Confirmado: los ladrones dirigidos por “El Profesor” ya preparan nuevos golpes.
Netflix anunció este miércoles que habrá una tercera temporada de la exitosa “La casa de papel”, que según la plataforma de streaming es “la serie de habla no inglesa más vista” en su historia.
La noticia fue celebrada en las redes sociales, donde los millones de seguidores de la serie española (renombrada como “Money heist” para los países no hispanohablantes) especulaban desde hacía días sobre la posibilidad de una continuación.
Pese a que sus creadores siempre la plantearon como un proyecto de una sola temporada en dos partes, su éxito arrollador e inesperado en medio mundo hizo cambiar los planes.
La ficción se ofreció en abierto en la televisión en España con datos discretos de audiencia en 2017, pero vio disparada su popularidad con su compra y posterior emisión en Netflix.
En la actualidad, sus fans se reparten desde Brasil, Argentina, Uruguay o Francia hasta India, Arabia Saudita o Turquía, entre muchos otros.
Por eso, la plataforma decidió ahora encargarse de producir en exclusiva las nuevas aventuras del grupo de ladrones.
Su emisión será en 2019, aunque no se dio a conocer qué parte del reparto original estará de vuelta ni cuáles serán los escenarios de las nuevas tramas del thriller.
Hasta ahora, la trama se centró en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Madrid, donde un grupo de atracadores con nombres en clave de distintas ciudades intentan perpetrar un asalto multimillonario.
Pero ¿qué tiene de especial la serie de Berlín, Tokio, Río y compañía para haber logrado tal éxito y para que su característica máscara de Salvador Dalí fuera una de las más utilizadas en los últimos carnavales de medio mundo?
“La casa de papel” cuenta la clásica historia del “atraco perfecto” desde el punto de vista de los ladrones.
“Ellos no solamente están robando para sí mismos, sino que también le están dando un golpe (…) y una llamada de atención al sistema capitalista en el que estamos”, le dijo Alejandro Bazzano, uno de los directores de la serie, al diario argentino La Nación.
La peculiaridad de este atraco provoca la atracción de buena parte de la audiencia, que en ocasiones encuentra similitudes con lo que ocurre en sus países.
Es lo que ocurre en Argentina, donde según el periodista especializado en espectáculos de La Nación Marcelo Stiletano, que asalten el lugar donde se fabrican los billetes despierta la simpatía de un país donde la devaluación de la moneda nacional es símbolo de sus crisis económicas.
“Podría ser el emblema de un cuestionamiento al funcionamiento económico del país y una necesidad, desde la ficción, de castigar a quienes cometieron los desastres que hicieron que Argentina se empobreciera cada vez más”, le dice Stiletano a BBC Mundo.
El enfoque de la trama hace que, finalmente, gran parte de la audiencia desee que el atraco llegue a buen puerto y no al contrario.
Y es por eso que la serie llegó a causar polémica en algunos países. En Turquía, por ejemplo, el exalcalde de Ankara Ibrahim Melih Gökçeh calificó la ficción como “un símbolo de rebeldía” que debía “ser intervenida por las autoridades policiales”.
A la primera clave de éxito contribuyen directamente el planteamiento y la evolución en el carácter de sus personajes principales.
“A medida que conoces detalles de sus historias, uno se termina encariñando con ‘los malos’, porque vas descubriendo que los malos no son tan malos”, le dice a BBC Mundo el productor audiovisual Patricio Rabuffetti.
El retrato ambiguo de los personajes de uno y otro bando hace que atracadores como Tokio, Moscú, Berlín o Nairobi -claramente inspirados en los nombres en clave con colores (señor Marrón, Blanco, Azul…) de los asaltantes de ‘Reservoir Dogs’ de Quentin Tarantino- se conviertan casi en “justicieros”.
Según Stiletano, “la simpatía de un villano está en la base de cualquier ficción exitosa, como decía Alfred Hitchcock”.
Las debilidades, problemas y desventuras de los ladrones, que entablan relaciones con los distintos rehenes, acaban consiguiendo la empatía del público.
“Es más fácil identificarse con ellos que con quienes representan supuestamente la ley”, cree el periodista.
“La casa de papel” es otro de los ejemplos de series que, por su calidad, perfectamente podrían emitirse en una sala de cine.
“Se hace con un presupuesto cuatro o cinco veces menor de lo que sería un capítulo así hecho en Estados Unidos, pero no tiene nada que envidarle en cuestión de fotografía, guión, tramas… Está muy bien armada y muy bien realizada”, dice Rabuffetti.
Según el productor internacional, que el argumento mantenga una tensión permanente, intriga, suspense e incluso tramas de amor “es un cóctel que realmente funciona”.
Sus característicos movimientos de cámara, la luz utilizada o la banda sonora ayudan a que la ficción tenga un ritmo trepidante (también en la adaptación que se hizo para Netflix, que acortó la duración para tener más capítulos) y que el espectador quede literalmente enganchado a la trama.
También son considerados aciertos de la ficción el uso de elementos únicos y distintivos como las máscaras de Dalí o las vestimentas rojas que usan los ladrones durante el atraco.
Ante estas virtudes, resulta llamativo que “La casa de papel” no cosechara datos de audiencia significativos durante su primera emisión en abierto en un canal generalista español. ¿Por qué?
Los críticos coinciden en que el desarrollo de la trama, que ocurre casi a tiempo real, encaja mejor con la nueva forma de ver ficción a través de plataformas de streaming como Netflix.
“El espectador sigue la acción desde esa sensación de tiempo real con el hábito de consumo de estas plataformas, donde puedes ver hasta temporadas completas de continuo y no un solo capítulo”, dice Stiletano.
Rabuffetti añade que los “cortes comerciales de 12 ó 15 minutos” de la televisión tradicional no ayudaron a que el público siguiera una serie con el ritmo frenético de “La casa de papel” en su emisión inicial.
“Diría que incluso una serie como “House of Cards” se hubiera visto en la televisión en abierto, también habría pasado sin pena ni gloria”, asegura.
Rabuffetti, productor argentino aficando en España, destaca también el buen momento por el que pasa la industria de ficción de aquel país tras el éxito de otras series como “Velvet” o “Gran hotel” y la alta demanda que hay de sus productos, también en América Latina.
El profesional afirma que ya pasaron los tiempos en los que a buena parte del público latino no le resultaba cómodo de escuchar el acento característico de España en cine y televisión.
“Hay una barrera a favor, que antes era algo en contra, de las series españolas en Latinoamérica a raíz del prestigio que están gozando merecidamente. Hoy hay cero resistencia para verlas”, asegura.
Un acertado reparto de talentos españoles -aunque desconocidos para el gran público internacional- como Álvaro Morte, Itziar Ituño, Alba Flores o Úrsula Corberó completan las claves del éxito que han hecho de “La casa de papel” una de las series cuya continuación se espera con más ansia por millones de personas en todo el mundo.
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