En estos días, una cosa parece cierta: los aguacates han conquistado lugares en los que hasta hace unas décadas ni siquiera habían oído hablar de ellos.
En instagram, una búsqueda ‘básica’ del #avocado (como se dice en inglés) actualmente arroja más de 7,5 millones de publicaciones. Y no todas son fotos de los aficionados a mostrar qué comen diariamente.
Hay cafés servidos dentro de las cáscaras de aguacate; juguetes tejidos con forma de aguacate; huevos de Pascua con temática de aguacate; aguacates en tarjetas de felicitaciones; y, más recientemente, imágenes de hombres en Estados Unidos que al proponerle matrimonio a las chicas usan aguacates como portadores del anillo.
Definitivamente, el humilde aguacate tiene a personas de todo el mundo bajo su hechizo.
En EE.UU., por ejemplo, el consumo anual de aguacate de una persona promedio ha aumentado de 0,5 kg en 1989 a más de 3 kg en 2016.
En Reino Unido, los aguacates tuvieron el tercer mayor crecimiento de ventas de cualquier artículo de abarrotes el año pasado, justo detrás de una marca de cerveza y una bebida energética.
El consumo de esta baya -efectivamente: botánicamente es una baya– es tan abundante que, en 2016, a los millenials australianos les recomendaron dejar de comprar tantos si querían tener dinero suficiente para comprar una propiedad.
¿Cómo llegó hasta aquí? Tracemos la historia de este discreto escalador social.
Empecemos con una noticias sorprendente: los aguacates en realidad ya no deberían existir en absoluto.
Al igual que muchas plantas, la supervivencia del aguacate depende de que los animales coman todo su fruto, se vayan en otra dirección y luego defequen la semilla en un lugar nuevo.
Excepto… ¿has visto el tamaño de una semilla de aguacate?
Alguna vez hubo animales enormes, como mamuts y perezosos terrestres gigantes, que podían devorarlos a voluntad, pero todas esas criaturas se extinguieron hace unos 13.000 años, y no quedó nada lo suficientemente grande como para cumplir con esa labor.
Es lo que se conoce como un "anacronismo evolutivo".
En resumen: nadie está seguro de cómo los aguacates lograron mantenerse vivos hasta que los humanos comenzaron a plantarlos.
Los arqueólogos han encontrado evidencia de que había seres humanos que los consumían en América Central alrededor del año 10.000 antes de Cristo.
Los aguacates todavía se cultivan predominantemente en México, pero se pueden encontrar mucho más al sur, así como en el Caribe, California, y ahora Israel y el sur de Europa.
Ah, ¿y el nombre?
Se deriva de ‘āhuacatl‘, una palabra en el idioma náhuatl (hablado por los indígenas nahuas de México y El Salvador), que también significaba ‘testículo’. Encantador.
Se dice que un conquistador español Fernández de Oviedo fue uno de los primeros europeos en probar un aguacate a principios del siglo XVI.
"En el centro de la fruta hay una semilla como una castaña pelada, y entre ésta y la corteza está la parte que se come, que es abundante, una pasta similar a la mantequilla y de muy buen gusto", escribió en su brillante versión temprana de un blog de comida.
El primer registro escrito de la palabra "aguacate" en inglés fue de Hans Sloane. Lo hizo en un índice de plantas jamaicanas de 1696.
A fines del siglo XIX, en California empezaron a plantar aguacates y los que llamaban los aguacates "pera de cocodrilo".
Pero no se vendían.
Entonces, la Sociedad del Aguacate de California sacó avisos en las revistas The New Yorker y Vogue ensalzándolos como el "aristócrata de las frutas para ensaladas".
Este fue el comienzo del aire ahora familiar de superioridad que tiene el aguacate en algunos países.
La famosa tienda Marks & Spencer afirma que introdujo los aguacates a los supermercados de Reino Unido en 1968, y los llamó "peras de aguacate".
Pero los británicos no se mostraron muy interesados.
Además, el nombre los confundía: cuando una clienta se quejó pues lo había hervido y servido con crema inglesa como si fuera un postre, pues su nombre decía que era una pera.
M&S tuvo que empezar a venderlos con folletos explicando que eran para comerlos como ensalada.
A principios de la década de 1990, los cultivadores de aguacate en California seguían buscando nuevas formas de comercializar su producto.
Decidieron apuntar al Super Bowl. Ver el fútbol americano, razonaron, iba de la mano con comer papas fritas con salsas, ¿y qué mejor salsa que el guacamole?
Distribuyeron muestras, ofrecieron recetas, y funcionó.
Hoy en día, los fanáticos del guacamole consumen más de 47 millones de kilos de aguacate cada año en el domingo del Super Bowl.
Con el aumento del guacamole, la gente comenzó a preguntarse qué otra cosa podían hacer con ellos.
En 2013, la actriz y vendedora de estilo de vida Gwyneth Paltrow convirtió ‘aguacatesobre pan tostado’ como uno de los componentes clave de su muy exitoso libro de cocina "It’s All Good".
El libro coincidió con el aumento de la tendencia de "comer sano", un movimiento que podría decirse que comenzó con la adopción generalizada de un estilo de vida "californiano" –athleisure, jugos verdes, ensaladas- como lo muestran celebridades destacadas.
Las recetas de aguacate comenzaron a aparecer en todas partes, la mayoría de ellas citando sus cualidades de "súper alimento" (en particular, el hecho de que el 75% de la grasa en aguacates es no saturada, "buena grasa") y su gran versatilidad como ingrediente.
Antes de darnos cuenta, los aguacates habían cautivado a los millennials conscientes de la salud.
Comenzaron a vender tan bien que el fenómeno de la ‘mano de aguacate’ se convirtió en una condición médica reconocida, aunque difícil de comprender para quienes vienen de países en donde el aguacate es local.
Pronto generaron un imperio de mercancías suaves y verdes, desde jarras de aguacate hasta una tienda de regalos en línea con temática de aguacate.
La gran fiebre de aguacate no ha estado libre de consecuencias negativas.
Aunque no se suele mencionar a menudo, hay informes de cárteles de la droga que controlan el suministro de aguacate en América Central, así como afirmaciones de que el consumo de aguacate está alimentando la deforestación ilegal en México.
Además los aguacatales son plantas sedientas: según la mayoría de las estimaciones, el cultivo de aguacate requiere al menos dos o tres veces más agua que el cultivo de papa.
No obstante, su carrera hacia la dominación global sigue avanzando en 2018.
En Asia se están tomando la economía de más rápido crecimiento del mundo: China importó 32.100 toneladas de aguacates el año pasado, que fue más de 1.000 veces el número de 2011.
Al parecer, el futuro es suave, verde e innegablemente bueno para la salud.
El aguacate maduró ¡y está aprovechando su momento!