Ana Brun dice que el papel de Chela, a quien encarna en la película "Las herederas" y que le valió un Oso de Plata a la mejor actriz, el primer galardón del Festival Internacional de Cine de Berlín en la historia de Paraguay, le fue "arrancado" de su propia vida.
"Es que así lo siento", le dice a BBC Mundo.
Chela es, como la propia Brun, una paraguaya bien adentrada en la sesentena que vive en pareja con otra mujer (Chiquita, interpretada por Margarita Irún) en un acaudalado suburbio de Asunción.
Pero sus vidas ya no son tan acomodadas y se ven obligadas a vender sus herencias, muebles, cuadros y utilería para llegar a fin de mes, algo que intentan ocultar a sus vecinos y amistades.
Todo promete agravarse cuando un banco demanda a Chiquita por estafa y es encarcelada.
Sin embargo, a Chela, quien hasta entonces se había dejado vencer por la vida, se le abre una posibilidad laboral y, principalmente, una romántica.
Eso le permite escapar del lugar social al que debería pertenecer. Y también llevar a cabo así una íntima y sutil —en concordancia con el tono general de la película— revolución sexual en una sociedad conservadora.
"Veo algo de mi propia vida en la de Chela", le cuenta Brun a BBC Mundo.
"Es que nunca fue fácil para mí. Estuve casada con un político de la oposición a Alfredo Stroessner (gobernante de facto de Paraguay entre 1954 y 1989) y como tal sufrí persecuciones, allanamientos, situaciones algunas muy extremas que no quiero ahora recordar", explica la actriz, cuyo nombre completo es Ana Patricia Abente Brun.
Y todos esos episodios, de los que ahora prefiere no acordarse, le vinieron una y otra vez a la memoria mientras rodaba las escenas del filme dirigido por Marcelo Martinessi y producido entre Paraguay, Uruguay, Brasil, Alemania, Noruega y Francia. Es una historia pequeña que huye de cualquier lugar común.
"Mira, el hermano de una amiga, que es un gran escritor y poeta, dice que no solo encendemos los cirios para velar el cuerpo de un ser querido, sino que a veces asistimos al velatorio de un amigo que dejó de serlo, velamos un amor que nos abandonó, a un hermano que se fue o a sueños que no alcanzamos y se esfumaron", recuerda Brun.
"Yo ya estuve en todos esos velatorios y encendí todos esos cirios. Pero aún no me rendí", añade. "Y eso mismo me parece que le pasa a Chela".
Con esa actitud, de quien no teme volver a empezar de cero, Brun se enfrentó a su papel en la cinta que la semana pasada sumó a su lista de reconocimientos el galardón a la mejor película en la 58º edición del Festival de Cine de Cartagena (Ficci), en Colombia, y el premio Fipresci, otorgado por la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica.
A continuación, la entrevista completa de BBC Mundo con la actriz.
Usted habla mucho de empezar de cero. ¿Es por eso que se decidió a cambiar el nombre para esta película?
Efectivamente, adopté el nombre de Ana Brun. Tampoco es que lo inventara, pero no solía usarlo así. Siempre fui Patricia Abente.
En un principio no pensaba hacer la película, pero después reuní el coraje. Y es que tuve tantos cortes en mi vida y en mi carrera, y comencé tantas veces de nuevo, que me dije que esta vez también lo podía hacer. ¿Por qué no? Y así, con nuevo nombre, empecé de cero a una edad en la que se supone que no debes hacerlo.
Antes de "Las herederas" usted trabajaba como agente de la propiedad intelectual —heredó parte del estudio jurídico de su padre— y había hecho teatro, pero tenía poca experiencia en cine. ¿Cómo llegó al papel?
Hacía años que no participaba en nada. Prácticamente había abandonado las tablas. Pero un día me llamó un primo mío, que tiene una productora, y me dijo: ‘He leído el guión de Martinessi y ese papel es para vos’. Y lo leí y me gustó, aun cuando sabía que el tema del lesbianismo iba a crear roncha.
