La mayoría de las teorías filosóficas son intentos de entender el mundo.
Quiénes somos, por qué somos, para qué somos, etc.
Pero la filosofía del absurdo no pierde el tiempo en eso.
Su respuesta a la eterna pregunta "Cuál es el significado de la vida" es "Ninguno", "No hay significado", "No hay razón".
Así que "No te preocupes, la existencia no tiene sentido ni propósito".
El pionero del "absurdismo" fue el filósofo danés Søren Kierkegaard, quien dijo que "como la realidad de Dios está por encima la comprensión humana, es absurdo que los humanos tengan fe en Dios".
En el siglo XX, los "absurdistas" sacaron el concepto de Dios completamente de la ecuación, optando por hacer del significado y la falta de éste un asunto enteramente humano.
El escritor y filósofo francés nacido en Argelia Albert Camus (1913-1960) creía que, como la vida no tiene sentido, podemos adoptar una de dos actitudes: le ponemos fin a todo o nos encargamos de encontrarle nuestro propio significado. En todo caso, no importa.
Puedes pasarte la vida transfiriendo garbanzos de una cazuela a otra, como hace uno de los personajes de su novela "La peste". O puedes tirarte de un puente. Da lo mismo.
La vida es absurda, dicen los "absurdistas"; no hay Dios, así que no tiene sentido. Pero, subrayan, eso es bueno.
La filosofía del absurdo ha tenido una fuerte influencia en las artes.
La idea de que nada tiene significado o sentido es liberadora, particularmente en áreas como la literatura y el teatro, que tradicionalmente se han dedicado a la búsqueda de significado.
El "absurdismo" dio vida al Teatro del Absurdo, probablemente el único movimiento teatral inspirado por la filosofía.
…al escritor francés Eugène Ionesco, cuya obra "Rinoceronte" trata sobre los peligros de la conformidad… y aparecen varios rinocerontes.
…al irlandés Samuel Beckett (1906-1989), el de la genial obra "Esperando a Godot", entre otras, como "Final de partida", en la que un personaje revela:
"Nada es más divertido que la desdicha, te lo aseguro…"…
…y al escritor británico Norman Frederick Simpson, con su absurda obra maestra "A Resounding Tinkle", en la que una pareja de clase media recibe un elefante en su casa en un suburbio.
Ese no es el problema, por supuesto, sino que el tamaño no es el indicado.
Tratan de cambiarlo por una culebra que llegó a una casa vecina, solo que resulta ser muy corta.
El "absurdismo" es muy apropiado para la comedia, pues la mejor comedia es esencialmente "absurdista".
Y quizás por esa razón la filosofía del absurdo seguirá siempre con nosotros.