Internet es muy distinto a una célula. La primera tiene que ver con conexiones por cable o inalámbricas y la segunda con moléculas y reacciones químicas. Sin embargo, hay algo que los iguala: comparten la misma arquitectura.
Eso es lo que defiende el paradigma de las redes sin escala, acuñado en 1999 por Albert-László Barabási y sus colaboradores de la Universidad de Notre Dame de Indiana, en Estados Unidos.
Se trata de uno de los principales conceptos de la ciencia de redes, que propone analizar los sistemas complejos desde el punto de vista de las relaciones entre los elementos que los conforman y no solo a partir de sus componentes individuales.
De acuerdo a su definición, una red sin escala es aquella en la que unos nodos concentran muchísimos enlaces y la mayoría, en cambio, muy pocos. Esto se debe a una fórmula llamada ley de potencias.
Y según Barabási a ese esquema responden muchos sistemas, a tal punto que es una especie de principio universal de organización.
"Hay leyes naturales sorprendentemente simples y de largo alance que gobiernan la estructura y la evolución de todas las redes complejas que nos rodean", escribía el rumano-estadounidense en Linked, el libro que sacó a la luz en 2002 sobre el tema, dirigido a una audiencia general.
Y más adelante añadiría que al descubrir y explicar esas leyes se aprendió más sobre nuestro complejo e interconectado mundo que en todo el siglo.
"Lo que hemos aprendido en los últimos diez años es que una vez que conocemos los vínculos entre los elementos tenemos muchos datos para conocer el sistema", le dijo al diario español El País en noviembre de 2011, cuando recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid.
"En un sistema social es interesante saber quién se relaciona con quién para, por ejemplo, iniciar una campaña para influir sobre alguien", apuntó.
"Igualmente, si las farmacéuticas conocen la interconexión entre las moléculas tendrán un punto de partida muy sólido para desarrollar sus medicinas".
Según Barabási, internet conforma una red libre de escala, en la unos pocos nodos concentran la mayoría de los enlaces, como Google o Facebook.
Pero es también pasa en el crimen organizado, ya que unos cuantos líderes ordenan la actuación de muchos otros miembros, o en el comercio internacional, donde los países desarrollados -que son la minoría- concentran la mayor cantidad de intercambio de bienes, mientras que en los no desarrollados -la mayoría- el intercambio es menor.
Y también encajaría en este paradigma la red de contactos sexuales entre personas, en el sentido de que hay unos cuantos que tienen muchas parejas a lo largo de sus vidas, mientras que la mayoría llega a tener unas pocas.
Sin embargo, la existencia de este principio de organización universal ha sido cuestionada desde el mismo momento en que se sugirió.
No son pocos los investigadores que han puesto en duda tanto la penetrabilidad de esta libertad de escala como el alcance de este paradigma para arrojar luz sobre la estructura de redes específicas.
Y los últimos en hacerlo han sido Anna D. Broido y Aaron Clauset, ambos de la Universidad de Colorado, en Boulder, EE.UU.
En su recién presentado estudio Scale-free networks are rare ("Las redes libres de escala son poco comunes"), señalan precisamente eso, que son pocas las redes reales que muestran una evidencia convincente de la ausencia de escala.
Para llegar a esa conclusión, llevaron a cabo una análisis estadístico de unas 1.000 redes de diversos ámbitos —entre otros la biología, las ciencias sociales y la tecnología —, y observaron que solo un 4% cumplía con el paradigma.
Asimismo, explican en el estudio, vieron que en el 67% de las observadas, desde las redes de amistad de Facebook hasta las de distribución de alimentos o agua, no se podía aplicar la ley de potencias para explicar su estructura.
"Estos resultados socavan la universalidad de las redes sin escala y revelan que las redes del mundo real exhiben una rica diversidad estructural que, para poder ser explicada, requerirá de nuevas ideas y mecanismos", concluyen los investigadores.
Los defensores del paradigma insisten en que éste ofrece un modelo idealizado, mientras que los detractores objetan que el concepto se explica de forma tan "vaga e inconsistente" en la literatura científica que hace que las afirmaciones centrales de la teoría sean difíciles de rebatir.
En ese sentido, Tanto Broido como Clauset explican que su estudio es un "intento de buscar un enfoque basado en datos" para aclarar dicha cuestión.
Sea como sea, la ciencia de redes es una disciplina tan joven —cuenta apenas con 20 años— que harán falta más investigaciones al respecto.
Como le dijo Mason Porter, un matemático de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), al medio estadounidense The Atlantic, la ciencia de las redes "es todavía el salvaje oeste".
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