Pero me di cuenta que ese tema finalmente no era, al menos para mí, lo más importante. Era solo una faceta más del personaje de Chela.
Esta mujer se sentía encerrada, oprimida, manejada y dominada por Chiquita, su pareja. Además, no tenía carácter, era evidentemente depresiva y no sabía hacer nada. Había sido una hija de mamá, de buena posición económica, a la que no le consiguieron un marido. Porque de eso se trataba en esa época, de casar a las mujeres.
Marcelo Martinessi creó en esta película un universo exclusivamente femenino. No hay hombres, solo su ausencia (el marido muerto) o la presencia marginal (el amante esporádico)...
Evidentemente los hombres no cuentan para nada en la vida de estas mujeres.
"Las herederas" aún no ha sido estrenada en Paraguay, pero ¿cuán rompedor es en en el país que se haya hecho una película sobre mujeres que son pareja, mujeres además de cierta edad?
Ya tenemos detractores, porque somos viejas y encima lesbianas (en la película). Pero afortunadamente creo que hay más aceptación que rechazo.
Da la impresión de que Chela y otros personajes, como las ancianas adineradas para las que empieza a hacer de chofer y se hacen llamar "las chicas", llevan una vida con poco contacto con el mundo exterior. ¿Cuánto tiene esto de retrato de la sociedad paraguaya y cuánto de caricatura? ¿Es Paraguay tan conservadora como la pinta la película?
Las "chicas" existen y su único interés es reunirse a jugar a cartas, tomar té y contarse los últimos chismes del vecindario. Claro que todavía existe gente así en Paraguay. Me hizo mucha gracia una vez una señorona de la sociedad que comentaba que se estaba haciendo con la modista un vestido "para ir a los velorios". No sabía que existía un uniforme o una etiqueta especial para ello.
Pero sería más justo decir que una parte de la sociedad permanece muy conservadora, mientras otra está evolucionando.
Hay un acontecimiento que altera ese mundo inmóvil en cierta medida: el encarcelamiento de Chiquita. Aunque a ella no parece cambiarla tanto.
Chiquita lo pasó de lo más divertida en prisión. Su carácter dominante lo mantiene incluso con algunas reclusas. No le preocupa en lo más mínimo el problema de Chela. No se va a escapar, si depende emocionalmente de ella.
Sin embargo, para Chela la experiencia es muy distinta. Y en cierta medida, que su pareja caiga presa es una especie de liberación, en distintos frentes: para con el espacio social que ocupa, frente a su pareja y también en el plano sexual. ¿Es esta una historia de encierros?
Yo creo que sí. Chela se encierra en sí misma y su pareja hace su encierro aún más terrible cuando elige a la nueva empleada, un poco para controlarla. La prisión de Chiquita agrava la angustia, la soledad y la desolación de Chela.
Pareciera que la casa que se va vaciando de muebles es algo simbólico, que hace referencia a cómo su personaje se va deshaciendo del pasado…
Así lo sentí yo también. Va perdiendo sus pertenecías, vendiendo sus muebles heredados, su hermoso piano, sus retratos y su cuchillería de plata como si fuera cambiando de plumaje. Va perdiendo con dolor, pero sentís que algo nuevo está naciendo.
Sobre el tema del encierro, Marcelo Marcelo Martinessi ha dicho: "En Paraguay tenemos aún ciertas manías y herencias que nos hacen sentirnos en una gran prisión". ¿Está de acuerdo? ¿Y refleja la película esto en algún sentido?
Absolutamente. Durante muchos años vivimos en una gran prisión donde parecía que nadie sabía nada. No había que comentar ciertos temas, no podías alternar con ciertas personas. Para algunos la vida era más fácil y otros pasaban realmente las de Caín.
La dictadura que vivió el Paraguay dejó muchas huellas, pero las ataduras se han ido rompiendo y el país va conformando un nuevo rostro.
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