Alvarado contra Alvarado: así se resume la segunda ronda electoral en que los costarricenses eligen a su próximo presidente este domingo 1 de abril.
En ella se miden los dos candidatos que lograron más votos el pasado 4 de febrero, aunque no suficientes para gobernar el país los siguientes cuatro años: Fabricio Alvarado (Partido Restauración Nacional) y Carlos Alvarado (Partido Acción Ciudadana, actualmente en el poder).
El primero, cantante y líder evangélico, y el segundo, aficionado a la literatura y autor de cuatro novelas, tienen algo más que el apellido en común.
Pasaron por la misma facultad y empresa de comunicación, dieron el salto del periodismo a la política, y empezaron la contienda con un apoyo del 6% para ser catapultados a la cima de las encuestas que ahora, de cara a la segunda vuelta, muestran una clara ventaja para Fabricio Alvarado con un promedio del 13%.
Estas encuestas, realizadas durante cinco semanas de febrero y marzo y dadas a conocer por el diario "El Mundo" de Costa Rica, desvelan también un elevado número de personas que se confiesan indecisas o que aseguran que no van a votar: entre el 11 y el 23% en cada uno de los dos casos.
Pero las coincidencias entre ambos candidatos terminan ahí. Y se vio claro durante la primera fase de la carrera hacia la presidencia, sobre todo con sus posturas diametralmente opuestas frente al matrimonio igualitario, el tema que marcó la campaña.
Y es que, mientras Fabricio Alvarado enarbolaba la bandera de la religión y familia tradicional, Carlos Alvarado denunció que la elección parecía "un concurso de quién es más conservador o más intolerante", sin que se tomaran en cuenta "las verdaderas necesidades" del país.
"(Este resultado) dejó algo muy claro a los políticos tradicionales y es que nunca más se metan con la familia. Nunca más".
Ese fue el mensaje del candidato del Partido Restauración Nacional nada más conocerse que fue el que más votos obtuvo en la primera vuelta, con un 24,7%.
El discurso lo completó con la retórica del experimentado predicador evangélico que es.
Y es que Gerardo Fabricio Alvarado, un capitalino de 43 años y quien fuera católico practicante durante 15, forma parte activa de la Iglesia Centro Mundial de la Adoración y lidera junto con su esposa y madre de sus dos hijas. Laura Moscoa, un ministerio cristiano llamado Metamorfosis.
Pero esa no es su única tribuna: también difunde su mensaje con sus discos de música cristiana, del género balada pop.
Y lo hizo durante un tiempo como presentador de noticias en Mundo Cristiano, producido por la cadena CBN, y como locutor del programa de radio Metamorfosis.
A dichos puestos accedió en 2009, habiendo estudiado la carrera de Ciencias de la Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica —aunque no se graduó—, y tras dedicarse al periodismo en los noticieros NC4 y Hechos primero y en Noticias Repretel después.
El salto a la política también lo dio de la mano de una formación de ideología cristiana evangélica, la misma por la que compite: el Partido Restauración Nacional, fundado por el pastor Carlos Avendaño.
Fue en los comicios de 2014, cuando concurrió como candidato a diputado y obtuvo el único escaño del partido en la Asamblea Legislativa.
Una vez instalado en el Congreso, Alvarado unió fuerzas con otros diputados evangélicos para conformar el llamado "bloque provida", caracterizado por su férrea oposición a la fertilización in vitro y cualquier iniciativa encaminada a legalizar las uniones entre personas del mismo sexo.
Y con motivo del Día Nacional de la Biblia, establecido por ley en 2000, regaló copias para los cristianos entre sus colegas legisladores en 2014 y entre el personal de la Casa Presidencial en 2016.
En 2015, presentó junto a otros legisladores un recurso de inconstitucionalidad contra el decreto presidencial para regular la fecundación in vitro, con lo que se suspendió la aplicación de la técnica en el país aun cuando el tema se estaba discutiendo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Durante esta campaña electoral, mantuvo su postura conservadora y rechazó la decisión del 9 de enero de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la necesidad de que las uniones homosexuales sean legalmente matrimonios, algo que le ayudó a escalar en las encuestas.
Además de insistir que en caso de ser presidente sacará a Costa Rica del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, Alvarado ha prometido luchar contra la corrupción, reducir los gastos del gobierno, promover el desarrollo de infraestructuras y una "gran reforma educativa" para fortalecer la capacitación de los maestros y dar "herramientas de emprendimiento" a los estudiantes.
