Ya sea que tengas un paladar dulce o simplemente compres chocolate para hacer un regalo, hay motivos para preocuparse.
El futuro del cacao, el corazón de una industria global del chocolate valorada en US$98.000 millones anuales, está bajo amenaza.
La culpa la tiene una combinación de factores, desde el calentamiento global hasta las plagas.
Incluso algunos científicos fueron más lejos al pronosticar que el chocolate podría estar “en camino de extinguirse” en las próximas cuatro décadas.
Mientras muchos piensan que esto es una exageración, otros expertos trabajan arduamente para encontrar una solución y evitar la catástrofe.
Pero ¿por qué la oferta mundial de chocolate está amenazada?
Según un informe de la firma de investigación Euromonitor, la demanda mundial de chocolate alcanzó las 7.450 toneladas en 2016–17, un salto de más del 10% en comparación con cinco años antes.
El apetito por el chocolate fue impulsado principalmente por un mayor consumo en China y la India, los dos países más poblados del mundo.
India, por ejemplo, registró el mayor crecimiento en 2016, de un 13%.
Los mayores golosos del mundo están en EE.UU. que representan el 20% del consumo mundial.
Sin embargo, el país que más come chocolate per cápita es Suiza.
Los suizos comieron un promedio de 11 kg de chocolate por persona en 2016, según el organismo comercial Chocosuisse.
Las cifras de la Organización internacional del Cacao, que analiza el mercado de esa materia prima, muestran una variación entre excedentes y déficit de oferta en los últimos 20 años.
Una encuesta reciente de comerciantes, analistas e intermediarios realizada por la agencia Bloomberg estimó que el suministro mundial de granos de cacao podría superar la demanda en 97.500 toneladas en la temporada 2017-18.
Parece algo bueno, pero solo si eres consumidor o fabricante.
Las sobreoferta tiene un impacto directo en los precios de los productos básicos.
Los precios del cacao han estado disminuyendo.
A fines de la década de 1970, superó los US$4.000 por tonelada, pero nunca volvió a alcanzar ese valor. En la actualidad ronda los US$2.100.
Los productores son los que más sienten las bajas en los precios.
La gran mayoría de la producción mundial proviene de países de bajos ingresos. Los principales productores son, por ejemplo, los países africanos.
Dos de ellos, Costa de Marfil y Ghana, son responsables de más de la mitad del cacao del mundo.
Los activistas dicen que los productores recibieron alrededor del 6,6% del valor de una tonelada de cacao vendido.
Para empeorar las cosas, la edad promedio de un productor de cacao es 51 años y los más jóvenes están cambiando su interés a los cultivos más rentables.
El árbol de cacao, el Theobroma cacao, es nativo de áreas tropicales y solo crece bien en climas húmedos con una estación seca más corta y lluvia regular, lo que explica por qué básicamente se limita a un cinturón estrecho de 10 grados a cada lado de la línea del Ecuador.
La producción no registra desarrollo: el 90% del cacao se cultiva en pequeñas granjas familiares.
Cultivar y cosechar requiere mucho trabajo: las vainas de cacao no maduran al mismo tiempo y los árboles deben ser sometidos a un monitoreo continuo.
Según la ONG Make Chocolate Fair, el árbol de cacao da fruto todo el año y se necesita toda la cosecha de un árbol para hacer medio kilo de cacao.
Pequeñas fluctuaciones en el clima pueden dañar la producción, por lo que el cambio climático no es realmente lo que la industria necesita.
Un informe reciente del Instituto de Genómica Innovadora de la Universidad de California (EE.UU.) pronostica que “el cambio climático reducirá significativamente la cantidad de tierra apta para cultivar cacao en las próximas décadas”.
La investigación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) sugiere que Costa de Marfil y Ghana perderán cantidades significativas de área de cultivo adecuada.
A diferencia de otros cultivos importantes que fueron objeto de continuos esfuerzos científicos para aumentar la productividad y crear mayor resistencia al estrés y enfermedades ambientales, el cacao sigue siendo básicamente una planta silvestre.
Si en su hábitat natural, la cuenca del Amazonas, los árboles “aprendieron” a manejar los patógenos del área, la introducción del árbol en África por parte de los colonizadores europeos en el siglo XIX cambió las cosas.
“Estas plantas fueron llevadas a un nuevo continente y a un ambiente al que no estaban adaptadas. Debido a que el cacao nunca se cultivó sistemáticamente, tiene una diversidad genética muy estrecha y los virus pueden vencer su resistencia reorganizando sus genomas”, escribe Judy Brown, una viróloga de plantas de la Universidad de Arizona (EE.UU.).
Y las amenazas también incluyen el daño por insectos y las infecciones por hongos, como la que azotó el noreste de Brasil a fines de la década de 1980, que resultó en una disminución de la producción de 320.000 toneladas por año a 191.000 entre 1991 y 2000.
Hasta ahora, la única forma en que los productores manejan los árboles enfermos es reemplazándolos, pero el problema es que pueden infectarse durante semanas o meses antes de mostrar síntomas, y así pueden transmitir enfermedades a sus vecinos antes de ser detectados.
El equipo de Judy Brown de la Universidad de Arizona está trabajando en colaboración con Mars Inc, uno de los gigantes del sector de la confitería a base de chocolate, para desarrollar un “kit de prueba molecular” que los agricultores pueden utilizar para detectar signos de infección.
Un equipo del Instituto Innovative Genomics también está experimentando con el uso de la manipulación genética para hacer que las semillas de cacao sean más resistentes.
Así que, si cruzamos los dedos, podremos seguir disfrutando de nuestro amado chocolate en los próximos años.
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