[contextly_sidebar id=”sQ2a0J3eksrUFZHWfC9Ef64GQtDqmAPK”]En gustos se rompen géneros, han dicho siempre los expertos en bebidas, y esta sentencia aplica con mayor vigor si se refiere al tequila y el mezcal, dos bebidas consideradas las más emblemáticas de México y muy bien identificadas en cualquier rincón del mundo. Sin embargo, aunque las dos gozan de una amplísima tradición y se obtienen de la misma fuente, el agave, hay entre ambas una serie de diferencias que siempre es necesario conocer para no confundirlas.
Hace más de 700 años, cuando los antiguos tecuilos, habitantes de Teochinchán, descubrieron la tecatli (piedra negra y filosa), utilizaron la planta del agave, que en la zona crecía de manera silvestre, para fabricar fibras y tejidos y usaban las pencas en sus casas a modo de tejas. Empero, el corazón de la planta, conocida hoy como piña, era desechado como un producto inservible.
Hoy el tequila no sería posible sin esa piña. En los mismos tiempos antiguos, de acuerdo con la tradición oral, un día de tormenta un fuerte relámpago cayó en Teochinchán, población que hoy se conoce como Tequila y se localiza en el estado de Jalisco, y quemó las piñas, de las cuales los indígenas observaron que se desprendía un dulce néctar de delicioso aroma.
A diferencia del mezcal, el tequila posee una denominación de origen para su elaboración. Es decir, solo el agave tequilana weber variedad azul que se planta en la zona que comprende todos los municipios de Jalisco y algunos de Nayarit, Guanajuato, Michoacán y Tamaulipas puede utilizarse para elaborar tequila.