias comerciales.
Se alquilan para el turismo en los parques nacionales, los mendigos los usan para pedir dinero en las carreteras y son utilizados, incluso, por las autoridades que vigilan a cazadores furtivos o actividades de tala ilegal.
Según informes de medios locales, más de 70 elefantes en cautiverio murieron entre 2015 y 2017 "condiciones antinaturales y a una edad temprana" en solo tres estados: Kerala, Tamil Nadu y Rajasthan.
Otros 12 murieron este año solo en Kerala.
"La mayoría de estas muertes se deben a tortura, abuso, exceso de trabajo o prácticas de manutención defectuosas", asegura Suparna Ganguly, presidente del Centro de Rescate y Rehabilitación de Vida Silvestre.
Pero la pesadilla de la vida de estos animales no termina ahí.
Muchos viven en espacios muy pequeños, una especie de cobertizos de concreto con pisos de piedra donde apenas pueden moverse.
Esto es suficiente para que los animales se enfermen, según los especialistas: se les pudre la parte inferior de las patas o desarrollan abscesos que a veces conducen a infecciones graves.
Cuando están fuera de estos espacios, la exposición constante al resplandor del sol afecta su vista.
Luego está la dieta pobre y deficiente que tiene la mayoría.
Los elefantes en libertad, suelen comer más de 100 tipos de raíces, brotes, hierbas, follaje y tubérculos.
Pero en cautiverio, su alimentación está severamente restringida.
En partes del norte de India, por ejemplo, solo tienen acceso a forrajes de caña de azúcar secos ricos en glucosa, que les provocan infecciones intestinales, septicemia e infecciones relacionadas con los pulmones.
Para que se tenga una idea, la esperanza de vida de los elefantes cautivos en Kerala, según un informe reciente, se redujo a 40 años, de los 70 o 75 que solían vivir hace unas décadas.
Ni siquiera hay suficientes lugares para albergar elefantes rescatados o enfermos: solo hay cinco en India, incluidos tres centros privados de rescate, que albergan a unos 40, lo que no es suficiente teniendo en cuenta la alta población que está en cautiverio.
La Corte Suprema de India prohibió la venta y exhibición de elefantes en una conocida feria de animales y ordenó a las autoridades prohibir su uso en funciones religiosas, pero esas medidas no fueron suficientes.
Y es que, según organizaciones locales, el propietario de un elefante en Kerala, por ejemplo, puede ganar fácilmente hasta US$1.053 por la presentación de un solo día en un festival religioso durante la temporada alta.
Se espera que el Tribunal Superior de India apruebe en breve nuevas medidas para la protección de los elefantes maltratados.
"Todavía hay esperanza", afirma el corresponsal en India de la BBC.