El reloj marcaba el minuto diez del segundo período cuando Randi Griffin inscribió su nombre en mayúsculas en la historia de las Olimpiadas.
Suyo fue el primer gol anotado por el equipo unificado de hockey de Corea, tanto que desató el júbilo sobre el hielo y en las gradas.
Fueron escenas emotivas en las que jugadoras y aficionados del norte y del sur de la península celebraron juntos la alegría del primer gol anotado por el equipo en PyeongChang.
El tanto no pudo evitar la derrota 4-1 frente a Japón y la eliminación del torneo olímpico, pero fue evidente que se trató de mucho más que un consuelo.
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