Mientras, sus adversarios le echan en cara su poca experiencia política y la falta de un equipo cualificado para gobernar.
En eso hacía hincapié un informe reciente de Eurasia Group, una consultora de temas políticos con sede en Nueva York.
"Lo que más complica las cosas es que tiene un equipo muy limitado y tendrá que luchar para conseguir reunir a un gabinete que pueda negociar con la Asamblea", señalaba la consultora.
Las primeras palabras de Carlos Andrés Alvarado Quesada nada más saberse que con el 21,74% de los votos pasaba a la segunda ronda de los comicios, fueron para la formación con la que compite por la presidencia, el oficialista y socialdemócrata Partido Acción Ciudadana (PAC).
"Fue con el primer gobierno del PAC con el que Costa Rica está superando los problemas, cosas importantes como el combate a la pobreza".
La administración del presidente Luis Guillermo Solís "realizó recortes sustantivos de las pensiones de lujo, pagó la deuda a la caja e impulsó el proyecto de las convenciones colectivas, no para agregar privilegios sino para quitarlos", añadió, antes de hacer hincapié en la necesidad de un gobierno de unidad nacional. "Esto es un llamado a la reconstrucción nacional".
El mensaje siguió la línea del discurso que ha repetido durante la campaña, en la que prometió mantener la "iniciativa de cambio" impulsada por Solís y se presentó como la voz cantante de una nueva generación de políticos que pide paso a los tradicionales.
Y es que este político de 38 años apenas cuenta con cuatro años de experiencia en cargos públicos.
Periodista de formación, se desempeñó como asesor de la fracción del PAC en la Asamblea Legislativa entre 2006 y 2010, del Institute of Development Studies de Reino Unido después, ocupó un cargo de gerencia en Procter & Gamble Latinoamérica y fue el director de la campaña del ahora presidente saliente.
Fue él quien le dio la oportunidad de estrenarse en política a inicios de este gobierno, cuando lo designó presidente ejecutivo de Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).
También fue ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social y dos años después tuvo a su cargo la cartera de Trabajo, puesto que dejó a inicios de 2017 para inscribirse como precandidato en la convención interna de su partido y ganar con holgura.
Además de ser bachiller en Comunicación Colectiva y máster en Ciencias Políticas por la Universidad de Costa Rica, ostenta una maestría en estudios de desarrollo por la Universidad de Sussex, en Reino Unido, y ha publicado una recopilación de cuentos y tres novelas.
Como candidato presidencial le ha correspondido hacer frente a las críticas contra su partido por el "cementazo" o caso del cemento chino, el más sonado escándalo de corrupción del país, que se fraguó durante el actual gobierno y salpica a funcionarios de los tres poderes.
Mientras, sus simpatizantes le reconocen las propuestas sociales, educativas y ambientales, pero sobre todo su postura a favor de que la unión de personas del mismo sexo sea considerado legalmente matrimonio.
"Al final la elección se definió por el tema de la decisión de la CIDH sobre matrimonio igualitario", le dice a BBC Mundo Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas sobre América Latina del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Instituto Cato, un centro de análisis con sede en Washington.
Según el experto, fue la resolución de la Corte lo que hizo que los votantes evangélicos y los católicos conservadores, "dos sectores que nunca se han llevado bien en Costa Rica", se unieran para apoyar a Fabricio Alvarado.
Y, de la misma manera, esa misma decisión llevó a que "los votantes más progresistas, principalmente menores de 40 años", salieran a apoyar en masa a Carlos Alvarado.
Fernando Chaves Espinach, del diario costarricense "La Nación", coincide. Pero va más allá y, gane quien gane el 1 de abril, adelanta un panorama de alianzas hasta ahora poco probables.
"El candidato ultraconservador, Fabricio Alvarado, ganó principalmente en las tres provincias más abandonadas y en las que las iglesias evangélicas suplantas muchas de las funciones estatales. Pero lo hizo gracias al discurso contra las uniones igualitarias, sin tener ninguna propuesta de desarrollo concreta para ellas", analiza el periodista.
"Y eso mismo lo hace susceptible a alianzas", añade.
Asimismo, en caso de que en la próxima segunda ronda se impusiera Carlos Alvarado, "el PAC, que ha basado su discurso en que es el partido del cambio, deberá construir acuerdos con formaciones contra las que ha luchado históricamente, como los tradicionales Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC)".
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