"Sentí muy fuertes temblores y vi la tierra abrirse en largas fisuras. Por estas grietas surgió una humareda de fina arena gris tan alta como la mitad de la altura de los pinos que la rodeaban", dijo la "güerita Aurora", una de las primeras testigos en el nacimiento del volcán Paricutín.
El imponente cono casi perfecto que surgió en el estado de Michoacán, en el oeste México, es el volcán más joven del continente americano. Su nacimiento, hace 75 años, pudo ser documentado por completo, algo extraordinario en la historia de la vulcanología.
El volcán tiene incluso un "acta de nacimiento" con fecha del 21 de febrero de 1943.
Un documento oficial del Ayuntamiento de Parangaricutiro explica cómo los campesinos que habitaban el lugar habían estado sintiendo constantes terremotos en la semana anterior del surgimiento.
Ese día, además, "se levantaban largas lenguas de fuego, con fuertes humaredas y estruendos nunca oídos", según los testimonios.
Cuando se dieron cuenta que se trataba del nacimiento de un volcán, los pobladores tomaron la decisión unánime de llamarlo Paricutín.
Este nombre se refiere al pueblo donde surgió, que significa "del otro lado" en idioma purépecha. Con su nacimiento arrasó a dos pueblos pero no murió nadie, todos los habitantes pudieron huir.
Entre los principales testigos del surgimiento y evolución del volcán estuvo nada menos que el Dr. Atl, uno de los más destacados artistas mexicanos, que entre otras cosas fue también filósofo, escritor y revolucionario.
Dr. Atl, cuyo nombre de nacimiento era Gerardo Murillo, se autoproclamó "médico partero y biógrafo" del Paricutín. Siguió su evolución en un diario en el que juntó sus observaciones científicas con testimonios de los locales y de otros expertos. También, agregó fotografías de otros testigos a sus ilustraciones y pinturas.
Después lo publicó en un libro: "Cómo nace y crece un volcán. El Paricutín". Este año, El Colegio Nacional, una institución que agrupa a algunos de los pensadores más importantes de México, publicó una edición facsimilar.
"Este libro es una rara avis, que tiene tanto valor artístico como científico", explica Alejandro Cruz Atienza, director de publicaciones de la institución.
El Dr. Atl era un hombre multidisciplinario y un apasionado de la naturaleza. Ya era reconocido como uno de los paisajistas más reconocidos en México: precisamente los volcanes eran de sus temas favoritos.
"Gran parte de mi vida la he ocupado en escalar volcanes, en estudiarlos, en dibujarlos, y, de repente, la naturaleza puso a la puerta de mi casa un volcán nuevo", explica.
Su pasión es evidente en el libro. Un día lo sorprendió un temblor mientras escribía sus notas y tuvo que salir corriendo porque "una gran nube roja" salió de la fuente ígnea y se extendió rápidamente.
"Quemaba los troncos secos de los pinos y alcanzó mi refugio, que vi arder desde lejos con verdadero placer: es difícil darse el gusto de presenciar espectáculos tan bellos", escribió.
El Paricutín, "Es el aparato volcánico más completo que el hombre ha podido contemplar y estudiar desde su nacimiento", explica el Dr. Atl.
El cono, que surgió en una planicie, alcanzó a los 6 días de su nacimiento más de 150 metros de altura y 600 metros de base, según la documentación del vulcanólogo autodidacta.
Ahora, el Paricutín alcanza los unos 424 metros y está unos 2.800 metros sobre el nivel del mar, porque se encuentra en el campo volcánico de Michoacán Guanajuato, que alcanza gran altitud y en la que hay unos 1.200 volcanes.
El reconocido investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, Jaime Urrutia Fucugauchi, explica a BBC Mundo que este tipo de formación es "monogenético", es decir que sólo tiene un periodo de actividad y después se apaga. En el caso del Paricutín la actividad duró 9 años.
"Ahora todavía tiene emisión de gases, pero está enfriándose, tarda un tiempo en apagarse por completo", explica. Los pedregales que dejó con sus ríos de lava han ido cubriéndose de vegetación, pero todavía hay grandes extensiones en las que no han crecido plantas.
Urrutia dice que, fuera del continente, en el océano Pacífico, en el archipiélago de Revillagigedo, que pertenece a México surgió el volcán Bárcena en el año 1952.
El tipo de erupción del Paricutín permitió que no hubiera ninguna víctima mortal durante su formación. Los habitantes de los dos pueblos que estaban cerca pudieron incluso recoger sus cosas antes de marcharse.
En su libro, Dr. Atl cuenta que los habitantes de los dos pueblos que quedaron sepultados por el Paricutín se negaron a marcharse hasta el último minuto. Tuvieron que ser "arrancados de sus casas"cuando ya tenían la lava a pocos pasos.
"Así era la gente de este pueblo: indiferente ante el peligro y sonriente ante la desgracia", cuenta. Uno de los testimonios dice que una mujer se encerró en su casa para no abandonarla "yo aquí me muero", dijo. Para rescatarla, un grupo de gente tuvo que romper su puerta a hachazos.
"El pueblo de Paricutín dejó de existir: gruesas capas de lava lo cubrieron totalmente", escribió Atl.
Del pueblo de San Juan Parangaricutiro, quedó sólo la iglesia, medio sepultada en la lava. Algunos dicen que fue un milagro que, aunque la lava la rodeó, respetó el altar.
Tras la publicación del libro en 1950, El dr. Atl sufrió la amputación de la pierna derecha, por lo que tuvo que dejar de escalar volcanes y montañas. Entonces empezó a sobrevolar los cielos y creo su distintivo "aeropaisaje". Murió en 1964.
El fotógrafo Santiago Arau, que recientemente hizo el documental Paricutín, dice a BBC Mundo que "visitarlo es una gran experiencia, es un paisaje muy dramático, como lunar".
En su documental, cuenta que cerca del volcán todavía viven personas que lo vieron nacer.
"Parecía que era el final de los tiempos, todo se llenó de cenizas por varios días. Yo lo recuerdo como si fuera un sueño. Pero sé que es verdad porque ahí está el Paricutín", dice un hombre que es 18 años mayor que el volcán.
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