Era un edificio viejo, condenado a ser demolido y que gracias a la creatividad de los artistas callejeros se convirtió en la "capilla sixtina" del grafiti.
Se llamaba 5Pointz y estaba ubicado en el distrito de Queens, en Nueva York.
Sin embargo, el edificio -que era un lugar emblemático para los artistas urbanos en Estados Unidos- fue pintado en 2013.
Las obras de los grafiteros desaparecieron bajo una capa blanca de pintura.
Y poco después, el templo grafitero fue demolido para dar paso a un complejo inmobiliario con un valor cercano a los US$400 millones.
Los artistas que habían pintado sus muros por años vieron como su trabajo -su arte- también había sido destruido.
Pero no se quedaron con los brazos cruzados. Esta semana un juzgado de Brooklyn les dio la razón y ordenó una indemnización de US$6,7 millones para cerca de 21 artistas callejeros.
"Esto confirma que el arte de aerosol es igual a cualquier arte de categoría", explicó a los medios locales Eric Baum, el abogado que representó a los 21 artistas.
"Y también que los artistas merecen dignidad y respeto", agregó.
Pero, ¿cómo 5Pointz se convirtió en un ícono urbano y por qué terminó en una batalla legal sobre unas ruinas?
El edificio sobre cuyas paredes se habían pintado la mayoría de los grafitis era una desgastada construcción que durante la década de los 70 fue adquirida por la familia Wolkoff.
Estaba ubicada en el sector de Queens y fue llamada "Five Points" (Cinco puntos) en honor a los cinco barrios de Nueva York: Manhattan, Brooklyn, Queens, Staten Island y el Bronx.
En un principio, la familia Wolkoff rentó espacios dentro del edificio a colectivos de arte, cuyos integrantes comenzaron a pintar sus paredes con el beneplácito de los dueños.
"Con el tiempo, 5Pointz, como lo rebautizaron los artistas, se convirtió en el más grande mural de arte callejero legal en el mundo. Y en un punto de atracción de Nueva York", le dijo a la BBC Marie Cecile Flageul, quien trabajó dentro del complejo como planeadora artística.
El diario The New York Times lo describió como el "único museo hecho sólo de paredes que está abierto las 24 horas y además es gratis".
De hecho, Renee Vara, experta en arte contemporáneo de la Universidad de Nueva York, le dijo a la cadena Sky News que 5Pointz "era como la capilla sixtina de Miguel Ángel, solo que en un entorno diferente".
Se estima que durante el tiempo que se permitió la intervención del edificio, unos 1.500 artistas callejeros provenientes no sólo de EE.UU. sino también de Canadá, Brasil, Suiza y México, expresaron su arte y crearon en sus muros cerca de 11.000 piezas.
Y todo era ordenado bajo el criterio artístico de MeresOne, un respetado grafitero que se convirtió en el curador de aquel museo "hecho solamente de paredes".
Pero la familia propietaria de la construcción lo había advertido: el edificio estaba destinado a convertirse en un espacio para el desarrollo inmobiliario.
En octubre de 2013, los dueños del edificio, encabezados por Jerry Wolkoff, ordenaron que se pintaran de blanco las paredes que estaban cubiertas con los grafitis.
Esta decisión causó un fuerte revuelo dentro del mundo artístico de Nueva York.
"No sé cómo se pueden destruir 12 años del mejor arte callejero", le dijo a la BBC Hans Von Rittern, un guía turístico.
Se armaron varios grupos de protesta. El famoso y misterioso grafitero británico Banksy también hizo una solicitud pública para que el edificio no fuera demolido.
Sin embargo, Wolkoff fue claro con los artistas: "Desde el principio sabían que el 5pointz tenía sus días contados", aclaró durante el proceso judicial que se llevó a cabo.
Lo cierto es que, a pesar de las continuas peticiones de distintos sectores culturales -de hecho los artistas intentaron comprarlo, pero el precio estaba por las nubes-, el edificio fue demolido en 2015.
De inmediato comenzaron las obras para construir un complejo de apartamentos de lujo, que también quisieron llamar "5Pointz".
A principios de 2017, un colectivo de 21 grafiteros, liderados por MeresOne, entabló una demanda en base a lo establecido en la ley de protección de los artistas visuales que había sido promulgada en EE.UU. en 1990.
En dicha legislación se contemplaba una completa protección de lo que se consideraba obra de arte y los artistas lograron establecer que, a pesar de que no había un contrato vinculante con Wolkoff, al menos 36 de las obras que estaban en 5Pointz merecían ser salvadas.
Esta semana, el juez Frederic Block decidió que el alegato de los artistas tenía sustento y dictaminó que si los Wolkoff hubieran esperado unos 10 meses más antes de demoler el edificio muchas de las obras se hubieran podido salvar.
"Hubiera sido un gran tributo para los artistas, que de verdad se lo merecían por su trabajo", escribió el juez en su sentencia, en la que también ordenó el pago de una indemnización de US$6,7 millones.
Se espera que los Wolkoff apelen la sentencia, aunque desde la decisión ha sido celebrada como una muestra más de que los grafitis no son vandalismo, sino una expresión artística digna de ser preservada.
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